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Testimonio: Una escuela renovada para el Señor en tiempos de COVID-19

“Hubiera sido bastante fácil empezar una escuela cristiana desde cero…”, me comentó un querido pastor en uno de mis momentos más difíciles como directora de escuela.

Él continuó diciendo: “Pero lo que tienes aquí es una reconstrucción para la gloria del Señor. Eso significa que un día te encontrarás en una habitación desordenada donde una pared acaba de ser derribada, con polvo y escombros por todas partes. Sin embargo, unos días después entrarás en una habitación reacondicionada que te recordará lo valioso de la tarea y que valió la pena soportar, por algún tiempo, algo de polvo y escombros en el camino”.

Por años, he escuchado numerosos testimonios de personas llamadas a hacer la obra de Dios en el campo misionero. Por lo general, ese llamado significaba que estarían dejando la comodidad de su hogar y su país para “irrigar el desierto” en una tierra lejana. Después de escucharlos, siempre terminaba preguntándome cómo estos misioneros podrían sentir tan claramente el llamado de Dios. Asumía que “el llamado” era para personas mucho más especiales y calificadas que yo.

Sin embargo, el deseo intenso de combinar mi pasión por la educación con la verdad de Dios para que los estudiantes obtengan un beneficio integral me condujo a un llamado divino que nunca soñé. Ese llamado no me llevaría a una tierra lejana, sino a ser directora de una escuela ubicada a poca distancia de mi hogar.

Si bien había pasado años enseñando en el aula y también en puestos administrativos, no me sentía equipada para asumir las responsabilidades de directora de escuela. La decisión de responder a ese llamado estuvo acompañada por varios sentimientos. Estaba entusiasmada y llena de expectativas, aunque también sentía pena y me era difícil pensar en separarme de un lugar donde disfruté trabajar por casi dos décadas.

Sin embargo, tuve la humilde y firme convicción de que eso era lo que Dios quería para mí. Ahora me siento bendecida al servir como directora en una escuela que reconoce que la educación de calidad puede y debe ser impregnada de verdades y principios bíblicos.

Ayudar a los alumnos a encontrar la intervención divina en cualquier área de estudio resulta en experiencias de aprendizaje que van más allá de lo que proveen los medios tradicionales. Modelar la toma de decisiones bíblicas en diferentes aspectos de la vida escolar ayuda a los estudiantes a ver cómo la acción de decidir bíblicamente puede transferirse y llevarse a cabo en cualquier contexto de sus propias vidas.

Si trabajas en un entorno escolar, atesora la oportunidad de servir a Dios para restaurar, transformar e inspirar los corazones y las mentes de niños y jóvenes

La parte más satisfactoria de esta posición de jefatura escolar es ser testigo de la transformación del corazón de los estudiantes. Me llena de gozo escuchar de ellos que nuestra visión y misión escolar juega un papel muy importante en su interacción con los maestros y el personal administrativo del colegio. Mi alegría y deleite en los últimos años ha sido contribuir a hacer esto posible y ver cómo Dios, año tras año, reajusta un poco aquí y renueva mucho allá, mientras Él continúa con su plan de renovación y reacondicionamiento divino de nuestra escuela.

A menudo reproduzco en mi mente las palabras del pastor que me ayudó a ver mi ministerio/trabajo como una restauración en curso. Esas palabras me han servido de consuelo cuando hemos sido cuestionados por aquellos que están preocupados de que seamos demasiado “religiosos” o por aquellos que dicen que no somos “suficientemente cristianos”. Aunque podría considerar esto como un dilema que no puedo resolver, en realidad esos dos extremos me han servido para confrontarme y recordarme que continuamente debo pedir al Señor que me ayude a ver su propósito y dirección para el futuro, y que yo pueda hacer lo que me corresponde para honrarlo en cada paso del camino.

Al escribir las palabras “dirección para el futuro”, no puedo dejar de reflexionar sobre cómo influenciará la experiencia de este último año en los reacondicionamientos futuros y las renovaciones que el Señor ha planeado para nosotros. Ha pasado más de un año desde que nuestras aulas pasaron de ser lugares vibrantes de aprendizaje a cubículos virtuales. Tengo más respeto que nunca por nuestros maestros talentosos y comprometidos y por el personal administrativo, quienes juntos se han asegurado de que todos los aspectos de nuestra misión sean respetados y cumplidos, incluso a distancia.

Si confirmas el llamado de Dios después de llevarlo en oración, consejo pastoral y su apoyo, confía en que Él te equipará para llevar a cabo su obra

Durante la primera parte de la pandemia, nuestras reuniones de oración estudiantil estaban prosperando. Sin embargo, un año de aprendizaje y encuentros de oración frente a una pantalla solitaria están pasando factura sobre todos nosotros. Los estudiantes se encuentran anhelando la camaradería en persona entre compañeros y entre maestros/estudiantes que caracterizan a escuelas como la nuestra.

Aun así, la pandemia ha sacado a relucir un sentido extra del llamado al apoyo mutuo de Pablo a sus hermanos (1 Ts 5:11). Ellos se están cuidando mutuamente y están mostrando aprecio por sus compañeros de clase y maestros más que nunca. Así que, al poner fin a esta breve reflexión, quiero compartir contigo cuatro lecciones que me han sido muy útiles en este tiempo difícil como directora de escuela y creyente:

1) Nunca subestimes lo que Dios puede hacer con las habilidades y talentos que Él te ha otorgado. Aún mejor, nunca subestimes lo que Él puede hacer a pesar de tu falta de habilidades y talentos. Si confirmas el llamado de Dios después de llevarlo en oración, consejo pastoral y apoyo, confía en que el Señor mismo te equipará para llevar a cabo su obra (2 Co 9:8).

2) Si Dios te lleva a un lugar donde te debes ensuciar entre los escombros, no olvides que —con tu esfuerzo sometido a la voluntad de Dios— el polvo y los escombros se limpiarán y, más pronto que tarde, verás un lugar completamente remodelado. Recuerda: “el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará” (Fil 1:6).

3) Pídele continuamente dirección al Señor mientras llevas a cabo tu trabajo o ministerio. No te distraigas con las voces que vendrán por el camino. Busca honrar a Dios por encima de todo (Col 3:23).

4) Si tienes la bendición de servir en un entorno escolar como yo, atesora la oportunidad de servir a Dios para restaurar, transformar e inspirar los corazones y las mentes de niños y jóvenes. Recuerda las palabras del apóstol Juan: “No tengo mayor gozo que este: oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Jn 4).

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