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Cada semana pareciera que se pudiera escribir aun otro artículo acerca de otro pastor caído, ya que esta parece ser la velocidad a la que caen. Un gran número de ministerios que no tienen grandes plataformas son parte de esta cifra, pero por extraño que parezca, estas caídas parecen solamente importar cuando se trata de un tipo muy conocido. Es un fenómeno raro, ¿cierto? Puede que no conozcamos a estos personajes de renombre en absoluto, pero el hecho de que son, dentro de la cultura evangélica, un “nombre familiar”, hace que sea más personal. (Esto no es solo para los evangélicos, por supuesto: los tabloides regularmente publican reportajes como: “Las Celebridades: Ellos son Tal Como Nosotros!”).

Sin embargo, en todas la discusiones sobre los últimos escándalos de celebridades evangélicas, no veo que se dice nada nuevo. Hasta cierto punto, esto es comprensible, ya que los problemas que se enfrentan no son nuevos —orgullo, ira, lujuria, etc.— como tampoco se limitan a los que están en el ministerio. Estos viejos problemas universales requieren las mismas viejas soluciones universales: arrepentimiento impulsado por gracia de parte de nosotros, liberación gloriosa de Dios dada por gracia.

Y así vemos las mismas fórmulas habituales usadas en blogs, tuits, sermones y podcasts: la rendición de cuentas y la honestidad, se habla mucho de límites, “barreras” y cosas similares. Se le recuerda a los pastores que, una vez más, no deben estar a solas con mujeres, etc. La mayoría de estas cosas son buenas cosas, consejos  eficaces y probados. Dentro de este movimiento de recapturar el evangelio, estamos profundizando más en los problemas del corazón y la idolatría, y esto es algo bueno. Determinar cómo el evangelio habla a las idolatrías y pecados de raíz que parecen particulares al trabajo del ministerio pastoral es realmente importante.

Sin embargo, estamos identificando algo más, algo que corre a través de las tribus evangélicas. Es el problema del “Pastor Celebridad”, donde participamos en la elevación más alta de la plataforma de un pastor tanto como lo podamos lograr, y luego lo cargamos con toda la expectación que podemos reunir. El resultado natural es que tienen una pesada carga ​​y son propensos a las caídas. Hay peligros en cuanto a las tentaciones en la pequeñez y oscuridad pastoral también, pero las tentaciones peligrosas más prominentes en la grandeza pastoral son estas idolatrías: la adoración del pastor celebridad por sus fans y por él mismo.

Así que vamos a aceptar la sensatez de los típicos límites y barreras relacionales y ministeriales que cada pastor y su iglesia deben tener en orden. Pero, ¿qué otra cosa podemos hacer? ¿Cuáles son algunas cosas concretas y prácticas que se pueden hacer para trabajar en contra de la idolatría del pastor exitoso? Tengo algunas ideas. No son cosas fáciles de hacer, por supuesto, pero las cosas sabias no suelen ser fáciles.

1. Una transición de su campus vía satélite a la plantación de una iglesia, o al menos a que la predicación sea en vivo.

Tengo bastantes amigos cuyas iglesias emplean este método para la predicación del fin de semana en sus campus vía satélite, así que, como siempre, camino con cuidado en este tema. Pero todavía no he escuchado un argumento que sea demasiado convincente sobre la sabiduría de este métodode predicación por video. Abordo mucho más de este tema en mi libro Prodigal Church [“La Iglesia Pródiga”], por lo que no voy a repetir mi crítica aquí, pero el argumento parece reducirse esencialmente a: “El campus no sería viable sin fulano en la pantalla”. ¿Y mi respuesta? “Bueno. Tal vez no debería ser viable”. Si las personas solo van a venir a causa de fulano, tienes un problema de pastor celebridad. Ahora, esto sucede en casi cualquier iglesia de cualquier tamaño. La gente viene solo por el predicador, o solo por la música, o solo por el programa de niños, o lo que quieras. Pero cuando abrimos franquicias en lugar de plantar iglesias, cooperamos con la idolatría del consumidor.

2. No más negocios de libros de buenos predicadores que no son escritores talentosos.

A veces los predicadores talentosos son escritores talentosos, y a veces los escritores talentosos son buenos predicadores, pero lo más común es que los que tienen talento para predicar no necesariamente tienen talento para escribir (y viceversa). El problema del pastor celebridad se agrava cuando los editores hacen grandes negocios de libros con tipos de grandes iglesias, independientemente de su capacidad de decir cualquier cosa duradera en algún tipo de forma ingeniosa. Estoy agradecido por los “combos dobles” del evangelicalismo (hombres como Tim Keller se me vienen a la mente), pero no cada orador dinámico necesita publicar libros, sobre todo porque muchas veces los libros terminan siendo escritos por otra persona, algo que no es solo un problema de celebridad, sino un problema de honestidad. ¿No sería de ayuda para todos si más de nosotros nos enfocáramos en quedarnos en nuestro propio carril?

