Y sin que nos hayamos dado cuenta, llegó la Semana Santa. En medio de todo lo que vivimos en nuestro mundo y lo mucho que han cambiado nuestras vidas de la noche a la mañana, es fácil pasar por alto acontecimientos trascendentales para nuestras vidas como creyentes, como los que recordamos de manera particular durante el tiempo de pascua.
Con toda esta pandemia y cuarentena, y las nuevas responsabilidades que tenemos (el trabajo desde casa, la educación desde el hogar, las responsabilidades diarias ¡y todo esto sin poder salir!), a duras penas logramos hacer nuestros devocionales cada día. Además, ni siquiera tendremos la oportunidad de reunirnos como iglesia para conmemorar el acontecimiento central del cristianismo, una razón más para que sea fácil pasarlo por alto.
¿Y si te dijera que eso que pasó hace más de 2.000 años tiene grandes implicaciones para nuestras vidas en este tiempo de pandemia?
¿Y qué si te dijera que en tiempos como estos necesitamos recordar de manera aún más especial la vida, muerte, y resurrección de Cristo porque de esto depende que podamos darle sentido a nuestra situación y tener esperanza en medio de todo esto?
Hoy más que nunca, en medio de una pandemia que no sabemos cuándo terminará, ni cuáles serán sus efectos en todos los ámbitos, necesitamos recordar y celebrar la obra de redención.
Su vida, muerte, y resurrección
Esta es la hermosa verdad que debemos recordar en estos días de manera especial:
Jesús, el Hijo de Dios, vino del Padre. Se hizo hombre y nació de una virgen. Vivió una vida perfecta, realizó milagros, perdonó pecados, y su caminar estuvo caracterizado en todo tiempo por el amor. Jesús vivió una vida intachable convirtiéndose en nuestro sustituto perfecto y, sin tener pecado alguno, por nosotros se hizo pecado y fue crucificado sufriendo el abandono del Padre… pero al tercer día, oh glorioso tercer día, ¡nuestro Señor resucitó! Lo hizo para nunca más volver a morir. Y le fue dado el Nombre que es sobre todo nombre, y porque Él vive nosotros también viviremos.
Las verdades del evangelio le dan sentido a nuestras vidas, a nuestro día a día, a nuestras dificultades
Estas son las verdades del evangelio que le dan sentido a nuestras vidas, a nuestro día a día, a nuestras dificultades. Estas son las verdades que nos han hecho nuevas criaturas, que nos han librado de la condenación, y que nos hacen ver el futuro con esperanza.
La vida, muerte, y resurrección de Cristo hacen que toda nuestra vida tenga sentido. Esto no es solo el milagro más importante que jamás haya existido, no es solo la celebración más grande de la iglesia, y no es solo la base de nuestra esperanza para el futuro. La obra y resurrección de Cristo tiene el propósito de ser la ventana que nos permite ver toda la vida correctamente.
En estos tiempos de pandemia, en medio de los días de pascua, vale la pena recordar esas promesas a las que podemos aferrarnos, que son certeras por la obra de la cruz. Porque Jesús murió y resucitó…
Podemos estar seguras de su presencia continua. “¡Recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20).
Tenemos la esperanza de un cuerpo que no será afectado por el pecado. “Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” (Ap. 21:4).
Tenemos segura la gracia que necesitamos para cada día. “Y Él me ha dicho: ‘Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad’” (2 Co. 12:9).
Podemos ver nuestras aflicciones como leves y pasajeras, y con resultados eternos. “Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación” (2 Co. 4:17).
Todas las cosas serán hechas nuevas, ¡y ya no habrán pandemias que nos afecten! “El que está sentado en el trono dijo: ‘Yo hago nuevas todas las cosas’. Y añadió: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas’. También me dijo: ‘Hecho está’” (Ap. 21:5-6).
¡Nosotras resucitaremos por Él! “Sabiendo que Aquél que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús” (2 Co. 4:14).
Sin importar lo que estemos viviendo hoy y lo que nos espere en el futuro, podemos recordar y celebrar con gozo que Cristo Jesús murió y resucitó. Su obra es nuestra esperanza, porque hace sus promesas seguras, y es el lente por el cual vemos toda nuestra historia.