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“Leemos para saber que no estamos solos.”  – C. S. Lewis

Imagina que Dios estuviera sentado en el living de tu casa, y que para ir a verlo y conocerlo en toda su gloria, lo único que tuvieras que hacer es levantarte de tu silla y caminar a ese cuarto. Pero cuando se presenta la oportunidad, tú dices, “Ay no sé, es mucho trabajo. Ahora no tengo ganas. Mejor más tarde”. Suena un poco ridículo, pero esto es esencialmente lo que ocurre cuando alguien tiene la oportunidad de conocer a Dios a través de Su Palabra, pero nunca toma el tiempo para leerla.

Leer la Biblia

Cada cristiano que pueda leer, debe hacerlo. Principalmente, debe leer la Biblia. Después de todo, “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17). Un cristiano que no lee la Biblia es un cristiano que se está robando la oportunidad de conversar con Dios y crecer en su relación con Él.

John Piper explica nuestra necesidad de leer la Biblia de la siguiente manera:

Cuando buscamos disfrutar comunión con el Señor —y no desviarnos por las ambigüedades de la experiencia religiosa— leemos la Biblia. Desde Génesis a Apocalipsis, las palabras y obras de Dios revelan a Dios mismo para que lo conozcamos y disfrutemos. Claro, es posible leer la Biblia sin disfrutar comunión con Dios. Debemos tratar de entender el significado de la Biblia, y detenernos para contemplar lo que entendemos y, por el Espíritu, sentir y expresar la respuesta apropiada del corazón.

Dios comunica con nosotros a través de varias maneras por la Biblia y desea que nuestra respuesta sea estar en comunión con Él.

Si Dios nos acusa (2 Co. 7:8-10), respondemos con tristeza y arrepentimiento.

Si nos encomienda (Sal. 18:19-20), respondemos con humilde gratitud y gozo.

Si nos ordena a hacer algo (Mt. 28:19-20), buscamos nuestras fuerzas en Él para poder obedecerlo.

Si nos hace una promesa (Heb. 13:5-6), nos maravillamos con Su gracia y confiamos que Él hará lo que dice.

Si nos advierte de algún peligro (Lc. 21:34), lo tomamos en serio y tenemos cuidado con un sentido agradecido de Su presencia y protección.

Si Él describe algo acerca de sí mismo (Is. 46:9-11), Su Hijo (Mr. 1:11), o el Espíritu Santo (Jn. 16:13-14), lo afirmamos y admiramos y oramos por una vista más clara para ver y disfrutar Su grandeza y belleza.

Leer la cultura

Hay que leer la Biblia, pero también hay otros libros y recursos que pueden ser de edificación para los cristianos. Por siglos, grandes hombres y mujeres han escrito libros, comentarios, e historias sobre una gran variedad de temas —y tú y yo podemos aprovechar de sus labores para profundizar en nuestro entendimiento de ellas—. Y gracias al Internet, hoy vivimos en una época en la cual es más fácil que nunca absorber información, sea sobre la Biblia o nuestra cultura.

Es necesario que todo cristiano tome el tiempo para leer y crecer en su entendimiento de la Biblia y de la cultura que lo rodea, en ese orden. Esto es especialmente cierto para los pastores. Si quieres hacer el mejor trabajo de comunicar la verdad a personas de una cultura en particular, entonces debes conocer las particularidades de esa cultura.

Algunos argumentarían en contra de esto, diciendo que la cultura no debe influir el mensaje que predicamos. ¡Y es cierto! La Biblia no necesita ayuda de la cultura para ser relevante y verdadera. Pero en el momento que comunicamos algo (no importa que sea), estamos comunicando en términos culturales: el idioma que hablamos, los ejemplos que damos, los términos que usamos, etc. Leer libros sobre la cultura en la que vivimos nos ayuda a usar el idioma correcto, los ejemplos correctos, y los términos correctos para que el mismo mensaje de la Biblia sea comunicada de la mejor manera posible.

Seis herramientas para cultivar un hábito de lectura

Entonces, ¿cómo puedo empezar  a leer?

Tal vez tienes un gran deseo de leer pero sientes que no retienes bien lo que estás leyendo. Si es así, es posible que estés usando los métodos o las herramientas incorrectas. Te recomiendo este video en el cual Ána Ávila comparte seis herramientas que usa para mejorar su lectura.

Si quieres empezar a leer más, pero te intimida leer un libro por completo, entonces puedes empezar con blogs, revistas, y periódicos.

Seis consejos prácticos para cultivar un hábito de lectura

Por último, aquí están seis consejos prácticos para cultivar un hábito de lectura, escritos por Sugel Michelén:

  1. Lee. Esto parece muy obvio, pero nadie podrá desarrollar un buen hábito de lectura con solo desearlo (Pr. 13:4). Tiene que leer.
  2. Comienza poco a poco. Si no tienes hábito de lectura, traza una meta pequeña al principio, como leer de 3 a 4 páginas al día (eso te llevará menos de diez minutos; de manera que, en la mayoría de los casos, los que dicen que no leen por falta de tiempo, en realidad carecen de interés). Ahora, piensa en esto: leyendo 3 o 4 páginas al día, podrás leer 1095 a 1460 páginas al año, el equivalente de 5 a 7 libros de 200 páginas cada uno. Por supuesto, 3 o 4 páginas al día es solo un comienzo; luego puedes añadir algunas más poco a poco.
  3. Comienza con libros cortos, preferiblemente de menos de 200 páginas. Cada vez que puedas terminar un libro alimentará tu esperanza de continuar esforzándote. Por el contrario, cada vez que comiences un libro y lo dejes por mitad te desanimarás de seguir intentando (y el diablo sabe aprovechar el desánimo para que desistamos de nuestros propósitos piadosos).
  4. Lleva siempre un libro contigo. Nunca sabemos en qué momento tendremos tiempo disponible para leer (haciendo fila, en una sala de espera, aún en algunos embotellamientos, etc.).
  5. Busca a un amigo(o amiga, según el caso) para que lean un libro juntos (no necesariamente al mismo tiempo, sino coordinadamente); así se pueden animar el uno al otro a llegar a la meta, a la vez que pueden beneficiarse mutuamente al comentar la lectura. Recuerda la enseñanza de Eclesiastés 4:9ss: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante… y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
  6. Ora por eso. Al igual que con cualquier otro hábito piadoso, necesitamos de la ayuda del Espíritu de Dios para poder cultivar un buen hábito de lectura.

¿Qué otras herramientas o consejos tienes para cultivar un hábito de lectura? ¡Compártelo en los comentarios!

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