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Nadie negará que la vida y la conducta del apóstol Pablo se pueden constituir en un ejemplo digno a imitar. La vida del apóstol puede ser estimada como un patrón que puede ser seguido por líderes y creyentes en general. Pero, si esto es cierto respecto a su vida y carácter, creo que también es cierto respecto a su ministerio. Es decir, el ministerio del apóstol Pablo puede servir a la iglesia como un patrón bíblico que podemos seguir o al menos servirnos de referencia.

El apóstol Pablo dedicó gran parte de su vida a la proclamación del evangelio y a la apertura de nuevas iglesias en Asia Menor y Europa. Una mirada al libro de los Hechos nos dan gran información al respecto. Pero una de las cosas que sobresalen en el ministerio del apóstol, fue su deseo de afirmar a los recién convertidos y fortalecer la fe de los creyentes. Pablo reconocía la importancia, el valor y la necesidad del discipulado cristiano.

En realidad eso fue lo que motivó al apóstol a iniciar su segundo viaje misionero: “Después de algunos días Pablo dijo a Bernabé: Volvamos y visitemos a los hermanos en todas las ciudades donde hemos proclamado la palabra del Señor, para ver cómo están”. (‭Hechos‬ ‭15‬:‭36‬ LBLA). Su deseo de ver el estado espiritual de los creyentes era una profunda carga para el apóstol.

Pero el libro de los Hechos también nos da información de la perspectiva que Pablo tenía del discipulado, en particular lo que el apóstol enseñaba a los creyentes para afirmarlos en la fe. Lo que se desprende es que para Pablo, hay ciertas verdades que el creyente debe aprender.

 

Una verdad necesaria para el discipulado

Como parte de la conclusión de su primer viaje misionerso, el apóstol volvió junto a Bernabé a las ciudades que habían visitado. Su deseo era exhortar a los hermanos, y animarlos a perseverar en la fe. Pero el autor de Hechos nos añade un detalle importante respecto a la manera como Pablo exhortó a los creyentes de estas ciudades:

Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. (‭Hechos‬ ‭14‬:‭21-22‬ LBLA)

Presta atención: para fortalecer los ánimos de los discipulos y exhortarlos a perseverar en la fe, Pablo les enseñó: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.

Aquí tenemos una breve pero muy instructiva descripción de las primeras lecciones del discipualdo de Pablo. Al menos las que están registradas en el libro de los Hechos. Para el apóstol a los gentiles, el entendimiento de las tribulaciones es central como parte del discipualdo.

El llamado a discipular requiere que instruyamos a los cristianos respecto a la aflicción. Eso mismo lo vemos en Jesús quien enseñó en muchas ocasiones a sus discípulos los distintos aspectos del sufrimiento. Así también lo enseñó el apóstol Pedro quien dijo que los creyentes no debemos sorprendernos del fuego de la prueba que experimentamos (‭1 Pedro‬ ‭4:12).

El creyente debe ser instruido y equipado con un claro entendimiento del sufrimiento en el mundo. Es imperativo que tengamos una solida teología del sufrimiento como una realidad del llamado cristiano. Para Pablo, tener una clara consciencia de las tribulaciones es cardinal para un buen discipulado.

¿Qué deberíamos enseñar?

Sea a nivel colectivo o individual, debemos asegurarnos que como parte del discipulado estamos enseñando a los creyentes un entendimiento bíblico del sufrimiento. La capacitación de la iglesia debe contemplar capacitación respecto al dolor y el sufrir. Nuestras clases de discipualdo, nuestras sesiones de consejería, los libros que recomendamos, nuestros estudios bíblicos y nuestra enseñanzas desde el púlpito deberían incluir una instrucción respecto a la naturaleza, los beneficios y la función del sufrimiento en los planes redentores de Dios.

Aquí algunas de las verdades que no deben ignorarse ya sea que las ofrezcamos de forma colectiva o individualmente:

  • Estamos viviendo en un mundo caído y el sufrimiento es prueba y parte de ello. (Romanos 8:21-23)
  • El sufrimiento no debe ser visto como un castigo o la condena de Dios por nuestros pecados. La condena del creyente ya fue puesta sobre la cruz de Cristo. Sin embargo, no debemos excluir absolutamente la posibilidad de que el Señor nos discipline, porque la biblia enseña que Dios al que ama disciplina. (Romanos 8:1 & Hebreos 12:6)
  • El sufrimiento de hoy es temporal. Por más largo y doloroso que sea nuestro padecimiento, sigue siendo leve y momentáneo cuando lo contrastamos con la gloriosa esperanza de la vida eterna (Romanos 8:18 & 2 Corintios 4:17)
  • Sufrimos, porque nuestro Salvador sufrió. El sufrimiento es parte de nuestra identificación con nuestro Salvador. Puesto que Cristo, nuestro redentor padeció, nosotros debemos armarnos del mismo pensamiento ( 1 Pedro 4;1)
  • Dios es soberano sobre el sufrimiento. Es decir, que Dios es quién ordena, permite y controla el sufrimiento (Eclesiastés 7:14)
  • Dios está con nosotros en medio del sufrimiento. El prometió no abandonarnos y estar con nosotros todos los días hasta el final (Mateo 28:20)
  • Dios nos da la gracia necesaria para todo sufrimiento. Dios nos dará por medio de Su Espíritu, la capacidad necesaria para sostenernos confiando en él. (2 Corintios 12:9)
  • Dios usa el sufrimiento para nuestro bien. Las tribulaciones son los instrumentos que Dios usa para hacernos más como Cristo y los usa para nuestro provecho. (Romanos 8:28-29 & Santiago 1:2-3)
  • El mayor y más terrible de los sufrimientos lo ha llevado Cristo en la cruz.  Al sufrir la ira de Dios y el abandono del Padre, Cristo tomó nuestro lugar para que los creyentes, nunca tengamos que pasar por eso. ( Mateo 27:46 & 1 Pedro 3:18)

 


En este enlace puedes encontrar más recursos y artículos que te pueden ayudar a enseñar acerca del sufrimiento para discipular.

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