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Antes de responder esta pregunta es de suprema importancia que examinemos con más detenimiento el texto clave de Ef. 5:18 para resaltar algunos detalles que podemos pasar por alto fácilmente.

En primer lugar, noten que estas palabras fueron escritas en modo imperativo: “Sed llenos del Espíritu”. No es un consejo ni una opción, sino una orden dada a nosotros por el apóstol Pablo bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo. Es la voluntad expresa de Dios que los cristianos sean llenos del Espíritu.

En segundo lugar, y estrechamente ligado al punto anterior, es obvio que los cristianos juegan un papel responsable y activo en este asunto. Esta es una exhortación que los cristianos pueden descuidar o pueden obedecer.

En tercer lugar, quiero que noten también que el imperativo está en plural, lo que quiere decir que Pablo dirige esta orden a todos los creyentes de la Iglesia en Éfeso y no a un grupito de cristianos especiales y súper espirituales que había en la iglesia: “Sed (todos) llenos del Espíritu”.

Algunos creyentes parecen pensar que deben contentarse con una vida cristiana mediocre y dejar que ciertas personas alcancen un nivel de espiritualidad que ellos no pueden ni soñar. Pero eso no es lo que el apóstol Pablo dice aquí. A todos los hermanos de la Iglesia les da el mismo mandato: “Tienen que ser llenos del Espíritu Santo”.

En cuarto lugar, hay algo aquí que no van a notar en nuestro idioma español, y es el hecho de que en el original griego el mandato está en voz pasiva, y por lo tanto podemos traducirlo: “Déjense ser llenos del Espíritu Santo, déjense guiar, déjense controlar e influenciar”.

Y una cosa más en cuanto al original es que el mandato está en tiempo presente, lo que indica que se trata de algo habitual: “Déjense controlar continuamente por el Espíritu Santo”. Esta debe ser la experiencia diaria del cristiano porque cada día vamos a necesitar de Su control, de Su influencia, de Su dirección.

La llenura del Espíritu de la que Pablo habla aquí en Ef. 5 no es una experiencia crítica que se obtiene en un momento dado y que nos lleva a actuar en una forma extraña o a sentir cosas escalofriantes; no. Pablo está hablando aquí de una condición o estado en el que debemos vivir permanentemente. “Andad en el Espíritu, dice en Gal. 5:16, y no satisfagáis los deseos de la carne”.

Volvemos, entonces, a la pregunta que hicimos hace un momento, ¿cómo pueden los cristianos ser llenos del Espíritu Santo? Permítanme primero decir dos cosas negativas en cuanto a esto, dos cosas que debemos evitar.

Si queremos ser llenos del Espíritu, debemos evitar a toda costa contristar al Espíritu. En Ef. 4:30 dice el apóstol Pablo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

El Espíritu Santo es una Persona divina que habita dentro de mí. Va con nosotros a todas partes, y esto es algo que los cristianos tendemos a olvidar. Debo cuidarme de lo que veo, de lo que oigo, de lo que hago, para no contristar al Espíritu Santo que mora en mí. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1Cor. 6:19). Cristo mora en nosotros por Su Espíritu. Si queremos ser controlados por El debemos cuidarnos de no entristecerle.

Por otra parte, y estrechamente ligado con esto que hemos dicho, debemos cuidarnos para no dejarnos controlar por ninguna cosa opuesta al Espíritu. Pablo dice en Gal. 5:17 que “el deseo de la carne (refiriéndose aquí al pecado que mora en nosotros) es contra el Espíritu”.

Y en Rom. 8:7 dice que “los designios de la carne (los pensamientos, los planes y deseos de la carne) son enemistad contra Dios”. Si queremos ser llenados por el Espíritu, debemos evitar que nos controlen nuestros apetitos, nuestras pasiones, nuestros deseos que son contrarios al Espíritu.

Y lo mismo podemos decir de los patrones del mundo que se oponen a los de Dios. Ser controlados por cualquiera de estas cosas es exactamente lo opuesto a ser llenos del Espíritu.

