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En alguna medida, hablar de Dios es hablar de teología. Hablar de teología es hablar de Dios. Sea que nos gusten los conceptos simples o elaborados, todos de alguna manera tenemos ideas acerca de Dios, por lo tanto, todos tenemos algo de “teólogos”. Desde luego, algunos tienen ideas equivocadas y otros ideas correctas -o bíblicas- con respecto a Dios.

Y es allí donde reside la gran dificultad. En ser un creyente y tener conceptos errados con respecto a Dios, la salvación y con respecto a nuestra fe. Es a partir de esta realidad que todo creyente debe procurar un estudio serio, constante y responsable de las Escrituras. Teniendo presente que entender las verdades del Evangelio no es un lujo, sino una urgente necesidad. Una necesidad para los adultos, jóvenes y niños. Porqué el casado, el soltero, el padre, la madre, el joven, el adolescente y el niño, todos necesitamos saber lo que creemos y porque lo creemos.

Los niños crecen en sabiduría y en el entendimiento de la salvación al conocer las Escrituras. Por esa razón Pablo le dijo a Timoteo “que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).

Los jóvenes y adolescentes, por su apego a la palabra de Dios, pueden enfrentarse a los desafíos propios de su edad. “El salmista decía: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Salmos 119:9). No obstante, para vivir en conformidad a las Escrituras es imprescindible tener un claro y gradual entendimiento de ellas.

Los padres, estamos llamados a ser los principales instructores y los primeros maestros en las cosas de Dios de nuestros hijos. Y para el efecto, debemos conocer y dominar las verdades de la fe. El Señor le dijo a Israel antes de entrar en la tierra prometida: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino ” (Deuteronomio 6:4-5)

Conocer las Escrituras es una posibilidad para todo el cuerpo de Cristo. Es un privilegio y una responsabilidad de todos los creyentes, sin excepción. La Biblia es la palabra de Dios para los adultos, jóvenes y niños. Todos necesitamos estudiarla con frecuencia y entenderla en forma progresiva, porque “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Por eso, la teología es para todas las edades.

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