¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Jonás es fascinante. Se considera un libro profético a pesar de contener solo una oración de predicación. (De sus 48 versículos, 47 son narrativas). Jonás es también el único profeta en la Biblia enviado a los gentiles. Otros hablan sobre los gentiles, pero solo Jonás es enviado a ellos.

Y, por supuesto, es tragado por un pez y vive para contarlo.

Al reflexionar sobre el libro de Jonás, G. Campbell Morgan bromeó una vez: “Los hombres han estado mirando tanto al gran pez que no han logrado ver al gran Dios”. En su nuevo volumen, El profeta pródigo: Jonás y el misterio de la misericordia de Dios (B&H Español), Tim Keller desarrolla la clásica historia de Jonás con una perspectiva característica. De principio a fin, Keller dirige nuestra atención hacia el gran Dios, lleno de justicia y misericordia, que persigue tanto a pródigos como a fariseos.

Le pregunté a Keller, vicepresidente de TGC y expastor de Redeemer Presbyterian Church (Iglesia Presbiteriana Redentor) en Manhattan, acerca de los paralelismos en Jonás con Lucas 10 y 15, así como las lecciones de Jonás sobre el racismo, la evangelización, la justicia social, y más.


¿De qué manera las acciones de Jonás reflejan tanto al hermano menor como al hermano mayor en la parábola de Jesús del hijo pródigo (Lc. 15)?

Muchos comentaristas han notado esto. En la primera mitad del libro, Jonás actúa como el pródigo (Lc. 15:11-24); huye de Dios en desobediencia a su voluntad. Luego, en la segunda mitad del libro, Jonás obedece la orden de Dios y va a Nínive. Pero cuando Dios tiene misericordia de los malvados paganos, actúa como el hermano mayor (Lc. 15:25-32), regañando a Dios por perdonar a los pecadores arrepentidos. Además de esto, el libro de Jonás termina con una pregunta de Dios al profeta farisaico, al igual que la parábola termina con una pregunta al hijo farisaico. Y, en ambos casos, la narración termina sin que nosotros escuchemos la respuesta. Ambos son momentos de suspenso. He leído a algunos que piensan que Jesús tenía el libro de Jonás en mente cuando formuló su parábola. Creo que eso es altamente especulativo, pero la similitud entre las dos recuentos es la razón por la que titulé al libro El profeta pródigo.

Usted observa que los predicadores y maestros tienden a pasar por alto las interacciones de Jonás con los paganos (capítulos 1 y 3), excepto tal vez al observar que deberíamos estar dispuestos a llevar el Evangelio a tierras extranjeras. ¿Cuál es una lección clave que debemos aprender de estos episodios?

Jonás es llamado a ir a gente de una raza y religión diferente, y predicarles la voluntad y la ira de Dios. Se niega a ir; e incluso después de estar con ellos, rápidamente les muestra su hostilidad. Sin embargo, primero en el capítulo 1 y luego de nuevo en el capítulo 3, cuando Jonás entra en contacto directo con los paganos, ellos actúan más admirablemente que él en todos los sentidos. Este tema es demasiado prominente para ignorarlo.

El autor del libro nos enseña que los “malvados paganos” pueden mostrar más virtud moral que un profeta, portador de revelación divina, llamado por el Dios vivo. ¿Cuáles son las implicaciones? Para empezar, es un tema que el Nuevo Testamento desplegará aún más claramente, es decir, que todos nosotros, paganos y religiosos, judíos y gentiles, somos pecadores y estamos perdidos, y solo podemos ser salvos por gracia. Otra implicación bastante clara es que la actitud de Jonás hacia las diferencias religiosas y raciales está siendo fuertemente criticada.

¿De qué manera Jonás y el Buen Samaritano (Lc. 10) son polos opuestos?

Tanto el Buen Samaritano como Jonás están ambos en contacto con alguien que es de una raza y religión diferente. El Samaritano arriesga su vida para ayudar al hombre en el camino. Fue valiente de su parte detenerse en un lugar remoto con ladrones alrededor. Por el contrario, Jonás se niega a ayudar a un grupo de paganos (los ninivitas) y huye, poniendo en peligro a otro grupo de paganos (los marineros en el barco). Jonás no tenía excusa. Tenía el libro de Génesis. Sabía que todos los humanos son hechos por Dios, a su imagen.

