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UN PLAN DE LECTURA BÍBLICA Y DEVOCIONAL EN COLABORACIÓN CON LA NUEVA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS Y ANDAMIO EDITORIAL
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Lectura de Hoy

Devocional: Éxodo 18

Es difícil imaginarnos el contenido de las conversaciones que Moisés habría disfrutado con Jetro, su suegro, durante las décadas que pasaron juntos en Madian. Pero no cabe duda de que uno de los temas fuera Yahvé. Llamado a un ministerio extraordinario, Moisés confió temporalmente a su suegro el cuidado de su esposa e hijos (Éxodo 18:2). Tal vez esta decisión la precipitara el acontecimiento extraordinario que se relata en Éxodo 4:24- 26, en el cual, a la luz de la nueva misión encargada a Moisés, sus propios hijos tienen que someterse a la circuncisión in extremis para que la casa de Moisés estuviese en conformidad con los términos del pacto con Abraham, y evitase así caer bajo el juicio de Dios.

Pero ahora, Moisés recibe la noticia que Jetro viene a verle, trayéndole a su esposa Séfora y a sus hijos Gersón y Eliezer. Luego, sigue la conversación en torno a los mismos temas que antes. Esta vez, Moisés ofrece a su suegro una descripción detallada de todo lo que Yahvé había hecho, rescatando a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Sin duda, parte del gozo que Jetro experimenta (18:9) tiene que ver con los lazos que le unen a su yerno. Pero, si se toma su último comentario evaluativo al pie de la letra, Jetro también ha llegado a una convicción muy firme: “Ahora sé que el SEÑOR es más grande que todos los dioses, por lo que hizo a quienes trataron a Israel con arrogancia” (18:11). Y ofreció sacrificios al Dios vivo (18:12).

Todo este detalle sirve de trasfondo para lo que se relata en el resto del capítulo. Al día siguiente, Jetro ve los esfuerzos de Moisés para arbitrar en todas y cada una de las disputas que surgen en esta nación en formación. Con sabiduría y gran perspicacia, anima a Moisés a que emprenda un cambio radical en la manera de administrar la nación – a implantar, de hecho, un sistema jurídico riguroso, por el cual la mayor parte de las decisiones se tomarían al nivel más bajo posible y sólo las más difíciles corresponderían a Moisés mismo, el “tribunal supremo” por así decirlo. Moisés escucha con atención los consejos de su suegro y decide poner en marcha todo este plan (18:24). Las ventajas para el pueblo, para el cual resulta ser un sistema mucho menos frustrante, y para Moisés, quien sufrirá mucho menos estrés, son incalculables. Y al final del capítulo, Jetro regresa a su casa.

En algunos aspectos, este relato nos sorprende. Se montan unas estructuras administrativas muy importantes sin que Dios medie palabra alguna. ¿Por qué se le permite a Jetro, que vive en la periferia del pueblo del pacto, desempeñar un papel tan extraordinario como consejero y confidente de Moisés?

Las preguntas se contestan a sí mismas. Dios puede usar los medios de la gracia común para instruir y enriquecer a su pueblo. La bondad y provisión soberanas de Dios se exhiben tan claramente mediante esta participación de Jetro en la formación de la nación, como mediante la división de las aguas del Mar Rojo. ¿No existen analogías contemporáneas?

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: 2 Corintios 6

Una de las visiones más conmovedoras del ministerio apostólico se encuentra en 2 Corintios 6:3-10. No es necesario conocer demasiado sus epístolas para percibir que Pablo no está dispuesto a comprometer el Evangelio. Está más que preparado para soportar las ofensas de la cruz y sobrellevar cualquier inconveniencia o sufrimiento personal con tal de transmitir el mensaje. Escribe: “Por nuestra parte, a nadie damos motivo alguno de tropiezo, para que no se desacredite nuestro servicio” (6:3). Preocupándose por mantener lo que él llama “nuestro servicio”, Pablo no sólo sostiene su reputación personal, sino su credibilidad como embajador de Jesucristo, como siervo de Dios: “Más bien, en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios” (6:4).

