Como cristianos, tenemos la posibilidad de tener comunión con Dios y la responsabilidad de cultivar buenas relaciones con nuestros prójimos. Lo primero es más fácil que lo segundo. Porqué es sencillo amar a alguien que nos tiene paciencia, nos ama, nos soporta, nos dice cosas buenas, nos protege y nos bendice cada vez que lo necesitamos. Es más fácil amar a Dios.
Pero las personas que nos rodean, no necesariamente hacen lo que Dios hace con nosotros. Y desde allí se nos dificulta amar a la gente. Especialmente aquellos con quienes no tenemos afinidad. Aquellos que no se parecen a nosotros. Aquellos que de alguna forma nos causan un poco de malestar o nos hacen algún tipo de daño.
Pero aunque esto último suene muy válido, la biblia no nos exonera del mandato de amar. El odio, el resentimiento y la envidia nunca son toleradas en la palabra de Dios. Entonces ¿cómo hacerlo? ¿Cómo puedo amar a una persona difícil? ¿Cómo puedo amar a mis hermanos?
Aquí una sugerencia:
Ora por ellos. ¡¿Cómo?!
Así es. Empieza a orar en secreto por las personas que te dificulta amar. Si conoces su situación, sus dificultades y sus problemas, toma un tiempo y pídele a Dios que les dé la victoria. Ora para que Dios los bendiga, los guíe y los guarde. Intercede por ellos. Cúbrelos en oración. Declara las promesas sobre ellos y sobre sus familias.
¿Por qué?
Qué bueno que lo preguntas.
Porqué toda enemistad, resentimiento y división es causada por el enemigo. Y allí se convierte en un tema espiritual. Una batalla espiritual. Y estas, se ganan a través de la oración. Cuando oramos por alguien, de alguna manera nos conectamos con ellos. Nos fusionamos. Nos aliamos en sus luchas contra el verdadero enemigo (Efesios 6:12). Y desde allí, nuestra actitud hacia ellos cambia, y la tarea de amar se facilita.
De pronto los verás bendecidos, prosperando y victoriosos. Y esto a causa de tí. Por tu oración. Tu madurez. Tu carácter. Y aunque ellos no lo reconozcan, tú lo sabes y Dios también. Que sea un secreto entre tú y El.