Calvino en su Institución dice que la belleza de la imagen de Dios debe movernos para ayudar a cualquier ser humano, independientemente de su raza, estatus, o falta de moralidad. La imagen de Dios significa que debemos tratar a otros seres humanos como Dios merece: “Cada [cristiano] se considerará así a sí mismo… un deudor de sus vecinos [que] debe, en el ejercicio de la bondad hacia ellos, no fijar otro límite que el fin de sus recursos” (Institución 3.7.7). Así respondió el Samaritano, pero no Jonás.

“Por lo general, aquellos que están más preocupados en trabajar por la justicia social no se levantan y hablan claramente del juicio del Dios de la Biblia sobre aquellos que no hacen Su voluntad”. “Por otro lado, aquellos que predican públicamente el arrepentimiento con mayor fuerza no suelen ser conocidos por exigir justicia para los oprimidos”. ¿De qué manera el libro de Jonás cuestiona esta común dicotomía?

Esta fue mi conclusión después de estudiar el capítulo 3 por largo tiempo. Muchos predicadores dicen que Jonás probablemente dijo más que: “Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jon. 3:4). Asumen que también predicó un mensaje de gracia. Pero el texto no dice eso (y su temperamento en el capítulo 4 no nos lleva a creer que así lo hizo). Además, tendemos a pensar que el arrepentimiento de los ninivitas fue una conversión masiva. Pero no hay ninguna mención alguna del nombre del pacto YHWH, ni ninguna declaración de que ellos detuvieron a sus ídolos o fueron circuncidados. Lo que dice el texto es que dejaron de actuar con violencia unos a otros: dejaron de explotarse, abusar, y matarse unos a otros. Y si miras las palabras de los profetas a las naciones gentiles en Isaías, Amós, y Ezequiel, ellos también les hablaron principalmente de su crueldad e injusticia hacia los débiles.

Lo que sucedió en Nínive, entonces, fue lo que llamamos reforma social, y Dios se sintió lo suficientemente complacido con ella como para perdonar a la ciudad. Concluyo que Jonás predicó la ira de Dios, y que la respuesta fue la reforma social. Eso me hizo preguntar: Aquellos que conozco que trabajan en las ciudades por la reforma social, ¿hablan sobre la ira de Dios? Y, aquellos que predican públicamente la ira de Dios, ¿se ocupan también de la justicia social? No digo que no haya excepciones, pero en mi experiencia estas cosas no se juntan.

Cuando se trata de evangelismo y de hacer justicia, rechazas dos formas comunes de concebir la relación: “dos alas de un avión” y “medios para justificar un fin”. ¿Puedes expandir estas ideas?

Entro en más detalle sobre esto en Justicia generosa. Pero en este volumen sobre Jonás, de paso, señalo dos puntos de vista comunes de la relación que guarda el evangelismo con la justicia y la compasión. La primera es la afirmación de que el evangelismo y la justicia son “dos alas en un avión”. El problema con esta analogía es que: (a) separa los dos en lugar de reconocer cuán integrales son el uno al otro en el ministerio; y, (b) no reconoce la diferencia entre la iglesia y los cristianos individuales. Mientras que la iglesia debe discipular a los creyentes para que sean sal y luz, para que estén involucrados en hacer justicia y a menudo en procesos políticos, la iglesia misma debe enfocarse en el ministerio de la Palabra y en los sacramentos, en producir nuevos cristianos y formarlos para el ministerio en el mundo. He visto muchas iglesias que piensan que los ancianos de la iglesia local no solo pueden pastorear a la congregación, sino también supervisar proyectos de vivienda asequibles entre otras cosas. Eso no es ni teológicamente, ni prácticamente correcto.

Debemos evangelizar a la gente porque la cosa más amorosa que podemos hacer por cualquier persona es ayudarle a conocer a Cristo para siempre.

Por otro lado, el punto de vista de los “medios para justificar un fin” es que solo ayudamos a los pobres y trabajamos por la justicia como una manera de hacer que la gente crea el evangelio y se convierta. Ahora bien, las buenas obras pueden llevar a la gente a glorificar a Dios, como Mateo 5:16 y 1 Pedro 2:12 indican. Pero debemos hacer cosas buenas por las personas simplemente porque las amamos. Debemos evangelizar a la gente porque la cosa más amorosa que podemos hacer por cualquier persona es ayudarle a conocer a Cristo para siempre. Sin embargo, debemos servir “un vaso de agua fría” por exactamente la misma razón. Lo hacemos para amarlos, crean como nosotros o no. Dar ayuda solo para conseguir conversiones, y solo mientras pensamos que pueden convertirse, es manipulación, no amor.

