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Si compartir el evangelio suena como si dijéramos «Ven a Jesús para tener una vida mejor», lo estamos haciendo mal.

En una época en la que la religión es apreciada por sus beneficios morales o terapéuticos, alguien nos oirá hablar de Jesús y supondrá que estamos tratando de venderle una versión de espiritualidad personal y privada. Una opción buena entre muchas otras. Incluso cuando no es eso lo que decimos, eso es lo que las personas escuchan.

¿Solo compartir tu testimonio?

«Compartir tu testimonio» no evita el problema; a veces hace que el desafío sea más difícil.

Una vez escuché a alguien recomendar un método de evangelismo que se basaba únicamente en el testimonio personal. Decía: «¡Nadie puede argumentar contra tu testimonio!».

Exactamente. Por eso es insuficiente.

Si hablas con tu vecino de lo que significa Jesús para ti y de cómo ser cristiano ha mejorado tu vida, ¿cómo responderás cuando tu vecino sonría y diga: «Me alegro mucho de que Jesús haya mejorado tu vida. Mira esta aplicación de meditación que me ha dado paz…» o «He estado probando algunas enseñanzas del budismo»? Te quedarás en el patio trasero balbuceando algo sobre cómo seguir a Jesús es mejor que ir tras el budismo, pero habrás renunciado a cualquier terreno objetivo para juzgar entre espiritualidades rivales.

El evangelismo no es un mensaje de espiritualidad personal y privada, sino la proclamación de una verdad pública que tiene ramificaciones para toda la vida

La resurrección en el centro

El evangelismo no es un mensaje de espiritualidad personal y privada, sino la proclamación de una verdad pública que tiene ramificaciones para toda la vida: la resurrección de Jesús de entre los muertos. Sí, podemos encontrar similitudes con otros credos y, desde una perspectiva sociológica, vemos que diversas religiones, espiritualidades alternativas y rituales de bienestar pueden tener efectos saludables en el bienestar de una persona.

Pero el evangelio no es un consejo bueno, una ética nueva o una opción más de mejora espiritual. Es una noticia. Debido a la resurrección, el evangelio no puede ser encajado en la misma categoría que otras espiritualidades.

No debemos domesticar el evangelio haciendo que la noticia explosiva de un Salvador crucificado y resucitado se centre en una mejora moral y ética, en la cohesión de la sociedad o en beneficios prácticos para la vida diaria. Pero con frecuencia el diálogo interreligioso da la impresión de que el cristianismo es un plan moral para ser amable con el prójimo, cuidar el planeta o mejorar tu lado espiritual, con el tipo de superación personal o desarrollo comunitario que esperarías de un infomercial de la televisión.

En cambio, la resurrección de Jesucristo debe ser el punto de partida de toda reflexión cristiana. Reducir la buena noticia a un buen consejo disminuye nuestro testimonio. El teólogo misionero Lesslie Newbigin lo expresó así:

No puede haber verdadero evangelismo sino el que anuncia lo que no es solo una noticia buena, sino una noticia verdadera. Es un asunto muy serio cuando el evangelio se comercializa principalmente como una panacea para los males personales o públicos. Creemos que sí es para la sanidad de las naciones, pero no puede serlo si no es verdadero.

Dónde encaja el testimonio

Los testimonios personales pueden ser poderosos. Pablo apeló a su experiencia al dar testimonio de su carácter único como apóstol. La mujer samaritana corrió al pueblo y contó su conversación con Jesús. El ciego de nacimiento, tras ser sanado por Jesús, fue a contar a todo el mundo lo que le había sucedido.

Sin embargo, debemos trabajar para asegurarnos de que nuestros testimonios refuerzan y apoyan la verdad pública del evangelio y no la sustituyen. Lo que Jesús ha hecho por mí debe estar siempre relacionado con lo que Jesús ha hecho, punto.

Este es un punto que se plantea en Everything Sad Is Untrue [Todo lo triste ya no es verdad], las notables memorias de Daniel Nayeri sobre su condición de refugiado de Irán. Nayeri intenta explicar las razones de la conversión de su madre del islam al cristianismo, de ser «una musulmana tan feroz que marchó por la Revolución, que estudió el Corán como muy poca gente lo hace» a ser una cristiana. «No solo una normal», dice, «que solo lo guarda en el bolsillo. Ella se enamoró».

Cuando le preguntan por qué su madre se convirtió, responde,

No tengo una respuesta…

¿Cómo puedes explicar por qué crees en algo? Así que solo digo lo que mi madre dice cuando la gente le pregunta. Les mira a los ojos con la suplicante esperanza de que la escuchen y les dice: «Porque es verdad».

¿Por qué otra razón iba a creerlo?

Es verdad y es más valioso que siete millones de dólares en monedas de oro, y miles de hectáreas de campo persa, y diez años de educación para obtener un título de médico, y toda tu familia, y una casa… e incluso quizás tu vida.

De lo contrario, mi madre no habría hecho este intercambio.

Si crees que es verdad, que hay un Dios y que quiere que creas en Él y que envió a Su Hijo a morir por ti, entonces tiene que apoderarse de tu vida. Tiene que valer más que todo lo demás, porque el cielo está esperando al otro lado… 

No hay punto medio…

Tenía toda esa riqueza, el amor de todas las personas a las que ayudaba en su clínica. La trataban como una reina…

Ahora es pobre.

La gente le escupe en los buses. Es una refugiada en lugares donde la gente odia a los refugiados… Pero ella te dirá que vale la pena. Jesús es mejor…

Es verdad.

Cristo murió. Cristo resucitó. Cristo vendrá otra vez. Toda esta historia depende de ello.

Él es real

«Ven a Jesús y encuentra plenitud y libertad», decimos. Sí. Pero esa plenitud y libertad provienen de acontecimientos históricos reales. Las definiciones de plenitud y libertad están siempre determinadas por quién es Dios y por lo que ha hecho.

El papel de la experiencia personal en el testimonio de la obra de Cristo debe considerarse una prueba más del poder del evangelio. No es el evangelio en sí mismo, pero da testimonio de su poder. Por eso, por mucha felicidad que hayamos encontrado en Cristo, cuando se nos pregunte en última instancia por qué creemos debemos decir siempre y en todo momento, como la madre de Nayeri: «Porque Jesús es mejor… y el evangelio es verdadero».


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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