Esta última frase podría dar lugar a malinterpretaciones, tanto en la época de Pablo como en la actualidad. Actualmente, que un ministro del Evangelio “se acredite en todo” puede parecer un feo ejercicio de autobombo. Podemos dar rienda suelta a la imaginación y ver cómo el puesto de libros de la iglesia vende camisetas que dicen “me gusta mi pastor Juan”, o escuchar una gran fanfarria cada vez que sube al púlpito. El mundo de Corinto también podía malinterpretar las palabras de Pablo. Había maestros itinerantes que se elogiaban a sí mismos, de forma explícita e implícita, a fin de conseguir estudiantes, lo que mejor sabían hacer.

Sin embargo, los elogios de sí mismo por parte de Pablo dan repentinamente un giro que ni los múltiples maestros de Corinto ni sus equivalentes en la iglesia moderna occidental querrían seguir. El marco en que el apóstol lo hace no tiene nada que ver con el de los personajes mencionados, antiguos o modernos. Pablo y otros siervos de Dios se recomiendan “en sufrimientos, privaciones y angustias; en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre” (6:4b-5). ¿Trabajos? Los antiguos maestros pensaban y enseñaban, no trabajaban duro con sus manos. ¿Tumultos? ¡Los apóstoles cristianos deben demostrar que son siervos de Dios con su comportamiento en los tumultos!

Pablo continúa: también deben recomendarse en “pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia, tanto ofensivas como defensivas” (6:6-7).

Después, se nos habla de la imagen que las personas deben tener de nosotros: los siervos de Dios deben recomendarse “por honra y por deshonra, por mala y por buena fama” (6:8). Sin duda, son auténticos, pero muchos los considerarán impostores. De hecho, Pablo termina su lista con una letanía de sorprendentes paradojas (6:9-10).

Liderazgo cristiano, ¿alguien se atreve?

 


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Éxodo 18

Visita de Jetro a Moisés

18 Jetro , sacerdote de Madián, suegro de Moisés, oyó de todo lo que Dios había hecho por Moisés y por Su pueblo Israel, cómo el Señor había sacado a Israel de Egipto. Entonces Jetro, suegro de Moisés, tomó a Séfora, mujer de Moisés, después que este la había enviado a su casay a sus dos hijos, uno de los cuales se llamaba Gersón, pues Moisés había dicho: «He sido peregrino en tierra extranjera». El nombre del otro era Eliezer, pues había dicho: «El Dios de mi padre fue mi ayuda y me libró de la espada de Faraón».

Y vino Jetro, suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de Moisés al desierto, donde este estaba acampado junto al monte de Dios. Y mandó decir a Moisés: «Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti con tu mujer y sus dos hijos con ella». Salió Moisés a recibir a su suegro, se inclinó y lo besó. Se preguntaron uno a otro cómo estaban, y entraron en la tienda.

Moisés contó a su suegro todo lo que el Señor había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, todas las dificultades que les habían sobrevenido en el camino y cómo los había librado el Señor. Y Jetro se alegró de todo el bien que el Señor había hecho a Israel, al librarlo de la mano de los egipcios.

10 Entonces Jetro dijo: «Bendito sea el Señor que los libró de la mano de los egipcios y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo del poder de los egipcios. 11 Ahora sé que el Señor es más grande que todos los dioses. Ciertamente, esto se probó cuando ellos trataron al pueblo con arrogancia».

12 Y Jetro, suegro de Moisés, tomó un holocausto y sacrificios para Dios, y Aarón vino con todos los ancianos de Israel a comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

Nombramiento de jueces

13 Al día siguiente Moisés se sentó a juzgar al pueblo. El pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta el atardecer. 14 Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, dijo: «¿Qué es esto que haces por el pueblo? ¿Por qué juzgas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta el atardecer?». 15 Y Moisés respondió a su suegro: «Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16 Cuando tienen un pleito, vienen a mí, y yo juzgo entre uno y otro, dándoles a conocer los estatutos de Dios y Sus leyes».

