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La inmensa mayoría de los pastores están en el ministerio porque quieren hacer una diferencia. Cuando hablas con ellos acerca de qué significa esta “diferencia”, la mayoría dirá algo que tenga que ver con ayudar a las personas a conocer y seguir fielmente a Jesús. Hay poco desacuerdo acerca de lo que estamos haciendo. El cómo… eso es otra historia.

Como pastor, mi bandeja de entrada, al igual que mi Twitter, y las revistas a las que me suscribo, están llenas de ideas sobre cómo tener un ministerio estratégico. Abundan los libros que buscan ayudarnos a reimaginar, reinventar, y repensar la Iglesia. Visionarios, catalizadores, y otros expertos dan sus opiniones. Quieren que pongamos en práctica sus estrategias. Desde luego, no estoy en contra de pensar, evaluar, y tratar de ministrar fielmente en nuestro contexto cambiante. Pero sí me canso de la ráfaga de nuevas ideas. No somos los primeros cristianos, ni somos los primeros en enfrentar desafíos. Por otra parte, no se nos ha dado un conjunto diferente de Escrituras para guiar y gobernar la iglesia hoy. Si creemos en la suficiencia de las Escrituras, entonces debemos sostener que se nos ha dado todo lo que necesitamos para equiparnos y navegar con fidelidad, e incluso para prosperar, en nuestros respectivos contextos.

A la luz de esto, ¿qué hacían los apóstoles cuando se enfrentaban a desafíos? Cuando consideraban sus metas y retos, ¿qué hacían? Oraban. Lee las epístolas a las iglesias y observa lo que hacen (por ejemplo, Ef. 1:15-22, 3:14-21; Fil. 1:9-11; Col. 1:9-13). ¿Por qué? Porque entendían que la naturaleza de la batalla no era carnal. No podía ser ganada mediante demostraciones de sabiduría, innovación, habilidad personal, o alguna otra manera. La naturaleza de la batalla es espiritual. Por lo tanto, el trabajo es espiritual (Ef. 6:10-20). Así que oraban, y mucho.

Mis consejos para un ministerio estratégico no son realmente muy creativos. Ciertamente no son innovadores. Son, más bien, a la antigua, atemporales, y han pasado la prueba del tiempo.

Si deseas dar en el blanco y ayudar a las personas a conocer y seguir fielmente a Jesús, entonces necesitas orar. Esa es la mejor estrategia.

Quiero darte tres aspectos de la oración que creo son especialmente estratégicos para el ministerio.

La oración privada

Como pastor, ayudo mejor a mi congregación cuando recuerdo las palabras de Jesús: “Separados de mí nada pueden hacer” (Jn. 15:5). Un aspecto clave del ministerio que permanece es un ministerio de oración; el ministerio es más que solo orar, por supuesto, pero nunca es menos que eso. Estoy seguro de que hago más bien a mi congregación por medio de la oración de lo que puedo imaginar.

He llegado a comprender este punto recientemente en muchas maneras. Un día oraba por un hermano en nuestra iglesia para que Dios le levantara la mirada y viera la belleza de la iglesia. Unos días más tarde recibí una nota de este mismo hombre expresando su amor por la iglesia. Otra pareja había sido inconstante en su asistencia al culto del domingo. Junto con otros, me puse en contacto con ellos, pero nada cambió. Al orar por ellos, vi cómo asistían con más frecuencia e incluso dijeron que debían darle más prioridad a ello. Podría seguir y seguir con ejemplos de gente por la que he estado orando —por su crecimiento, oración personal, evangelización, contentamiento, y servicio. Dios responde a las oraciones. Y a menudo responde las oraciones privadas del pastor antes de traer bendición sobre su ministerio público.

Pastor, tu oración en privado por la familia de la iglesia es un ministerio estratégico. Sugerencia: busca tiempo para tomar el directorio de los miembros de la iglesia y ora por cada nombre o familia.

La oración pastoral

La oración del pastor durante el servicio es particularmente estratégica. Además de lo que he mencionado anteriormente —con respecto a Dios respondiendo a la oración—, también tiene el efecto de discipular a la congregación y enseñarla a orar. Los pastores que reservan un tiempo para la oración, especialmente durante el tiempo de la reunión de la iglesia, sirven bien a su congregación. En este tiempo los pastores pueden modelar la alabanza bíblica, el lamento, la confesión, el arrepentimiento, la intercesión, y el quebranto.

Pastor, tu oración pastoral pública por tu familia eclesiástica es un ministerio estratégico. Por supuesto, hay precauciones apropiadas (ver Mt. 6:1; Lc. 20:47). Sugerencia: identifica áreas en las que te gustaría ver crecimiento en tu iglesia, y conviértelas en asuntos de oración pastoral. Identifica las necesidades reales y cotidianas en tu iglesia y ora por ellas. Anclar nuestras oraciones en la Biblia y en la asamblea ayudará a reforzar lo que nosotros como iglesia debemos ser y hacer. Este ministerio estratégico, con el tiempo, sin duda rendirá beneficios sorprendentes.

La oración corporal

Los cristianos deben ser personas que oran. Esto no se limita a los pastores, sino que incluye a todos los miembros de la iglesia (Col. 4:2; 1 Tes. 5:17). Y esto no se limita solo a un tiempo de silencio en la mañana. Debe ser todo el tiempo, y sobre todo cuando la iglesia se reúne para orar. Históricamente, las iglesias tenían una reunión de oración, un tiempo apartado en que la iglesia se reunía para orar. Lamentablemente hoy en día esto es mucho menos común. Pero es precisamente en ese momento, cuando la iglesia se reúne para orar por la iglesia y sus necesidades, que las personas son moldeadas. Al orar juntos —hombres y mujeres— pidiendo que el nombre de Dios sea santificado y que se haga su voluntad, la iglesia es recalibrada según Dios y su Palabra.

Pastor, tu reunión de oración corporal es un ministerio estratégico. Sugerencia: si actualmente no tienes una reunión de oración, considera apartar algo de tiempo por mes (¡o por semana!) para que la iglesia se reúna a orar. No te arrepentirás.

La Iglesia ha existido durante siglos. Generaciones han ido y venido, al igual que los desafíos. Ciertamente tenemos retos que son únicos en nuestro contexto actual; sin embargo, los medios por los cuales respondemos a estos retos no han cambiado.

La oración es un ministerio estratégico. Cualquier estrategia de ministerio que no incluya o enfatice la oración es una mala estrategia.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Daniel Lobo.
Imagen: Lightstock
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