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Gracias a Dios, tengo ya unos 11 años sirviendo con jóvenes. Actualmente, sirvo como director del grupo de jóvenes universitarios de la Iglesia Bautista Internacional (la IBI), donde tengo el privilegio de presentar cada sábado la sabiduría de la Palabra a unos 100 jóvenes. Y aunque ocupa mucho de mis noches en la semana, y el sábado completo, puedo decir que servir de esta manera es uno de mis mayores gozos.

Si eres líder de jóvenes, no tengo que convencerte de la bendición que es tu posición. El ver vidas cambiadas, el traer jóvenes a la fe, el caminar con los muchachos hacia la madurez en Cristo. Es un genuino privilegio. Pero de seguro también conoces del dolor de este tipo de ministerio: los jóvenes que se apartan de la fe o caen en pecado grosero, las familias quebrantadas que no quieren que sus hijos sean parte de la iglesia, y las críticas crueles a básicamente todo lo que haces. Gajes del oficio. Parte de vivir en un mundo caído.

Mi propósito con este artículo es animarte a que puedas ejercer un liderazgo fiel. Y, como vamos a ver, para que eso sea posible tu ministerio debe estar anclado en la Palabra de Dios. Pero antes, déjame decir unas palabras sobre los grupos de jóvenes en general.

El porqué de los grupos de jóvenes

Creo que los grupos de jóvenes deben ser un tipo estudio bíblico o grupo pequeño, aunque más grandes. Tengo la convicción de que los cultos de jóvenes (es decir, un servicio de adoración igual o muy similar al dominical, pero dirigido por líderes o pastores jóvenes, y orientado específicamente para jóvenes) contribuyen a un espíritu de separación en la iglesia. A menos que la iglesia completa sea de jóvenes, ¿por qué tener un “culto” específico para unos y no para otros? Lo que es peor, esto puede llevar a muchos a pensar que “ya fueron al culto”, y empiecen a descuidar el reunirse con los demás creyentes en los servicios los domingos. La responsabilidad principal de criar a los jóvenes recae sobre los padres, por lo que debemos cuidarnos de no hacer nada que contribuya a separar esa relación.

Entonces, entiendo que un grupo de jóvenes tiene el propósito de estudiar y aplicar la Palabra con pares, con grupos de iguales, de esta manera respondiendo a las inquietudes y situaciones propias de esa etapa, incluyendo a los padres en el proceso (de vital importancia en adolescentes). Así como puede haber grupos de jóvenes, también los puede haber de mujeres, de ancianos, de padres, y un sinnúmero de grupos de iguales que suceden en la iglesia.

El centro del ministerio juvenil

Si tienes responsabilidades en la iglesia, déjame recordarte las resonantes palabras del apóstol Pablo al joven Timoteo:

“En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por Su manifestación y por Su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción”, 2 Timoteo 4:1-2

Predica la Palabra. Eso se aplica a ti y a mí como líder de jóvenes. Lamentablemente, esa no siempre ha sido la característica principal de los ministerios juveniles. Yo también he sido culpable de predicar otras cosas que no sea netamente la Palabra de Dios. Pero, si de alguna manera somos responsables de la enseñanza, nuestro llamado es a predicar las Escrituras. Y eso incluye a los jóvenes, de manera particular en dos actividades muy comunes a estos grupos: las dinámicas y los temas de enseñanza.

La Palabra y las dinámicas

En nuestro grupo, más o menos dos veces por mes tenemos algún tipo de dinámica antes de empezar. Creo que hay lugar para algo como esto, igual como en una reunión en casa hay lugar para cenar antes de compartir la Palabra. Las dinámicas pueden servir como “rompehielos”, y pueden ser útiles para que los jóvenes salgan de su mismo grupito de amigos y conozcan a otros jóvenes. También ayudan a crear un ambiente seguro y amoroso, y hasta pueden darnos material para ejemplos durante la predicación.

Pero también traen sus peligros. Por un lado, las dinámicas pueden ser hoyos negros de tiempo y preparación. También pueden fácilmente tomar el centro de la actividad del grupo, y terminar siendo lo principal que los jóvenes recuerden. Atado a esto, en ocasiones en ministerios juveniles el predicador usa la dinámica no como punto de partida, sino como punto principal. Es decir, que la exposición y la enseñanza depende básicamente de los juegos y sus resultados.

Todo lo que merece hacerse, merece hacerse bien. Si vas a hacer una dinámica, debes poder prepararla correctamente, pensarla bien, y buscar que contribuya al grupo. Sin embargo, te recomendaría tener mucho cuidado de no perder tiempo de estudio y preparación en la Palabra para algo que es, a lo más, secundario. Por otro lado, y más importante aun, ninguna dinámica, por muy bien preparada y mucho que le guste al grupo, tiene el poder de la Palabra de Dios. Cuídate de depender de dinámicas para hacer lo que solo el Espíritu puede hacer a través de su Palabra. La Biblia es el centro de la vida de adoración de los cristianos, y debe ser el centro de tu grupo de jóvenes. Entonces, no saques un sermón de una dinámica: saca un sermón de la Palabra de Dios.

