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Como vimos en una entrada anterior, es Dios quien llama a servirle en el ministerio pastoral. Pero ese llamado, cuando viene de parte de Dios, incluye un anhelo profundo y desinteresado por la obra del ministerio. Pablo dice en 1Timoteo 3:1: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea”.

La palabra que RV traduce como “anhelo” (del gr. oregetai) significa “extenderse”, y señala el esfuerzo que hacemos con el propósito de obtener lo que deseamos. Por eso algunos lo traducen “aspiración”. El estudiante que aspira llegar a ser profesional, tiene que esforzarse para lograr esa meta; lo mismo hace el político que aspira ser presidente.

Pablo dice aquí que los que aspiran al obispado, “buena obra desean”. Y esta última palabra vuelve a recalcar el anhelo personal; nos habla de un fuerte deseo interno (es la palabra griega epithumia que en ocasiones se traduce negativamente como “concupiscencia”). Se trata de una compulsión en el alma, una fuerte inclinación por alcanzar algo.

Ahora, ese anhelo por el ministerio no sólo debe ser profundo, sino también desinteresado. Pablo dice en nuestro texto que “Si alguno anhelo obispado, buena obra desea”. Pablo exalta la aspiración por la “obra” ministerial, no por el “puesto” de pastor.

Como alguien ha dicho muy acertadamente: “La ambición por el oficio corrompe, el deseo por el servicio purifica”. Aquí se nos habla de aspirar al obispado, aspirar a ser colocado en una posición desde la cual podamos supervisar la grey de Dios (obispo = supervisor).

Todo hombre llamado por Dios al ministerio siente un fuerte anhelo por promover el reino de Dios, por servir a los hijos de Dios. “Si después de un cuidadoso examen de sí mismo, un hombre descubre que tiene un motivo diferente que el de la gloria de Dios y el bien de las almas, para optar por el pastorado, haría bien en volverse de él inmediatamente” (Spurgeon).

Todo el que quiera entrar en el ministerio con una conciencia tranquila, debe estar seguro de que no ambiciona otra cosa que la gloria de Dios, la expansión de Su reino y la edificación de Su Iglesia.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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