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Por cuanto es Dios quien nos ha convocado a reunirnos en esta asamblea, debemos venir preparados para encontrarnos con El. Esa es la disposición que el salmista expresa en el Sal. 57:7-10:

“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré, y trovaré salmos. Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones. Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad”.

 

Este hombre viene con un corazón dispuesto y una mente alerta y despierta, para adorar a Dios.

Muchos no adoran como deben porque no se preparan adecuadamente. Debemos venir al culto con la conciencia de que vamos a encontrarnos con Dios, con ese Dios lleno de gloria y lleno de bondad, que hace nuevas cada mañana Sus misericordias para con nosotros.

El deber de asistir fielmente y a tiempo a los cultos no es una carga pesada para aquellos que realmente conocen a Dios y meditan continuamente en Él. Este es un deber que cumplimos con gozo y alegría, porque adoramos a un Dios deleitoso (comp. Sal. 100).

Si quieres participar de los cultos de adoración como debes hacerlo, medita en estas verdades para que puedas venir a la presencia de Dios con regocijo, para que puedas alabarle con alegría.

Debemos hacer provisión para dormir lo suficiente de modo que vengamos bien despiertos y con una mente alerta.

Debemos disponer nuestro corazón meditando en la grandeza y majestad del Dios que venimos a adorar, y en todas Sus bondades para con nosotros. Y mientras participamos del culto, debemos evitar todo pensamiento que nos distraiga al cantar, al orar, al escuchar la Palabra predicada.

Solo así celebraremos un culto de adoración que sea digno del Dios que hemos venido a adorar.

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© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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