17 El suegro de Moisés le dijo: «No está bien lo que haces. 18 Con seguridad desfallecerás tú, y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti. No puedes hacerlo tú solo. 19 Ahora, escúchame. Yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Sé tú el representante del pueblo delante de Dios, y somete los asuntos a Dios. 20 Entonces enséñales los estatutos y las leyes, y hazles saber el camino en que deben andar y la obra que han de realizar. 21 Además, escogerás de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres veraces que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 22 Que sean ellos los que juzguen al pueblo en todo tiempo. Que traigan a ti todo pleito grave, pero que ellos juzguen todo pleito sencillo. Así será más fácil para ti, y ellos llevarán la carga contigo. 23 Si haces esto y Dios te lo manda, tú podrás resistir y todo este pueblo por su parte irá en paz a su lugar».

24 Moisés escuchó a su suegro, e hizo todo lo que él había dicho. 25 Y escogió Moisés hombres capaces de entre todo Israel, y los puso por cabezas del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 26 Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo. El pleito difícil lo traían a Moisés, pero todo pleito sencillo lo juzgaban ellos. 27 Moisés despidió a su suegro, y este se fue a su tierra.

   

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com

Lucas 21

La ofrenda de la viuda

21 Levantando Jesús la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. Vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre;

y dijo: «En verdad les digo, que esta viuda tan pobre echó más que todos ellosporque todos ellos echaron en la ofrenda de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir».

Profecía sobre la destrucción del templo

Mientras algunos estaban hablando del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «En cuanto a estas cosas que ustedes están mirando, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada».

Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando estas cosas vayan a suceder?». Jesús respondió: «Cuídense de no ser engañados; porque muchos vendrán en Mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Y cuando oigan de guerras y disturbios, no se aterroricen; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucederá inmediatamente».

Señales y persecuciones

10 Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos, y plagas y hambres en diversos lugares; y habrá terrores y grandes señales del cielo.

12 »Pero antes de todas estas cosas, a ustedes les echarán mano, y los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y cárceles, llevándolos ante reyes y gobernadores por causa de Mi nombre. 13 Esto les dará oportunidad de testificar. 14 Por tanto, propónganse en sus corazones no preparar de antemano su defensa; 15 porque Yo les daré a ustedes palabras y sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.

16 »Pero serán entregados aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de ustedes, 17 y serán odiados de todos por causa de Mi nombre. 18 Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. 19 Con su perseverancia ganarán sus almas.

20 »Pero cuando ustedes vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan entonces que su desolación está cerca. 21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella. 22 Porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.

23 »¡Ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo. 24 Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.

La venida del Hijo del Hombre

25 »Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas, 26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas.

27 »Entonces verán al Hijo del Hombre que viene en una nube con poder y gran gloria. 28 Cuando estas cosas empiecen a suceder, levántense y alcen la cabeza, porque se acerca su redención».

Parábola de la higuera

29 Jesús les dijo también una parábola: «Miren la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya brotan las hojas, al verlo, ustedes mismos saben que el verano ya está cerca. 31 Asimismo ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca. 32 En verdad les digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán.

Exhortación a velar

34 »Estén alerta, no sea que sus corazones se carguen con disipación, embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre ustedes como un lazo; 35 porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la superficie de toda la tierra. 36 Pero velen en todo tiempo, orando para que tengan fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y puedan estar en pie delante del Hijo del Hombre».

37 Durante el día Jesús enseñaba en el templo, pero al oscurecer salía y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos. 38 Y todo el pueblo iba temprano al templo a escuchar a Jesús.

   

