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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Juan 9

Igual que la alimentación de los cinco mil sirve de catalizador para el discurso acerca del pan de vida, del mismo modo la curación del hombre ciego de nacimiento en Juan 9 precipita una serie de comentarios más breves acerca de la naturaleza de la ceguera espiritual.

Algunas de las autoridades encontraban difícil creer que en realidad, el ciego hubiese nacido así. En tal caso, y si Jesús realmente lo había curado, esto expresaría algo acerca del poder de Jesús que no querían escuchar. En aquel entonces, igual que ahora, había numerosos “curanderos” por ahí, pero, por regla general, su actividad no era muy convincente; los menos ingenuos podían fácilmente descartar la mayor parte de la evidencia de sus éxitos. Pero otra cosa era devolver la vista a alguien que había nacido ciego – esto era algo inaudito en los círculos de los curanderos (9:32-33). Incapaces de responder ante el claro testimonio personal de este hombre, las autoridades recurren a los estereotipos y a los abusos personales (9:34).

Jesús lo encuentra de nuevo más adelante, le revela algo más de sí mismo, le invita a creer y acepta su adoración (9:35-38). Luego hace dos afirmaciones muy importantes:

(1) “Yo he venido a este mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos” (9:39). En cierto sentido, se trata de una inversión de condiciones, como el relato del rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), o la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos (Lucas 18:9-14) – un tema frecuente en los evangelios. Pero aquí se trata de una inversión en el área de la visión. Los que “ven”, con todos sus principios de sofisticado discernimiento, quedan ciegos ante lo que Jesús dice y hace, mientras que a los “ciegos”, los moral y espiritualmente equivalentes a este hombre ciego de nacimiento, Jesús muestra gran compasión, e incluso les devuelve la “vista”.

Algunos de los fariseos que oyen el comentario de Jesús, hombres orgullosos de su discernimiento, quedan tan atónitos, que preguntan a Jesús si alude a ellos cuando habla de los ciegos. Esto da lugar a su segunda afirmación.

(2) “Si fuerais ciegos, no seríais culpables de pecado, pero como afirmáis ver, vuestro pecado permanece” (9:41). Por supuesto que Jesús podía haber contestado que “sí” a su pregunta. Pero esto no habría puesto de manifiesto la gravedad de su estado. Al cambiar sutilmente la metáfora, Jesús remata este punto de otra manera. En lugar de afirmar que sus adversarios sean ciegos, señala que ellos mismos afirman poder ver, y de hecho ver mejor que nadie. Pero ahí está el problema: quien confía en su capacidad de ver no pide recibir la vista. Por lo tanto, (implícitamente) permanecen ciegos, con la ceguera culpable que caracteriza la autosatisfacción arrogante. No hay más ciego que quien no se dé cuenta de su ceguera.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Gálatas 5

El comienzo y el final de Gálatas 5, analizados de forma conjunta, nos dicen mucho acerca del Evangelio que Pablo predica.

En la primera parte, el apóstol sigue intentando persuadir a sus lectores cristianos gentiles de Galacia de que añadir el legado y los rituales judíos a su fe cristiana no aportaba nada a la misma, más bien le restaba. En particular, si se sometían a la circuncisión, entonces “Cristo no servirá de nada” para todos ellos (5:2). ¿Por qué? ¿Qué problema podría surgir por circuncidarse? Pablo explica que el gentil que lo haga “está obligado a practicar toda la ley” (5:3). Este ritual tenía una gran importancia simbólica: era la señal de sometimiento a la ley-pacto. No obstante, dar este paso revela un gran error a la hora de comprender la verdadera relación entre la ley-pacto y el nuevo pacto que el Señor Jesucristo introdujo. Aquella prepara para este y lo anuncia.

Comprometerse a obedecer sus términos es declarar que el nuevo pacto garantizado por Jesús con su muerte no es apropiado. Esos gálatas, que en el pasado comprendieron claramente que el ser humano es justificado por gracia por medio de la fe, ahora están tratando “de ser justificados por la ley”, y por eso han “roto con Cristo”, algo que no significa otra cosa sino caer de la gracia (5:4). La justicia absoluta será nuestra al final, cuando Jesús vuelva.

Entretanto, “nosotros, en cambio, por obra del Espíritu y mediante la fe, aguardamos con ansia la justicia que es nuestra esperanza” (5:5). Entender de esta forma la importancia crucial de Cristo significa que los que creen en él, en lo que ha llevado a cabo por nosotros desde su posición central en la historia redentora, saben muy bien que la circuncisión en sí misma no vale nada, ni aquí ni allí (5:6). Sin embargo, esta realmente minimiza a Cristo si uno se somete a ella por un deseo de comprometerse con un pacto que en ciertos aspectos él ha dejado pasado de moda.

