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Por primera vez en la historia, México será gobernado por la izquierda. Las elecciones fueron sin precedente, con una participación ciudadana de un 63% (43,521,605 millones de personas acudieron a las urnas) de acuerdo al Instituto Nacional Electoral.

El indudable ganador fue Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien obtuvo el 52.3% de los votos, el doble de su contrincante más cercano, Ricardo Anaya (22.5%). No solamente AMLO ganó la presidencia, sino también la mayoría en el Senado.

En otras palabras: el pueblo mexicano decidió democráticamente elegir un gobierno izquierdista. Esta ha sido precisamente la tendencia en varios países latinoamericanos. Históricamente, la izquierda se ha opuesto a algunos principios bíblicos claves (cabe mencionar que la derecha política también).

Definir “la izquierda” es sumamente complicado puesto que, como cualquier movimiento político e ideológico, varía de acuerdo a su contexto, y además de subdivide en formas de pensar. De manera sencilla, “designa a las personas, los partidos y las instituciones que, en un lugar determinado y en un tiempo dado, favorecen el cambio social”. 

En cuanto a México, los próximos seis años juzgarán si esta fue una elección correcta o incorrecta.

Mientras tanto, ¿cómo debe reaccionar la iglesia ante esto? Mi propósito no es polemizar si la elección fue buena. Muchos cristianos votaron por AMLO por diversas razones, incluyendo el que se haya aliado con un partido de influencia evangélica (el PES). El propósito de este escrito, más bien, es mirar a la Biblia y ver cuál debe ser nuestra respuesta ante un nuevo gobierno.

1. Respeto y sumisión bíblica.

Pablo escribe:

“Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos. Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella”, Romanos 13:1-3.

Las autoridades que gobiernan, sean democráticas o autoritarias, están allí porque Dios les permitió llegar allí.

Dios obra a través de medios. Esto incluye la voluntad humana. Ningún gobierno está fuera del decreto soberano de Dios. Las autoridades que gobiernan, sean democráticas o autoritarias, están allí porque Dios les permitió llegar allí.

Pablo escribe estas palabras estando bajo un gobierno autoritario y de persecución. Y sin embargo, inspirado por el Espíritu Santo, afirma que la Iglesia debe someterse y ser de buen ejemplo ciudadano. El lenguaje es fuerte: quienes se resisten al gobierno “recibirán condenación sobre sí mismos”. Lo mejor que puede hacer un ciudadano cristiano, dice Pablo, es hacer lo bueno.

2. Participación ciudadana responsable.

Vivir en una sociedad democrática es una gran responsabilidad. El cristiano debe ser de influencia en su sociedad, y tiene el derecho a serlo por los medios que la misma ley establece.

Un cristiano puede involucrarse en su país votando, opinando, mandando cartas a sus gobernantes, e incluso involucrándose responsablemente en la política. No hay razón para pensar que un cristiano no puede involucrarse en tal esfera de la sociedad; si bien es un ambiente difícil, también es uno con gran potencial de influencia.

Puesto que toda ley tiene aspectos morales, el cristianismo puede ser de influencia al oponerse a leyes inmorales que atenten contra la vida, la familia, la libertad, y el sentido común. Esto se vuelve cada vez más importante, debido a que la sociedad occidental en los últimos años tiende a ir fuertemente en contra de la moralidad cristiana.

El cristiano debe ser de influencia en su sociedad, y tiene el derecho a serlo por los medios que la misma ley establece.

Una participación ciudadana responsable incluye, de ser necesario, tomar la posición de protesta pacífica. Una vez más, la misma ley le da a los ciudadanos el derecho a hacerlo. Por lo tanto, protestar pacíficamente no es una falta de sujeción al gobierno, ya que el mismo gobierno lo permite. En México, el artículo noveno de la Constitución establece:

“No se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto, a una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta, ni se hiciere uso de violencias o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee”.

En otras palabras, todo ciudadano mexicano tiene el derecho a la protesta pacífica.

3. Oposición a un gobierno o ley injusta.

¿Qué pasa cuando un gobierno manda legislar una ley injusta? Una ley injusta e inmoral podría ser legalizar o promover el aborto, atentar en contra de la familia natural y bíblica (Mt. 19:4), prohibir leer la Biblia, etcétera.

La Biblia nos da un ejemplo de qué hacer en estos casos. En Hechos 4, el Sanhedrín, que era el concilio judío más alto en Israel, le prohibió a los apóstoles predicar el nombre de Jesucristo. A esto respondieron Pedro y Juan:

“Ustedes mismos juzguen si es justo delante de Dios obedecer a ustedes en vez de obedecer a Dios. Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, Hechos 4:19-20 (énfasis agregado).

El argumento de los apóstoles es: lo que nos están mandando es injusto. Por lo tanto, no podemos obedecerlo.

Las Escrituras le permiten al creyente no someterse ante una ley contraria a la Palabra de Dios.

Cuando la iglesia escucha lo sucedido, lo primero que hace es reconocer la completa soberanía de Dios (Hch. 4:24). Tiempo después, Pedro es arrestado de nuevo, y cuando le preguntan por qué desobedeció al mandato, dice la Palabra:

“Pero Pedro y los apóstoles respondieron: ‘Debemos obedecer a Dios en vez de obedecer a los hombres’”, Hechos 5:29.

Notemos que son Pedro y los apóstoles quienes responden de esta manera. Por lo tanto, es razonable y seguro afirmar que las Escrituras le permiten al creyente no someterse ante una ley contraria a la Palabra de Dios.

Esta ha sido la práctica de la Iglesia histórica. Es por esto que existen las iglesias clandestinas, las imprentas secretas, o el movimiento misionero de “acceso creativo”.

Entonces, los cristianos tenemos la responsabilidad de someternos bíblicamente a nuestro gobierno, de involucrarnos de manera correcta, y de oponernos a cualquier injusticia, incluyendo la injusticia de parte del gobierno.

La Iglesia cristiana en México tiene un nuevo reto: aprender a vivir bajo un gobierno de izquierda que hasta ahora se ve algo nebuloso e incierto. Oremos que Dios nos de la sabiduría para representar a nuestro Señor Jesucristo correctamente en un mundo que cada vez le rechaza más.


Imagen: Vice.
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