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Job 36

Eliú describe la grandeza de Dios

36 Entonces continuó Eliú, y dijo:

«Espérame un poco, y te mostraré
Que todavía hay más que decir en favor de Dios.
Traeré mi conocimiento desde lejos,
Y atribuiré justicia a mi Hacedor.
Porque en verdad no son falsas mis palabras;
Uno perfecto en conocimiento está contigo.
Dios es poderoso pero no desprecia a nadie,
Es poderoso en la fuerza del entendimiento.
No mantiene vivo al impío,
Pero da justicia al afligido.
No aparta Sus ojos de los justos,
Y con los reyes sobre el trono
Los ha sentado para siempre, y son ensalzados.
Y si están aprisionados con cadenas,
Si son atrapados en las cuerdas de aflicción,
Entonces les muestra su obra
Y sus transgresiones, porque ellos se han engrandecido.
10 Él abre sus oídos para la instrucción,
Y ordena que se vuelvan del mal.
11 Si escuchan y le sirven,
Acabarán sus días en prosperidad
Y sus años en delicias.
12 Pero si no escuchan, perecerán a espada,
Y morirán sin conocimiento.
13 Pero los impíos de corazón acumulan la ira;
No claman pidiendo ayuda cuando Él los ata.
14 Mueren en su juventud,
Y su vida perece entre los sodomitas de cultos paganos.
15 Él libra al afligido en medio de su aflicción,
Y abre su oído en tiempos de opresión.
16 Entonces, en verdad, Él te atrajo de la boca de la angustia,
A un lugar espacioso, sin limitaciones, en lugar de aquella;
Y lo que se puso sobre tu mesa estaba lleno de grasa.

17 »Pero tú estabas lleno de juicio sobre el malvado;
El juicio y la justicia se apoderan de ti.
18 Ten cuidado, no sea que el furor te seduzca a burlarte;
No dejes que la grandeza del rescate te extravíe.
19 ¿Te protegerán tus riquezas de la angustia,
O todas las fuerzas de tu poder?
20 No anheles la noche,
Cuando los pueblos desaparecen de su lugar.
21 Ten cuidado, no te inclines al mal;
Pues has preferido este a la aflicción.
22 Dios es exaltado en Su poder,
¿Quién es maestro como Él?
23 ¿Quién le ha señalado Su camino,
Y quién le ha dicho: “Has hecho mal”?

24 »Recuerda que debes ensalzar Su obra,
La cual han cantado los hombres.
25 Todos los hombres la han visto;
El hombre la contempla desde lejos.
26 Dios es exaltado, y no lo conocemos;
El número de Sus años es inescrutable.
27 Porque Él atrae las gotas de agua,
Y ellas, del vapor, destilan lluvia,
28 Que derraman las nubes,
Y en abundancia gotean sobre el hombre.
29 ¿Puede alguien comprender la extensión de las nubes,
O el tronar de Su pabellón?
30 Él extiende Su relámpago en derredor suyo,
Y cubre los abismos del mar.
31 Pues por estos medios Él juzga a los pueblos,
Y da alimento en abundancia.
32 Él cubre Sus manos con el relámpago,
Y le ordena dar en el blanco.
33 Su trueno anuncia Su presencia;
También el ganado, respecto a lo que se levanta.

   

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2 Corintios 6

Características del ministerio cristiano

6 Y como colaboradores con Él, también les exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios; pues Él dice:

«En el tiempo propicio te escuché,
Y en el día de salvación te socorrí».

Pero ahora es «el tiempo propicio»; ahora es «el día de salvación».

No dando nosotros en nada motivo de tropiezo, para que el ministerio no sea desacreditado. Pues en todo nos recomendamos a nosotros mismos como ministros de Dios, en mucha perseverancia, en aflicciones, en privaciones, en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos, en pureza, en conocimiento, con paciencia, con bondad, en el Espíritu Santo, con amor sincero, en la palabra de verdad, en el poder de Dios; por armas de justicia para la derecha y para la izquierda; en honra y en deshonra, en mala fama y en buena fama; como impostores, pero veraces.

Somos tratados como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, pero vivimos; como castigados, pero no condenados a muerte; 10 como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo.

11 Nuestra boca, oh corintios, les ha hablado con toda franqueza. Nuestro corazón se ha abierto de par en par. 12 Ustedes no están limitados por nosotros, sino que están limitados en sus sentimientos. 13 Ahora bien, en igual reciprocidad (les hablo como a niños) ustedes también abran de par en par su corazón.

Exhortaciones al creyente

14 No estén unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? 15 ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? 16 ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo:

«Habitaré en ellos, y andaré entre ellos;
Y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo.
17 Por tanto, salgan de en medio de ellos y apártense», dice el Señor;
«Y no toquen lo inmundo,
Y Yo los recibiré.
18 Yo seré un padre para ustedes,
Y ustedes serán para Mí hijos e hijas»,
Dice el Señor Todopoderoso.

   

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