El vino y las bebidas embriagantes no son las únicas cosas que pueden controlarnos. Son muchas las ideas, los conceptos, las filosofías que tratan de controlarnos día tras día, deseos, apetitos y pasiones contra los cuales tendremos que luchar.

Pero este es el aspecto negativo de la llenura. ¿Qué podemos decir positivamente? ¿Qué debemos hacer para ser llenos del Espíritu? Debemos llenar nuestras mentes de la Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu, de modo que esta controle cada vez más nuestros pensamientos y nuestras acciones.

Noten algo interesante en Col. 3:16. Allí Pablo nos dice que la palabra de Cristo debe morar abundantemente en nosotros. Pero lo interesante de este texto es que los frutos que Pablo menciona como resultado de esa llenura de la Palabra en Col. 3 son los mismos que se mencionan en Ef. 5 como resultado de la llenura del Espíritu.

En la medida en que la Palabra de Cristo nos llena, Sus pensamientos vienen a ser los nuestros, Sus estándares nuestros estándares y Su voluntad nuestra voluntad. De ese modo el poder de Su Espíritu se manifestará más palpablemente en nuestras vidas.

Es por eso que en Col. 1:9-12 Pablo pide que estos hermanos sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios, para que puedan andar como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto, creciendo en el conocimiento de Dios, y “fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de Su gloria”. Pablo conecta aquí el  conocimiento de la voluntad de Dios con el poder de Dios actuando en nosotros.

“Para ponerlo en palabras más simples, el Espíritu de Dios debe enseñarnos antes que pueda llenarnos. Esta es la razón por la que la enseñanza es la esencia del ministerio cristiano y por qué un cristianismo vigoroso no puede existir en la ausencia de una instrucción fiel. Por supuesto, es el Espíritu Santo quien nos llena con ‘el conocimiento de Su voluntad’, pero Él usa instrumentos humanos para hacer esto (como vemos en Ef. 4:11-16)” (E. H. Andrews; The Spirit has Come; pg. 160).

En el momento de la conversión el Espíritu de Dios viene a morar en nuestros corazones; Dios mismo viene a habitar en nosotros por Su Espíritu, y comienza a trabajar en nosotros para conformarnos cada vez más a la imagen de Cristo. Ese proceso de transformación se opera en nosotros a través de nuestro entendimiento.

En la medida en que la Palabra de Cristo permea nuestra mente y nos controla, en esa misma medida se manifiesta más ampliamente en nuestras vidas el poder del Espíritu de Dios obrando en nosotros y a través de nosotros. Y ¿cuál será el resultado? Ya lo vimos anteriormente: El Espíritu producirá en nosotros sabiduría, fe, gozo, paz, esperanza, bondad, paciencia, consuelo, conocimiento de Dios, fructificación.

Es por eso que los cristianos no necesitan de cosas artificiales como el alcohol para tener paz y alegría. Las personas del mundo buscan estas cosas para mitigar su miseria. ¿Por qué recurren a las bebidas y a los sedantes? Porque viven vidas miserable. Pero los creyentes tienen algo inmensamente más glorioso: la morada de Cristo por medio de Su Espíritu.

Dice el salmista en el Sal. 4:7: “Tu diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto”. Nuestra alegría es mayor que la de ellos, aun cuando no tengamos lo que ellos tienen, porque no depende de esas cosas, sino de la presencia de Dios en nuestras vidas.

Hay algo fundamentalmente erróneo en la vida de un cristiano que tiene que recurrir a cosas artificiales para estar alegre y gozoso (vers. 18). ¿Es tu condición? ¿Estás dejando que el Espíritu de Dios te controle por medio de Su Palabra? ¿Estás luchando diligentemente para que ninguna otra cosa te controle?

Que Dios nos ayude a vivir más conscientemente en Su presencia, cada vez más conscientes del huésped divino que mora en nosotros, y que la mente de Cristo sea cada vez más la nuestra, Sus estándares nuestros estándares, Su voluntad nuestra voluntad.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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