Aunque, en la primera parte del capítulo, Pablo habla acerca de la obra de Cristo, menciona brevemente al Espíritu: “nosotros, en cambio, por obra del Espíritu y mediante la fe, aguardamos con ansia la justicia que es nuestra esperanza” (5:5, cursivas añadidas). Los creyentes ya han recibido el Espíritu, como consecuencia de la obra de Cristo. Los cristianos, entonces, son los que andan “guiados por el Espíritu” (5:25), los que ponen de manifiesto el agradable fruto del mismo: “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (5:22-23). Busquemos estas cosas; no hay ley contra ellas y dicho fruto se eleva sobre los actos miserables de nuestra naturaleza pecadora (5:19-21; cp. Proverbios 6:16-19), contra los cuales se pronunció la ley, pero que esta no podía derrotar.

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Éxodo 30

El altar del incienso

30 »Harás además un altar para quemar incienso en él. De madera de acacia lo harás. Será cuadrado: de un codo (45 centímetros) será su longitud y de un codo (45 centímetros) su anchura; de 2 codos (90 centímetros) será su altura. Sus cuernos serán de una sola pieza con él. Lo revestirás de oro puro: su parte superior, sus lados en derredor y sus cuernos, y le harás una moldura de oro alrededor. Le harás dos argollas de oro debajo de su moldura. Los harás en dos de sus lados, en lados opuestos, y servirán de sostén para las varas con las cuales transportarlo.

»Harás las varas de madera de acacia y las revestirás de oro. Pondrás el altar delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el arca del testimonio, donde Yo me encontraré contigo.

»Aarón quemará incienso aromático sobre él. Lo quemará cada mañana al preparar las lámparas. Cuando Aarón prepare las lámparas al atardecer, quemará incienso. Habrá incienso perpetuo delante del Señor por todas las generaciones de ustedes. No ofrecerán incienso extraño en este altar, ni holocausto ni ofrenda de cereal; tampoco derramarán libación sobre él. 10 Aarón hará expiación sobre los cuernos del altar una vez al año. Hará expiación sobre él con la sangre de la ofrenda de expiación por el pecado, una vez al año por todas las generaciones de ustedes. Santísimo es al Señor».

La ofrenda del rescate

11 El Señor habló también a Moisés y le dijo: 12 «Cuando hagas un censo de los israelitas para contarlos, cada uno dará al Señor un rescate por su persona cuando sean contados, para que no haya plaga entre ellos cuando los hayas contado. 13 Esto dará todo el que sea contado: medio siclo (5.7 gramos de plata), conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. Medio siclo es la ofrenda al Señor.

14 »Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda al Señor. 15 El rico no pagará más, ni el pobre pagará menos del medio siclo, al dar la ofrenda al Señor para hacer expiación por sus vidas. 16 Tomarás de los israelitas el dinero de la expiación y lo darás para el servicio de la tienda de reunión, para que sea un recordatorio para los israelitas delante del Señor, como expiación por sus vidas».

La fuente de bronce

17 El Señor habló a Moisés y le dijo: 18 «Harás también una pila de bronce, con su base de bronce, para lavatorio. La colocarás entre la tienda de reunión y el altar, y pondrás agua en ella. 19 Con ella se lavarán las manos y los pies Aarón y sus hijos. 20 Al entrar en la tienda de reunión, se lavarán con agua para que no mueran. También, cuando se acerquen al altar a ministrar para quemar una ofrenda encendida al Señor, 21 se lavarán las manos y los pies para que no mueran. Será estatuto perpetuo para ellos, para Aarón y su descendencia, por todas sus generaciones».

El aceite de la unción y el incienso

22 El Señor habló a Moisés y le dijo: 23 «Toma también de las especias más finas: de mirra fluida, 500 siclos (5.7 kilos); de canela aromática, la mitad, 250; y de caña aromática, 250; 24 de casia, 500 siclos, conforme al siclo del santuario, y 3.7 litros de aceite de oliva. 25 Y harás con ello el aceite de la santa unción, mezcla de perfume, obra de perfumador. Será aceite de santa unción.

26 »Y con él ungirás la tienda de reunión y el arca del testimonio, 27 la mesa y todos sus utensilios, el candelabro y sus utensilios, el altar del incienso, 28 el altar del holocausto y todos sus utensilios, la pila y su base. 29 Los consagrarás y serán santísimos; todo aquello que los toque será santificado.

