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“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, Efesios ‭4:13.

Creo que todos hemos conocido a personas que a primera vista nos han impactado con su personalidad, habilidad, simpatía, o presencia física. Como si Dios los hubiera bendecido con una mezcla de carisma y cualidades para triunfar en la vida, teniendo todo lo que este mundo valora y celebra terrenalmente.

Sin embargo, al conocerlos un poco más, podemos ver una excepción en algún detalle o área de su vida. Parecen estar sin el poder para salir adelante y desarrollarse. Como si estuvieran atrapados en fango, que cada vez que intentan salir, vuelven a ser halados hacia abajo. A pesar de sus esfuerzos y gran potencial, ellos mismos parecen sabotear una y otra vez su vida con malas decisiones.

Y es que cada uno de nosotros tenemos áreas de luchas en nuestros corazones, incluyendo los creyentes. Quizá heridas que vienen de nuestro pasado, experiencias o tragedias que nos han dejado una huella profunda en nuestra vida emocional, física, o espiritual. Son cosas con las que quizá lucharemos inclusive el resto de nuestra vida, pero que debemos saber que no nos definen como hijos de Dios.

La obra de gracia de Dios en nosotros eventualmente va a apuntar a esas luchas. Sin embargo, aunque sea doloroso, Dios las permite y las usa para traernos una vez más a la cruz y a la persona de nuestro Señor Jesucristo, “para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna” (He. 4:16‬). Somos llamados a continuar luchando por despojarnos “del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos” (Ef. 4:22)‬, y pedir al Padre “el ser fortalecidos con poder por Su Espíritu en el hombre interior” (Ef. 3:16‬).

La buena noticia para ti y para mí es que, gracias a la obra de Cristo en nosotros, Dios “nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef 1:3‬), “según las riquezas de Su gracia”‬ (Ef 1:7‬). Además, podemos vivir, no como destinados a cierta lucha por el resto de nuestras existencias, sino con la confianza, el optimismo, y la fe en “la esperanza [del] llamamiento” (‭Ef 1:18‬). El Espíritu continúa trabajando en nosotros hasta que lleguemos “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13‬), “para alabanza de su gloria” (Ef 1:14‬).

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.

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