Hay otra dinámica que creo que lamentablemente se realiza poco en los grupos de jóvenes, y es la dinámica de la oración. Esta también es otra oportunidad de “predicar” la Palabra. En vez de abrir el micrófono, o de separar a los jóvenes en grupo para que oren por ciertos temas –a sabiendas de que, por su misma juventud, muchos no saben orar como conviene–, ¿por qué no les enseñas a orar la Biblia? No solo va a guiar las oraciones a la voluntad de Dios y, por tanto, a ser contestadas: también, le estás dando a la Palabra su lugar adecuado.

La Palabra y los temas

Pornografía. Adicciones. Drogas. Autoestima. Sexualidad. Evangelismo. Ser radical para Cristo. Valentía. A veces pareciera que todos los grupos de jóvenes tratan los mismos temas, al punto que los líderes ya ni saben cómo presentarlos de una manera fresca (y entonces volvemos a lo de las dinámicas).

Pero, ¿qué tal si enseñamos abiertamente la Palabra de Dios? Recuerdo hace unos años haber recorrido junto a otros líderes por el Libro de Romanos con un grupo de unos 70 adolescentes. Duramos cerca de 4 meses viendo un capítulo por sábado, y ha sido para mí uno de los tiempos más especiales. Igual, este semestre recorrí junto a mis universitarios a través del Libro de Job. Titulamos la serie “Lo heavy de sufrir”, y en 4 sábado vimos (1) Cuando a la gente buena le pasan cosas malas (el sufrimiento de Job), (2) Cuando la gente buena tiene malos amigos (los amigos de Job), (3) Cuando la gente buena hace cosas malas (el pecado de Job) y (4) Dios en el torbellino (la respuesta de Dios a Job). No solo los jóvenes disfrutaron y fueron edificados (esta misma semana, muchos meses después, un joven me comentaba de cuánto aliento fueron esas enseñanzas), sino que también tratamos un tema que todos tendremos que atravesar: el sufrimiento. Bien lo dijo el Dr. Carson: Si vives lo suficiente, vas a sufrir. No podemos esconder eso de nuestros jóvenes.

Entonces, te alentaría a que puedas recorrer libros enteros de la Biblia con tus jóvenes. Pero esa no es la única forma en la que “predicamos la Palabra”. Hace unos meses compartí sobre el tema del Autoestima, y siguiendo la guía del excelente libro del Dr. Tim Keller “La respuesta del espejo”, nos basamos en la clara enseñanza de 1 Corintios 3:21-4:4. Allí se nos muestra a los corintos luchando por diversas cosas, y al apóstol Pablo diciéndonos que no le importaba cómo lo juzgaban los corintos, ni cómo se juzgaba él mismo, sino que su enfoque y meta era el juicio del Señor. Pablo estaba consciente de sus logros y sus pecados, pero él se había olvidado de sí mismo. Y he ahí el autoestima centrado en el evangelio: un estima que se olvida del auto y se enfoca en Cristo.

Entonces, si vas a hablar de pornografía, puedes exponer 1 Tesalonicenses 4:3-8, y aplicarlo específicamente a pornografía. Al hablar de ser jóvenes “radicales” para el Señor, puedes exponer 1 Timoteo 4:12 y enfocarte en el llamado a ser ejemplo.

Con esto no quiero decir que no expongas temas propiamente dichos. Por un lado, como dije anteriormente, creo que los grupos de jóvenes no son cultos, por lo que no tienes que hacer un sermón. Usa Powerpoint o Keynote o una pizarra o lo que sea que pueda ayudarles en el estudio del texto. Por el otro, hay temas que no necesariamente tienen un texto que podemos exponer, pero aun esos temas puedes anclarlos en la Palabra. Por ejemplo, recién terminamos de ver la historia de la iglesia y denominaciones, anclados en Mateo 16:18 y la certeza de que la iglesia permanecería. Entonces vimos cómo ha permanecido la Iglesia a lo largo de los siglos y cómo existe hoy, incluyendo las sectas que se llaman iglesia pero no lo son.

Un llamado final

Sé que he dicho muchas cosas, y mi oración es que puedan animarte en tu labor como líder de jóvenes a serle siempre fiel al Señor. Predica la Palabra, y en eso, no olvides predicar el evangelio. Evita la común tentación de presentar un grupo de reglas y de cómo hacer las cosas. De despegar los imperativos de la Palabra (lo que nos toca hacer), de los indicativos (lo que Dios hizo y cómo nos habilidad a actuar).

Procura que durante el servicio la Escritura inspirada por Dios, útil para enseñar, reprender, corregir y para instruir en justicia sea predicada (2 Tim. 3:16), porque es esa Escritura la que da fruto de salvación en las almas de nuestros jóvenes (2 Tim. 3:15). Y en nuestras propias almas también.


Crédito de imagen: Lighstock

 

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