30 »Y ungirás a Aarón y a sus hijos y los consagrarás para que me sirvan como sacerdotes. 31 Y hablarás a los israelitas, diciendo: “Este será aceite de santa unción para Mí por todas sus generaciones. 32 No se derramará sobre nadie, ni harán otro igual en las mismas proporciones. Santo es, y santo será para ustedes. 33 Cualquiera que haga otro semejante, o el que ponga de él sobre un laico, será cortado de entre su pueblo”».

34 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Toma especias, estacte, uña aromática y gálbano, especias con incienso puro. Que haya de cada una igual peso35 Con ello harás incienso, un perfume, obra de perfumador, sazonado, puro y santo. 36 Y molerás parte de él muy fino, y pondrás una parte delante del testimonio en el tabernáculo de reunión donde Yo me encontraré contigo. Santísimo será para ustedes.

37 »Y el incienso que harás, no lo harán en las mismas proporciones para su propio uso. Te será santo para el Señor. 38 Cualquiera que haga incienso como este, para usarlo como perfume será cortado de entre su pueblo».

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Juan 9

Curación de un ciego

9 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y Sus discípulos le preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?». Jesús respondió: «Ni este pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él. Nosotros debemos hacer las obras del que me envió mientras es de día; la noche viene cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo».

Habiendo dicho esto, escupió en tierra, e hizo barro con la saliva y le untó el barro en los ojos al ciego, y le dijo: «Ve y lávate en el estanque de Siloé» (que quiere decir Enviado). El ciego fue, pues, y se lavó y regresó viendo.

Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto que era mendigo, decían: «¿No es este el que se sentaba y mendigaba?». «Él es», decían unos. «No, pero se parece a él», decían otros. Él decía: «Yo soy». 10 Entonces le decían: «¿Cómo te fueron abiertos los ojos?». 11 Él respondió: «El hombre que se llama Jesús hizo barro, lo untó sobre mis ojos y me dijo: “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Así que fui, me lavé y recibí la vista». 12 «¿Dónde está Él?», le preguntaron. Y él les dijo*: «No lo sé».

13 Llevaron* ante los fariseos al que antes había sido ciego. 14 Y era día de reposo el día en que Jesús hizo el barro y le abrió los ojos. 15 Por eso los fariseos volvieron también a preguntarle cómo había recibido la vista. Y él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, y me lavé y veo».

16 Por eso algunos de los fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el día de reposo». Pero otros decían: «¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales?». Y había división entre ellos. 17 Entonces preguntaron* otra vez al ciego: «¿Qué dices tú de Él, ya que te abrió los ojos?». «Es un profeta», les respondió.

18 Pero los judíos no le creyeron que había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron: «¿Es este su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?». 20 Entonces sus padres les contestaron: «Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego; 21 pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; o quién le abrió los ojos, nosotros no lo sabemos. Pregúntenle a él; ya es mayor de edad, él hablará por sí mismo». 22 Sus padres dijeron esto porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya se habían puesto de acuerdo en que si alguien confesaba que Jesús era el Cristo, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor de edad; pregúntenle a él».

24 Por segunda vez los judíos llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es un pecador». 25 Entonces él les contestó: «Si es pecador, no lo sé; una cosa sé: que yo era ciego y ahora veo». 26 Ellos volvieron a preguntarle: «¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?». 27 Él les contestó: «Ya les dije y no escucharon; ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿Es que también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?».

28 Entonces lo insultaron, y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; pero nosotros somos discípulos de Moisés. 29 Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés, pero en cuanto a Este, no sabemos de dónde es».

30 El hombre les respondió: «Pues en esto hay algo asombroso, que ustedes no sepan de dónde es, y sin embargo, a mí me abrió los ojos. 31 Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien teme a Dios y hace Su voluntad, a este oye. 32 Desde el principio jamás se ha oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. 33 Si Este no viniera de Dios, no podría hacer nada».

34 Ellos le respondieron: «Tú naciste enteramente en pecados, ¿y tú nos enseñas a nosotros?». Y lo echaron fuera.

35 Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del Hombre?». 36 Él le respondió: «¿Y quién es, Señor, para que yo crea en Él?». 37 Jesús le dijo: «Pues tú lo has visto, y el que está hablando contigo, Ese es». 38 Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y lo adoró. 39 Y Jesús dijo: «Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos».

40 Algunos de los fariseos que estaban con Él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso nosotros también somos ciegos?». 41 Jesús les dijo: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado; pero ahora, porque dicen: “Vemos”, su pecado permanece.

