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Es probable que hayas escuchado antes esta línea de razonamiento por parte de los defensores provida más comprometidos. Vi un meme de un pastor cristiano en Facebook la semana pasada que hizo eco a la misma clase de historia especulativa.

La lógica es algo así: tú debes ser provida, porque nunca sabrás si abortaste al próximo Einstein, el siguiente Beethoven, el próximo Martin Luther King, Jr., el siguiente Pasteur, o Salk, etc. ¿Y si abortas al que descubrirá la cura contra el cáncer o el SIDA?

La motivación es comprensible y el razonamiento subyacente es sano: el aborto, que hace un daño inmediato a los no nacidos y a muchas de sus madres, hace un daño futuro a familias, comunidades, y al mundo, aunque a veces este daño no se ve.

Pero creo que los cristianos no deberían utilizar este argumento en contra del aborto, y he aquí el por qué: esto asigna el valor basado en (presuntos) logros. Es un argumento utilitario —asignar valor intrínseco basado en la “utilidad” del individuo— y los argumentos utilitarios son más adecuados para el razonamiento de los grupos proaborto, no para los provida. Entonces, aquellos que están considerando el aborto están ya empleando el utilitarismo en su pensamiento. Por ejemplo: “Este niño tendrá una vida pobre, así que lo mejor es evitar que experimente esa pobreza”. “Este niño va a interferir con mis planes futuros, lo mejor es terminar mi embarazo hasta que esté realmente lista”.

El razonamiento también falla en considerar que actualmente estamos peligrosamente cerca del aborto basado en el valor futuro. En Estados Unidos, es peligroso ser un no nacido afroamericano. En China, es peligroso ser una niña no nacida. A medida que los tratamientos de fertilidad avanzan, los padres tienen el potencial de algún día “diseñar a la medida” a sus bebés, hasta el color del cabello y ojos. ¿Qué se hará, entonces, con los bebés “defectuosos”? Serán desechados como basura. Y, por supuesto, los abortos de los niños no nacidos con síndrome de Down y otras condiciones desafortunadas para sus padres ya son comunes.

¿Qué ocurrirá en el día, que se acerca rápidamente, cuando la tecnología nos pueda mostrar que un niño va a ser avanzado mentalmente? ¿Qué ocurre con los fetos “promedio” mentalmente, entonces? Algunos preguntan a los defensores de derechos de los homosexuales si ellos permanecerían a favor del aborto si en el futuro ese elusivo “gen gay” que siguen buscando se pueda encontrar. ¿Qué pasa si las madres quieren abortar fetos que dan positivo a este gen gay?

No, la visión utilitaria de la vida humana no tiene lugar en la cosmovisión cristiana, y no debemos darle cabida en nuestros esfuerzos contra el aborto, por poderosos o convincentes que esos argumentos sean.

Las razones bíblicas para argumentar a favor de la vida no tienen nada que ver con la “utilidad” que una persona tiene para una familia o sociedad. La Biblia nos llama a ser provida en base a la realidad de que todas las personas están hechas a la imagen de Dios, que Dios nos ha creado iguales, y que por lo tanto toda la vida es preciosa, ya sea que una persona cure el cáncer o tenga cáncer, gane una medalla olímpica o paralímpica, pueda componer como Mozart o cantar como Roseanne Barr.

Supongamos que pudiéramos salvar a los futuros Einsteins y Beethovens de quien busca abortarlos. Todavía sería trágico y pecaminoso tener la perspectiva de eliminar a las futuras madres que se quedan en casa, a los mecánicos de camiones, y a los conserjes. Sabes, hay muchas más “personas comunes” que “individuos extraordinarios”, así llamados. Más atrevidamente: el aborto está mal, ya sea que abortes a la próxima Madre Teresa o al próximo Adolf Hitler.

Providas, no juguemos ese juego. Deja los argumentos utilitarios a los que se han denominado ingenieros de la utopía. Seamos cristianos que viven en el reino de Dios en su lugar.

“Si he negado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron queja contra mí, ¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando El me pida cuentas, ¿qué Le responderé? ¿Acaso Aquél que me hizo en el seno materno, no lo hizo también a él?  ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?” (Job 31:13-15).


Publicado originalmente en For the Church. Traducido por Alicia Ferreira.
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