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Hace poco los ancianos de nuestra iglesia se reunieron después del servicio dominical para orar por un miembro que había recibido un difícil diagnóstico médico. Aunado a esto, su próximo viaje a Haití complicaba la situación ya que iba a trabajar como enfermera en una misión a corto plazo. Incluso después de escuchar el difícil diagnóstico, ella sentía el deseo de ir, pero ahora se presentaban nuevas inquietudes: estaría en un país extranjero, y sería difícil obtener atención médica de calidad en caso de que su impredecible condición lo requiriera.

Avisamos a los ancianos que nos reuniríamos con ella y su familia después del servicio. Como lo he hecho en otras ocasiones, elegí de entre la colección de pequeños frascos de mi esposa y tomé el aceite esencial para el liderazgo en la iglesia local: el que utilizamos para ungir.

Un pasaje en Santiago

Esta no era la primera vez que nos reuníamos como ancianos para orar juntos y ungir a un miembro en circunstancias inusuales, y probablemente no sería la última.

Tal práctica puede ser extraña para muchos de nosotros que crecimos en iglesias evangélicas tradicionales. Marcos 6:13 menciona a los discípulos de Jesús ungiendo “con aceite a muchos enfermos”, pero Santiago 5:14-15 es el único pasaje que claramente prescribe esta práctica en la vida de la iglesia:

“¿Está alguien entre ustedes enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará. Si ha cometido pecados le serán perdonados”.

Cinco puntos importantes hacen que esta unción cristiana de los enfermos sea distinta de cualquier otra unción.

1. ¿Quién debe llamar a los ancianos?

El versículo 15 deja en claro que la palabra “enfermo” en el versículo 14 no se refiere a un resfriado común, a un dolor de estómago, o incluso a una influenza. Podríamos considerarnos “enfermos” más rápido hoy en día de lo que lo hacían en el primer siglo. La oración de los ancianos es para aquellos en circunstancias serias y en apuros excepcionalmente difíciles. Un comentarista dice que “esta persona enferma está postrada en cama y potencialmente le es imposible incluso orar por sí misma”.[1] Otro comentarista[2] apunta a cinco indicadores en el texto de que la situación es grave: los ancianos son llamados a la persona enferma; los ancianos hacen toda la oración; se dice que la persona está “exhausta” o “agotada” (ese es el significado de “enfermo” en el versículo 15); la fe de los ancianos es notoria, no la de la persona enferma; y los ancianos oran por la persona (postrada). (Nótese aquí que, contrario a las afirmaciones del llamado “evangelio de la prosperidad”, esta oración de fe no es ofrecida por la persona enferma, sino por los ancianos).

Llamar a los ancianos no es la primera opción del cristiano en cualquier tipo de enfermedad o situación incómoda. Sin embargo, los cristianos tienen un apoyo en la iglesia local cuando están en condiciones físicas extremas y continuas. Dicho apoyo no sustituye la ayuda médica, sino que es una apelación a Dios en conjunto con esta.

2. ¿Quién debería venir?

Santiago 5:14 menciona específicamente a los ancianos de la iglesia. El Nuevo Testamento atribuye consistente y generalmente el liderazgo formal en la iglesia local a una pluralidad de ancianos (Hch. 14:23, 20:17, 21:18; 1 Ti. 4:14, 5:17; Ti. 1:5; 1 Pe. 5:15). No es anciano (singular), pues no es un ministerio de un solo hombre, sino ancianos (plural), un equipo de pastores-ancianos que dirigen la iglesia juntos.

“Anciano” es el mismo cargo que a menudo se conoce como “pastor” hoy en día (basado en el sustantivo pastor en Ef. 4:11, y sus formas verbales en Hch. 20:28 y 1 Pe. 5:2). El mismo oficio también es mencionado dos veces como “obispo” en cuatro textos (Hch. 20:28; Fil. 1:1; 1 Ti. 3:1-2; Ti. 1:7). Estos son los líderes formales en la iglesia local que no tienen autoridad ni ejercen el poder por sí mismos, sino que sirven en un papel designado por Dios, afirmado por la iglesia, en el que representan a Cristo delante de Su iglesia (en la medida en que sean fieles a la palabra del Señor), y la iglesia a Cristo.

Llamar a los ancianos es la forma en que la persona enferma viene a la iglesia a pedir oración colectiva.