   

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Proverbios 6

Advertencias al fiador y al perezoso

6 Hijo mío, si has salido fiador por tu prójimo,
Si has dado promesa a un extraño,
Si te has enredado con las palabras de tu boca,
Si con las palabras de tu boca has sido atrapado,
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,
Ya que has caído en la mano de tu prójimo:
Ve, humíllate e importuna a tu prójimo.
No des sueño a tus ojos
Ni adormecimiento a tus párpados;
Líbrate como la gacela de la mano del cazador
Y como ave de la mano del que caza.

Ve, mira la hormiga, perezoso,
Observa sus caminos, y sé sabio.
La cual sin tener jefe,
Ni oficial ni señor,
Prepara en el verano su alimento
Y recoge en la cosecha su sustento.
¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
10 «Un poco de dormir, un poco de dormitar,
Un poco de cruzar las manos para descansar»,
11 Y vendrá tu pobreza como vagabundo,
Y tu necesidad como un hombre armado.

12 La persona indigna, el hombre malvado,
Es el que anda con boca perversa,
13 El que guiña los ojos, el que hace señas con los pies,
El que señala con los dedos,
14 El que con perversidad en su corazón, continuamente trama el mal,
El que siembra discordia.
15 Por tanto, su desgracia vendrá de repente;
Al instante será quebrantado, y no habrá remedio.

Las siete abominaciones

16 Seis cosas hay que el Señor odia,
Y siete son abominación para Él:
17 Ojos soberbios, lengua mentirosa,
Manos que derraman sangre inocente,
18 Un corazón que trama planes perversos,
Pies que corren rápidamente hacia el mal,
19 Un testigo falso que dice mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos.

Advertencia contra el adulterio

20 Hijo mío, guarda el mandamiento de tu padre
Y no abandones la enseñanza de tu madre;
21 Átalos de continuo en tu corazón,
Enlázalos a tu cuello.
22 Cuando andes, te guiarán;
Cuando duermas, velarán por ti;
Al despertarte, hablarán contigo.
23 Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza luz,
Y camino de vida las reprensiones de la instrucción,
24 Para librarte de la mujer mala,
De la lengua suave de la desconocida.
25 No codicies su hermosura en tu corazón,
Ni dejes que te cautive con sus párpados.
26 Porque por causa de una ramera uno es reducido a un pedazo de pan,
Pero la adúltera anda a la caza de la vida preciosa.
27 ¿Puede un hombre poner fuego en su seno
Sin que arda su ropa?
28 ¿O puede caminar un hombre sobre carbones encendidos
Sin que se quemen sus pies?
29 Así es el que se llega a la mujer de su prójimo;
Cualquiera que la toque no quedará sin castigo.
30 No se desprecia al ladrón si roba
Para saciarse cuando tiene hambre;
31 Pero cuando es sorprendido, debe pagar siete veces;
Tiene que dar todos los bienes de su casa.
32 El que comete adulterio no tiene entendimiento;
El que lo hace destruye su alma.
33 Heridas y vergüenza hallará,
Y su afrenta no se borrará.
34 Porque los celos enfurecen al hombre,
Y no perdonará en el día de la venganza.
35 No aceptará ningún rescate,
Ni se dará por satisfecho aunque le des muchos presentes.

   

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Gálatas 5

5 Para libertad fue que Cristo nos hizo libres. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud.

La libertad cristiana

Miren, yo, Pablo, les digo que si se dejan circuncidar, Cristo de nada les aprovechará. Otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley.

De Cristo se han separado, ustedes que procuran ser justificados por la ley; de la gracia han caído. Pues nosotros, por medio del Espíritu, esperamos por la fe la esperanza de justicia. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor.

Ustedes corrían bien, ¿quién les impidió obedecer a la verdad? Esta persuasión no vino de Aquel que los llama. Un poco de levadura fermenta toda la masa. 10 Yo tengo confianza respecto a ustedes en el Señor de que no optarán por otro punto de vista; pero el que los perturba llevará su castigo, quienquiera que sea. 11 Pero yo, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué soy perseguido aún? En tal caso, el escándalo de la cruz ha sido quitado. 12 ¡Ojalá que los que los perturban también se mutilaran!

La libertad y el amor

13 Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». 15 Pero si ustedes se muerden y se devoran unos a otros, tengan cuidado, no sea que se consuman unos a otros.

Conflicto entre el Espíritu y la carne

16 Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen. 18 Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley. 19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, 20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, 21 envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

El fruto del Espíritu en la conducta cristiana

22 Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. 24 Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

   

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