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“Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”, Efesios‬ ‭1:2‬.

Pablo, en sus cartas a los hermanos, siempre comienza su saludo recordándoles quiénes son en Cristo. Él hace uso de ciertas palabras claves, para luego desarrollar temas sobre cómo vivir en este mundo a la luz de las verdades e implicaciones del evangelio.

No solo Pablo, sino también Pedro, Juan, y Judas usan este tipo de saludo, que al parecer era común entre los hermanos. La manera de saludarse y despedirse es muy particular en cada cultura. Refleja no solo su historia, sino también valores importantes que los une como un pueblo o país.

Por eso, en cada una de estas epístolas, encontramos este saludo, o uno similar, con las siguientes palabras y elementos esenciales de lo que significa ser seguidor de Cristo. Estas palabras nos ayudan a unirnos como cristianos, además de ser una manera de predicarnos el evangelio los unos a los otros:

Gracia. Nos recuerda que toda obra de Dios en la vida de sus hijos comienza, se sustenta, y es completada solo por su gracia. Esta incluye circunstancias, personas, y aún conflictos, perfectamente diseñados y coordinados por Dios, para llevar a cabo su obra en nosotros y a través de nosotros.

Paz. Esta verdad objetiva de nuestra posición legal ante Dios (Ro. 5:1) tiene implicaciones subjetivas, increíblemente funcionales en nosotros. Sí, somos criaturas racionales, pero también extremadamente emotivos. La paz con Dios influye en nuestros afectos que llegan a guiar inclusive muchas veces nuestras decisiones. Es también ese estado óptimo de saber que estamos bajo el favor de Dios, en su perfecta voluntad, y guiados por su Espíritu.

Misericordia. En algunos casos, este elemento se incluye en el saludo no solo como recordatorio de lo que tenemos por gracia, sino también de lo que no hemos recibido por su misericordia. Somos peores de lo que pensamos. Recordarlo nos ayuda a vivir agradecidos, a identificarnos con los pecadores, y a desarrollar una vida de adoración.

Dios nuestro Padre. Es interesante el énfasis que a veces se hace en cuanto a nuestra relación con Dios.No solo se nos recuerda que Él es el dador de todas las bendiciones espirituales, sino que también es un Padre. No somos huérfanos. Tenemos la bendición de ser guiados por el amoroso cuidado de nuestro buen Padre Celestial.

Señor. Cuando nos rendimos al señorío de Cristo, encontramos la verdadera libertad. Reconocer su reino y nuestro lugar en él, hace que siempre busquemos su gloria y no la nuestra. Así rendimos nuestras vidas gozosamente para sus propósitos eternos y la expansión de su reino.

Jesucristo. Él fue la ofrenda perfecta, así como el sacerdote perfecto que intercede por nosotros ante Dios. Él recibió el pago por nuestros pecados y, como resultado de esto, nosotros recibimos su justicia aplicada a nuestro favor. Ahora somos libres de tratar de ganarnos el amor, la atención, y el perdón de Dios a través de nuestras obras.

Así que las buenas noticias para ti y para mí son que podemos ministrarnos profundamente los unos a los otros al recordarnos continuamente algunos de estos elementos en algo tan simple como un saludo. Esto será un recordatorio de su provisión, las implicaciones prácticas del evangelio, y nuestra identidad como hijos de Dios.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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