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Yo sé que el título de este post puede sonar un tanto extraño, pero escucha lo que Pablo dice en Col. 3:17 refiriéndose a nuestro Señor Jesucristo: “Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten”. O como lo traduce el comentarista Guillermo Hendriksen: “todas las cosas encuentran en Él su cohesión”.

El autor de la carta a los Hebreos expresa una idea similar con otras palabras; él nos dice que Cristo es quien “sustenta a todas las cosas con la palabra de Su poder” (He. 1:3). Todo fue creado por medio de Él, y todo lo creado permanece por causa de Él. Las famosas leyes del universo no son más que nombres que los hombres usan para referirse a la actividad preservadora de Cristo de todas las cosas creadas.

Como dice John MacArthur: Cristo “mantiene el delicado balance necesario para la existencia de la vida… Él es el poder detrás de la consistencia en el universo. Él es la fuerza de la gravedad, la centrífuga y la centrípeta. Él es aquel que mantiene en movimiento todas las entidades del espacio. Él es la energía del universo” (Colossians; pg. 49).

Sin la fuerza cohesionadora de Cristo operando continuamente, este mundo se desintegraría en un instante. Una de las características más extraordinarias del átomo, esa pequeña partícula que forma parte de la composición de todas las cosas, es que sus componentes se mantienen cohesionados.

Todas las partículas de carga positiva se mantienen juntas en el núcleo, mientras las cargas negativas se mantienen alrededor. Pero una de las leyes fundamentales de la física es que los polos opuestos se atraen y los iguales se repelen. ¿Por qué no se disparan los protones del núcleo por todos los lados?

Y ya nosotros conocemos la increíble fuerza que se desata cuando los protones se separan. George Gamow, uno de los primeros físicos que habló de la teoría del Big Ban, dijo en cierta ocasión: “El hecho es que vivimos en un mundo en donde prácticamente todo objeto es un explosivo nuclear en potencia” (Ibíd.).

¿Por qué no se separan los protones del átomo? ¿Qué los mantiene cohesionados? Pablo dio la respuesta hace 2,000 años: El poder “cohesionador” de Cristo actuando sobre el universo.

El día llegará cuando ese poder nuclear entrará en acción y todo el universo explotará literalmente para dar paso a una creación renovada, libre de todo vestigio del pecado:

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” (2P. 3:10-12).

¿Qué tan conscientes vivimos del hecho de que sin el poder de Cristo sustentando el universo nos desintegraríamos en un instante?

¿O del hecho de que si Él no guía el curso de los planetas y nos acercáramos un poquito al Sol nos quemaríamos, y si nos alejáramos aunque sea un poquito nos congelaríamos?

Si la fuerza de gravedad dejara de funcionar un instante, saldríamos disparados por todo el espacio exterior.

Pero gracias al poder sustentador de nuestro bendito Señor y Salvador el universo continúa funcionando como debe funcionar. ¡He ahí otro motivo para adorar y alabar a Aquel que derramó Su sangre en la cruz del calvario para limpiarnos de nuestros pecados!

Él cuida de nosotros, y del mundo completo, aunque muchos están totalmente ajenos a Su cuidado. Nosotros, los cristianos, que sí conocemos ese hecho, no deberíamos cesar de darle a Él toda la gloria y el honor, todas las acciones de gracias, que sólo a Él le corresponde.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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