¿Cuáles son algunas señales de advertencia de que un patriotismo saludable se está transformando en un nacionalismo idolátrico? ¿Dónde vemos esta dinámica en la vida de Jonás?

C. S. Lewis tiene un gran pasaje en Los cuatro amores, donde argumenta que el amor al país puede volverse idolátrico y, por lo tanto, un vehículo para la explotación y el mal. Escribió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando era aún más visible que el patriotismo puede volverse demoníaco. Dos señales indican que esto podría estar sucediendo en nuestra vida.

Una señal es cuando tu raza se vuelve una parte más fundamental en tu identidad que tu fe en Dios. Jonás sabía que si Nínive se arrepentía y recibía misericordia, podría ser malo para su nación. Así que puso sus intereses nacionales por encima de la necesidad que tenían los ninivitas de escuchar la verdad de Dios. Eso es hacer que tu amor y servicio a tu raza y nación sean más importante que tu amor y servicio a Dios. Lewis añade una segunda señal. Dice que cuando empiezas a encubrir la historia de tu nación, cuando no admites las cosas malas que tu nación ha hecho, entonces estás en peligro de empezar a sentirte tan superior a otros pueblos que puedes justificar la crueldad de tu nación.

¿Jonás era racista? ¿Cómo responderías a alguien que dice: “el complejo de superioridad de Jonás era de naturaleza teológica, no étnica. Factores únicos sobre su pacto y factores históricos-salvíficos estaban en juego en el antiguo Israel que no se traducen hoy en las tensiones raciales estadounidenses”?

Ciertamente no deberíamos interpretar nuestras tensiones raciales modernas en Jonás. No estoy seguro de que podamos decir que Jonás miró a los asirios exactamente como algunos blancos americanos miran a los negros americanos. Pero decir que Jonás solo se sentía superior teológicamente, esa lectura no es suficiente. No tiene en cuenta, en primer lugar, que Jonás está negando una orden directa de decirle a los ninivitas acerca de sus pecados. Si solo se sentía “teológicamente superior” a los asirios, ¿por qué no correr hacia la oportunidad de decirles lo equivocados que estaban?

Isaías, Jeremías, Amós, y Ezequiel recibieron oráculos denunciando naciones paganas. Ninguno de ellos se negó a liberarlos, aunque ciertamente sabían que eran teológicamente superiores a esas naciones. En segundo lugar, esta objeción no explica por qué el autor del libro repetidamente da una representación muy compasiva de los paganos en formas que hacen que Jonás se vea mal. Es una fuerte indicio de que la actitud de Jonás hacia los gentiles está errada. Juan Calvino, para nada un liberal moderno, dice que el pecado de Jonás fue que él era “muy inhumano” en su actitud hacia Nínive. Se negó a tratarlos como seres humanos a imagen de Dios y, por tanto, de igual valor que él y su pueblo. Creo que Calvino tiene razón.

Jesús no es un maestro más, que viene a decirte cómo puedes salvarte y encontrar a Dios. Más bien, Él es Dios mismo, vino a salvarte y encontrarte a ti. Jesús no es otro maestro; es un Salvador.

¿Cúal es “la señal de Jonás” de la cual habla Jesús (Mt. 12:38-42)? ¿De qué manera Jesús es el verdadero y mejor Jonás?

En Mateo 12, a Jesús se le pide una señal milagrosa para demostrar que es quien dice ser. Los escépticos quieren trucos de magia más espectaculares, por así decir, para que puedan estar convencidos de que es un maestro y erudito autorizado. Pero, Jesús no es un maestro más, que viene a decirte cómo puedes salvarte y encontrar a Dios. Más bien, Él es Dios mismo, vino a salvarte y encontrarte a ti. Jesús no es otro maestro; es un Salvador.

Así que la señal milagrosa de Jonás no es tanto una demostración de poder, sino una demostración asombrosa de debilidad. Jesús dejó de lado su gloria y derechos divinos y se humilló hasta el punto de muerte en la cruz. Así como Jonás fue arrojado al agua para salvar a los marineros de la ira de Dios, así Jesús sería arrojado a la muerte para soportar todo el castigo que nuestros pecados merecen, para salvarnos. Y, así como Jonás “regresó de entre los muertos”, así Jesús resucitó para nuestra justificación. Esa es la señal de Jonás.


PUBLICADO ORIGINALMENTE EN THE GOSPEL COALITION. TRADUCIDO POR EQUIPO COALICIÓN.
IMAGEN: UNSPLASH.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando