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Hace unos años atrás tuve la oportunidad de estudiar en el Southern Baptist Theological Seminary, en Louisville, Kentucky. Mientras mi esposo hacía una maestría, yo estudiaba en un programa para las esposas de los estudiantes.

Mi primera clase en este programa fue “Matrimonio y Familia”, una de mis clases favoritas. En esta materia vimos distintos temas relacionados a la paternidad y el matrimonio y mientras veíamos el tema del matrimonio uno de los puntos que tocamos fue el tema de la infidelidad.

No creas estar firme

Dios instituyó el matrimonio entre un hombre y una mujer: “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”, Génesis 2:24, y nuestro llamado es a mantenerlo de esa manera: un hombre, y una mujer. Pero vivimos en un mundo caído, con una naturaleza pecaminosa luchando contra un pecado que toca nuestra puerta continuamente. Dada esta realidad, necesitamos estar vigilantes ante sus asechanzas. No te equivoques: cualquiera de nosotras tiene la capacidad de caer en adulterio y pecado sexual. De hecho, la Palabra nos recuerda de manera clara que aquel que crea estar firme mire que no caiga (1 Co. 10:12).

Debemos ser intencionales en guardar nuestros matrimonios de nuestro propio corazón pecaminoso. Quiero compartir contigo algunas cosas que nuestra profesora, Tanya York (una mujer con más sabiduría y más años de un fiel matrimonio) compartió con nosotras en esa clase:

Señales de alerta:

1.  Comenzar a experimentar sentimientos de atracción hacia otra persona que no es mi esposo.

2. Inventar excusas para visitar a esa persona.

3. Incremento del contacto con esta persona en ambientes cotidianos (trabajo, recreación).

4. Estar preocupado con pensamientos sobre esa otra persona (pensamientos que solo tú y Dios conocen).

5. Intercambiar regalos con esta persona.

6. Ponerte a ti misma en situaciones donde esta persona estará involucrada.

7. Permitirte estar en lugares donde él estará con frecuencia.

8. Encontrarte tocando, abrazando, o mirándolo.

9. Pasar tiempo a solas con alguien del sexo opuesto.

10. Tener contacto diario o semanal por teléfono.

Guardas a poner sobre tu matrimonio

1. Nunca te reúnas en total privacidad con alguien del sexo opuesto. Mantén la puerta abierta.

2. Establece una política de “no secretos” en tu matrimonio. Habla con tu esposo.

3.  No le permitas que los celos tomen lugar.

4. No compartas tus problemas maritales con un compañero de trabajo o un amigo del sexo opuesto. Nunca.

5. Mantente en tus “zapatos de José”.  Procura estar lista para correr de cualquier situación que represente una tentación.

6. Disfruta a tu esposo.

7. Establece relaciones de rendición de cuentas con otras amigas cristianas.

8. Ora en todo tiempo

9. Estudia y guarda su Palabra. “En mi corazón he atesorado Tu palabra, Para no pecar contra Ti”, Salmo 119:11.

10. Vive conforme a la libertad que te ha sido dada. Cristo nos liberó de la esclavitud del pecado, el pecado ya no tiene poder sobre nosotras. ¡Vivamos en la libertad que tenemos en Él!

Imagen: Lightstock
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