×

Las aguas descienden
transitando lenta
la avenida de la piel.

Los ojos sangran
el dolor del alma.
Por dentro procesión,
por fuera gotas.

Por eso tomo el paño,
ese pedazo de tela
que puede compadecerse
con mi dolor y miseria.

Compartimos semejanzas,
porque el paño también
sufrió cosas y sintió flaquezas.

Lo acerco a mi rostro
confiadamente
para secar mi encharcado cutis.

Ese pedazo de tela
limpio, doblado y prolijo,
me da consuelo
y oportuno socorro.

Luego con mejillas secas
respiro sereno y aliviado.
amando cada día más
ese paño fiel.

Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna (He 4:15-16).

CARGAR MÁS
Cargando