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Como muchos otros creyentes, siempre he tratado de tener un tiempo de devoción y oración cada mañana. Y como la mayoría de los creyentes, me ha resultado difícil ser consistente.

Imagina mi sorpresa cuando me encontré con un lugar en los Institutos de Juan Calvino donde argumenta que, cuando se trata de la oración diaria, una sola vez no es suficiente.

Calvino señala la exhortación a “orar sin cesar” (1 Ts. 5:17) y dice que, por supuesto, todo cristiano debe aspirar a orar a Dios constantemente durante el día. Pero agrega: “Dado que nuestra debilidad es tal que tiene que apoyarse en muchas ayudas, y nuestra lentitud es tal que necesita ser incitada, es apropiado que cada uno de nosotros separe ciertas horas para este ejercicio”.

Calvino enseñó que debemos designar tiempos fijos, aunque breves, durante los cuales “toda la devoción del corazón debe estar completamente concentrada”. Propuso cinco veces:

  1. cuando nos despertamos en la mañana
  2. antes de comenzar a trabajar
  3. a la comida del mediodía
  4. después de la comida (o después del día de trabajo)
  5. cuando nos estamos preparando para dormir por la noche

Inmediatamente agrega: “Esto no debe ser una observación supersticiosa de horas, como para pagarle nuestra deuda a Dios y obligarlo a escucharnos” (3.20.50).

Componer oraciones diarias

Aunque conocí esta exhortación hace años, solo recientemente supe que Calvino realmente preparó cinco oraciones para estos diversos momentos del día y las incluyó en su Catecismo de Ginebra de 1542/45. Eran ejemplos para que los usaran individuos y familias. Esto me animó a usar sus oraciones como base para componer las mías.

Animaría a otros a hacer lo mismo que hice con Calvino: toma estos como ejemplos y úsalos para componer los tuyos. Tener algo escrito que puedo leer y usar como base para orar a Dios, y tomar solo un minuto para cada uno, ha sido extremadamente útil para recordar la presencia de Dios y las verdades que aprendí esa mañana en la lectura de la Biblia. Se “enmarca” todo el día con Dios y el evangelio.

A continuación están las oraciones que uso. Una vez más, úsalas simplemente como base para crear las tuyas.

Al levantarse: por amor

Padre, gracias por la gracia que ha preservado mi vida hasta hoy. Ahora, dame suficiente amor para este día: un sentir del amor tuyo (para que no tenga miedo ni ganas de alejarme), un brote de amor por ti (para que no sea orgulloso o egoísta) y un amor que se derrame en los demás (para no ser frío ni estar distraído). Deja que tu Espíritu ilumine mi mente y amplíe mi corazón. Y debido a que no significa nada comenzar bien si uno no persevera, te pido que continúes y aumentes tu gracia en mí hasta que me haya llevado a la comunión plena con tu Hijo Jesucristo nuestro Señor, para que pueda ver su hermosa y grandiosa gloria. Y así como me acosté y me levanté esta mañana solo por tu gracia, mantenme con ánimo recordando alegremente que pase lo que pase, algún día experimentaré mi último levantarme: la resurrección; porque Jesucristo murió por mí y se levantó para mi justificación. En el nombre de Jesús.

Antes de la jornada laboral: por perseverancia

Señor, que todo el día pueda darme cuenta de tu presencia, que vea el fruto con paciencia de mis deberes, sabiduría y compasión en mis tratos, y protección paterna contra los peligros y las adversidades. Permíteme aceptar cualquier grado de éxito o dificultad en el trabajo que me das hoy, y especialmente hazme ser compasivo y estar listo para que me interrumpan para hacer el bien a los demás. En el nombre de Jesús.

Mediodía: por presencia y memoria

Oh Señor Dios, gracias por sostener mi vida física a través de la comida y el hogar; por darme nueva vida a través del evangelio; por la seguridad de que las cosas malas resultarán para bien, y que las cosas buenas no me las pueden quitar; y por la certeza de la vida mejor y perfecta que aún está por venir. Ahora dame un sentido alegre de tu presencia y líbrame de mis pecados característicos: mis obras perfeccionistas de justicia, miedo a las críticas, y confort. No permitas que mis afectos se enreden en deseos desordenados por las cosas de este mundo, sino déjame poner mi corazón en las cosas de arriba, donde Cristo, mi vida, está sentado a tu diestra. En el nombre de Jesús. (Haz memoria de las enseñanzas bíblicas de la mañana).

Fin de la jornada laboral: para las personas que he conocido o con las que he tratado hoy

Señor, envía tus bendiciones, temporales y espirituales, a mi familia, amigos, y vecinos. Bendice a los que nos han hecho bien hoy, y perdona a todos los que nos han hecho o nos han deseado mal, y dales arrepentimiento y mejores pensamientos. Muestra tu misericordia con aquellos que están en problemas o sufren, y ministra a ellos según sus necesidades. Haz esto por el bien de Aquel que hizo el bien, el Varón de dolores, tu Hijo y nuestro Salvador Jesucristo. En su nombre.

Al dormir: para descansar

Oh Señor, defiéndenos de todos los peligros y también del miedo a ellos esta noche. Concédenos gracia, no solo para descansar nuestros cuerpos, sino para tener un descanso espiritual, en alma y conciencia, en tu gracia y amor, para que podamos ser consolados y aliviados en todos los sentidos. Y como no pasa un día en que no peco de muchas maneras, entierra todas mis ofensas en tu misericordia, para que no pierda tu presencia. Perdóname por el amor de Jesús. Finalmente, concédenos la gracia de vivir siempre en un estado tal que nunca tengamos miedo de morir; para que, al vivir y al morir, podamos ser tuyos, a través de los méritos y la satisfacción de tu Hijo Cristo Jesús, en cuyo nombre ofrecemos nuestras oraciones imperfectas. Amén.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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