3. Discernir la credibilidad de nuestros expertos.

Tuve una gran conversación la semana pasada con un amigo que me llamó específicamente para hablar de este problema. ¿Qué hacemos de los editoriales, editores y otras plataformas paraeclesiásticas públicas que facilitan publicaciones para los ministros, en donde el único requisito parece ser el éxito o la popularidad? En otras palabras, ¿cómo podemos saber si el tipo publicando el libro sobre el matrimonio tiene un matrimonio sano él mismo? ¿Por qué estamos asignando libros para padres a personas cuyos hijos ni siquiera son adolescentes todavía? ¿Y qué si el tipo al que estamos pagando para escribir y hablar sobre el liderazgo centrado en la gracia es de mal genio y dominante hacia su personal? ¿Cómo podríamos saber?

¿Qué responsabilidad tenemos los que estamos en posiciones de guardianes culturales (yo soy el jefe de redacción de For the Church [“Para la Iglesia”], un sitio que publica regularmente recursos de líderes ministeriales grandes y pequeños) en verificar la credibilidad de alguien sobre un tema o punto de vista dado? No sé si tengo la respuesta a esto, pero creo que deberíamos tratar de averiguarlo. Tal vez se trata de tener conversaciones profundas con la familia o los líderes de la iglesia de esa persona. No lo sé. Pero estoy dispuesto a apostar que más proveedores de plataformas están haciéndose estas preguntas hoy en día, aunque sea solo porque les está costando mucho dinero enviar libros a contenedores de basura empapados por la lluvia.

4. Paridad real entre los ancianos.

La pluralidad pastoral en la iglesia local no es solo la norma bíblica: es una necesidad práctica y espiritual. Pero esta pluralidad tiene que funcionar realmente como una pluralidad. Podemos mirar la estructura de liderazgo de la iglesia de muchos de estos pastores celebridades caídos y ver que había otros ancianos en ese lugar. A veces, en realidad no tienen paridad con el pastor principal —es decir, su voto es mayor que el de ellos, si es que tienen uno— y, a veces, la paridad está allí en papel, pero no en la práctica. En cualquier caso, la rendición de cuentas no es algo reservado únicamente para tiempos de crisis.

Una verdadera colaboración y cooperación deben ser parte de la funcionalidad del liderazgo pastoral. No hay nada de malo en tener a alguien que se haga cargo de la mayor parte de la predicación en una iglesia, pero no debe ser el único. Y el servicio no debe presentarse como el show de una sola persona. Tras bastidores, los ancianos de la iglesia deben ejercer el permiso que da la Biblia para hacer preguntas, cuestionar los supuestos, y chequear sus corazones unos con otros. Los ancianos deben decir “sí” muchas veces, pero no deben ser aduladores. Y no debería ser excesivamente difícil despedir a un pastor que se ha descalificado. Así como sean los pastores de una iglesia, así llegará a ser la iglesia misma. Así que, si el equipo pastoral está centrado en el “tipo principal”, centrados y hablando de que existen principalmente para sostener y orbitar alrededor del principal, ¿adivina cuál será el centro de la iglesia?

Una vez más, ninguna de estas cosas es fácil de hacer. Abordar el problema del pastor celebridad de cualquiera de estos ángulos probablemente requeriría una importante y compleja reconsideración y reconfiguración de las formas en que muchos de nosotros hacemos ministerio, hacemos iglesia, y evangelizamos. Pero corremos un riesgo si ignoramos estas respuestas. Ignorar estas cosas sin duda nos permite seguir en lo que siempre hemos hecho, adoptando indiscriminadamente los valores del mundo en hacer de nuestros líderes celebridades, y luego actuar conmocionados y enojados cuando caen bajo la presión. Pero hemos visto lo que sucede cuando un ministerio está orientado casi en su totalidad alrededor de la plataforma de un tipo. Cuando él cae, el ministerio se cae. Dejando a un lado la noción de su inhabilitación por pecado. ¿Qué ocurre con sus campus vía satélite cuando el gran predicador de pantalla es atropellado por un autobús?

Resolvamos esto, iglesia.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Jenny Midence-Garcia
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