3. ¿Qué deberían hacer los ancianos?

Los ancianos deben orar. El énfasis en el pasaje está en la oración, no en la unción. “Y que ellos oren por él, ungiéndolo…”. La gramática del pasaje comunica que la razón central por la que los ancianos han venido es a orar. La oración es primordial; la unción es secundaria. La unción, como veremos, acompaña a la oración. El poder no está en el aceite, sino en el Dios a quien oramos.

La oración es primordial; la unción es secundaria. El poder no está en el aceite, sino en el Dios a quien oramos.

Nota aquí que (a diferencia del sacramento católico de “extremaunción” que afirma tener su base en Santiago 5), la oración y el objetivo de la unción es la restauración de la vida, no la consagración para la muerte.

4. ¿Por qué ungir con aceite?

Aquí está la parte que puede parecer extraña para algunos hoy en día. El problema es que quizá nunca hayamos considerado el significado del aceite y del acto de la unción en las Escrituras.

En toda la Biblia, la unción con aceite simboliza la consagración a Dios (como en Éx. 28:41; Lc. 4:18; Hch. 4:27, 10:38; 2 Co. 1:21; He. 1:9). El acto de la unción no confiere automáticamente, como algunos afirman, la gracia y la remisión del pecado. Más bien, es un “medio de gracia” que acompaña a la oración para aquellos que creen. Al igual que el ayuno, la unción es un siervo, o un intensificador de la oración, es decir, una forma de ir más allá de nuestros patrones diarios en circunstancias inusuales.

La unción con aceite es un acto externo del cuerpo que acompaña y expresa el deseo interno y la disposición de la fe para dedicar a alguien a Dios de una manera especial. No se refiere a algo meramente medicinal, como algunos afirman, aplicándolo hoy a la medicina moderna junto con oración. Tal visión pasa por alto la riqueza de la teología a través de las Escrituras sobre el simbolismo y la importancia de la unción.

El acto de la unción no confiere automáticamente la gracia y la remisión del pecado. Es un “medio de gracia” que acompaña a la oración para aquellos que creen.

De hecho, la unción es tan significativa que el Rey que había sido prometido por largo tiempo, quien finalmente descubrimos que es el Hijo eterno de Dios, es llamado Mesías en hebreo, Cristo en griego, que significa ungido. Cristo mismo es la manifestación más grande de consagración a Dios en su vida humana perfecta, muerte humana expiatoria, y en su resurrección humana y victoriosa de la tumba.

Por tanto, aquí en Santiago 5, como escribe[3] Douglas Moo: “Mientras que los ancianos oran, deben ungir a la persona enferma, para simbolizar que esa persona está siendo apartada a una atención y cuidado especial de Dios”. La unción no produce automáticamente curación, sino que sirve como una expresión de oración, y como un intensificador de nuestra súplica, pidiéndole a Dios y esperando en Él para obtener sanidad.

Si preguntas, entonces, qué tipo de aceite deberíamos usar, mi respuesta sería, a la luz de la teología de la unción: no un aceite barato. El verdadero objetivo del aceite es simbolizar la gravedad y la urgencia de la ocasión a través de un lujo y gasto (apropiado). Este no es el momento para buscar economizar. Lo especial del acto está ligado a la preciosidad del aceite.

5. ¿Cómo deberían orar?

Finalmente, tenemos una claridad específica e importante sobre cómo deberían orar los ancianos: “En el nombre del Señor”. El poder no está en el aceite ni en los ancianos, ni siquiera en sus oraciones, sino en Dios, en el nombre de Jesucristo. Cuando Dios responde con sanidad, no lo hace de manera decisiva por causa del aceite o de los ancianos, sino por la obra de su Hijo, Jesús.

Esto significa que los ancianos pueden orar con valentía y confianza. Donde dos o tres ancianos se reúnen para hacer una oración especial, allí deben esperar que Dios se mueva. La “oración de fe” en el versículo 15 es simplemente la oración de los ancianos del versículo 14: la oración ofrecida en fe que puede, y a menudo logra, sanar.


[1] James (Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament), 242.

[2] The Message of James (Bible Speaks Today), 194.

[3] The Letter of James (The Pillar New Testament Commentary), 242.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Carolina López Ortiz.
Imagen: Lightstock.
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