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¿Cómo usarás tus dones este nuevo año?

Estaba en medio de una gran multitud en un concierto de U2 cuando lo entendí por primera vez. Los miles de fanáticos alrededor de mí extendieron juntos sus brazos en una postura de alabanza. Nuestros corazones se inflamaron de emoción. Mientras cantábamos y adorábamos juntos, me di cuenta de que la atmósfera en el anfiteatro se sentía similar a lo que yo experimentaba durante la adoración la mañana del domingo. Miré alrededor, a los rostros de aquellos que estaban en el concierto conmigo, y me di cuenta de golpe que, como dijo Bono, “[Nosotros] todavía no hemos encontrado lo que [estamos] buscando”.

El talento, a final de cuentas, no es para vender camisetas. Los dones creativos que Dios ha puesto dentro de nosotros son para mucho más que eso. Después de ese momento, no pude evitar ver la parodia del talento a mi alrededor: pensadores, artistas, músicos, escritores, y artesanos talentosos con dones dados por Dios pero que, por la caída, no los usan para Su gloria.

Como alguien que ama a la iglesia con cada una de las células que Dios diseñó en mi cuerpo, y que sabe que la cosecha es mucha y los obreros son devastadoramente pocos, no puedo evitar lamentarme por los dones que se han perdido a causa de la fama, la riqueza, y el logro personal. Este dolor no me ha motivado principalmente a mirar a aquellos que aparecen en los titulares de prensa y juzgar el cómo usan sus talentos. Más bien, me ha llevado casi a la obsesión de asegurarme de que mis propios dones no sean desperdiciados y de recordarle a los demás que hagan lo mismo. Al pasar la página a un nuevo año, oro que la obsesión sea una chispa que estalle hasta volverse un incendio forestal.

Para el bien común

En mi rol como líder del ministerio de mujeres en mi iglesia local, veo la parodia del talento casi a diario. Las mujeres a las que lidero frecuentemente no saben cuáles son sus dones o no sienten que tengan permiso de usarlos. Así que los dones de enseñanza, ánimo, hospitalidad, oración, profecía, exhortación… se quedan envueltos. Estas mujeres no están necesariamente usando sus dones para querer ponerse en el centro del escenario. Simplemente no los están usando para nada. Los dones que se supone que deben equipar a la Novia para su misión de buscar y salvar a los perdidos se convierten algo así como un regalo olvidado, abandonado para acumular polvo debajo del árbol de Navidad. El fenómeno no es solo en mi iglesia, y no es solo en las mujeres. Al pueblo de Dios le han sido dados dones asombrosos, y con demasiada frecuencia los enterramos en el patio trasero. Siento la pérdida de ellos en mis huesos.

La Palabra de Dios es muy clara: mis dones te pertenecen. Tus dones me pertenecen. Mientras la cultura cada vez se enfoca más en la idea de que nuestro “llamado” es usar nuestros talentos y habilidades para crear nuestra propia marca, la Palabra de Dios habla una verdad diferente:

“Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad (con sencillez); el que dirige (presta ayuda), con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría” (Ro, 12:4-8, énfasis añadido).

En este pasaje, Pablo nos da dos principios esenciales de nuestra teología de los dones. Son tan sencillos, que podríamos ser tentados a pasarlos por alto. Mientras planeamos y oramos por el año que está delante, detengámonos y escuchemos detenidamente: Tenemos dones. ¡Debemos usarlos!

No tenemos que esperar la oportunidad perfecta o a que un miembro del equipo pastoral nos pida servir. Al considerar mi propio rol en el cuerpo, he empezado a hacerme esta pregunta constantemente: “¿Qué dones poseo de manera única que la iglesia necesita desesperadamente?”. Mientras haces resoluciones en oración para el 2018, me gustaría invitarte a hacerte la misma pregunta y a luego ocuparte haciendo las cosas que haces mejor para el bien del pueblo de Dios.

Tenemos dones. ¡Debemos usarlos!

En su carta a Timoteo, Pablo da un consejo que todos debemos escuchar con urgencia, “No descuides el don espiritual que está en ti” (1 Tim. 4:14). Nos pertenecemos los unos a los otros. Pablo reconoció que todos somos diferentes en nuestras funciones pero unidos en nuestro propósito de servir a Cristo, y nos recordó que somos “individualmente miembros los unos de los otros”. Este era una canción que Pablo cantaba a menudo.

“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común” (1 Cor. 12:4-7).

“Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef. 4:11-13).

Pedro lo dijo de este modo: “Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve (que ministra), que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pe. 4:10-11).

Tus dones me pertenecen. Mis dones te pertenecen. Entregamos nuestro tiempo y talento por la salud del cuerpo al que todos estamos unidos a través de Cristo. En lugar de usar mis dones principalmente para servir a mis propias necesidades y atender mis proyectos personales, los rindo para el bien de otros. Es una distribución de riqueza que funciona porque estamos construyendo algo sobrenatural juntos.

Atesorando todos los dones

Mientras consideramos nuestra teología de los dones, vale la pena notar que Dios nos ha dado “dones espirituales” pero que no todos parecen súper espirituales. Solo pregúntale a Bezalel.

“El Señor habló además a Moisés diciendo: ‘Mira, he llamado por nombre a Bezalel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá. Y lo he llenado del Espíritu de Dios en sabiduría, en inteligencia, en conocimiento y en toda clase de arte, para elaborar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en el labrado de piedras para engaste, y en el tallado de madera, a fin de que trabaje en toda clase de labor. Mira, Yo mismo he nombrado con él a Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan. En el corazón de todos los que son hábiles he puesto habilidad a fin de que hagan todo lo que te he mandado’” (Ex. 31:1-6).

Bezalel no era pastor. Él no era profeta. Él era un artesano. Él trabajaba con sus manos, pero en lugar de usar sus dones para construir un palacio para sí mismo, los usó para crear un tabernáculo para que el pueblo de Dios pudiera tener un lugar de adoración. Esta es una imagen de los dones en el cuerpo. No hay dones de primera y segunda categoría. Solo hay dones esenciales para ser usados para edificar a la iglesia, equipar y animar a los santos, y dar gloria a Dios.

Estoy convencida de que los mejores de los mejores en toda área de pensamiento, arte, industria, y creatividad están sentados junto a mí en las bancas en la mañana del domingo. La parodia sucede cuando esos regalos permanecen sin abrir, y el pueblo de Dios tiene que seguir sin ellos. ¿Qué estamos esperando, iglesia? Ocupémonos haciendo las cosas que estamos equipados de manera única para hacer. No sacrifiquemos otro don para la cultura o permanezcamos parados permitiendo que se queden sin abrir. Como cada uno de nosotros tiene dones (¡y los tenemos!) usémoslos para servirnos unos a otros.


Publicado originalmente en ERLC. Traducido por Ana Ávila.
Imagen: Lightstock.
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