“Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos”, Lucas 7:35.
La sabiduría para vivir una vida con propósito es algo de lo que se habla mucho en nuestros días, aunque usualmente con poca claridad debido a la fuerte influencia de las fuerzas económicas y tecnológicas en nuestra sociedad.
En otra época, el trabajar fielmente en un lugar respetable o formar una familia, y vivir cómodamente en un suburbio cerca de una gran ciudad, era el sueño americano. En cambio, los jóvenes de hoy buscan experiencias, viajar por el mundo, y esperar a casarse, si es que llegan a hacerlo. Estar “atado” a un solo trabajo, a una hipoteca, y a una relación es algo indeseable.
La sabiduría presente en estos ejemplos está conectada con la idea de disfrutar al máximo de lo que ofrece la vida, y de hacer uso de las tecnologías y recursos de la sociedad contemporánea para vivir de la manera en que uno desea.
Sin embargo, la verdadera sabiduría para la vida está mas bien conectada con cosas mas profundas, que trascienden los tiempos y las culturas. La sabiduría, desde el punto de vista de Dios, es vivir en consistencia con el temor de Dios y bajo los principios de un reino que vendrá, pero que ya está aquí: “El temor del Señor es el principio de la sabiduría; Los necios desprecian la sabiduría y la instrucción” (Pr. 1:7).
Es vivir con intencionalidad y buscar ser consistentes en nuestro diario vivir, arraigados lo suficiente a este mundo, para buscar el bienestar de la comunidad donde nos desenvolvemos y donde el Señor nos ha puesto. Pero debemos hacerlo sabiendo que solo estamos de paso, en dirección y anticipación a una nueva realidad. La sabiduría es buscar misionalmente Sus propósitos, y no los nuestros, para servir a nuestra generación de manera que deje un mejor fundamento para la siguiente.
El tiempo, como dice nuestro versículo, es el que justificará esta sabiduría ante aquellos que han vivido bajo otros valores muy diferentes a los del mundo. Probará que las decisiones y sacrificios que hemos hecho han valido la pena, al buscar la gloria de Dios y no la nuestra. Probará además ser un deleite mayor.
De la misma manera, hay otra “justificación”, que también es la base y propósito de esta vida. Y vivir a la luz de esta “justificación”, es la mejor sabiduría para la vida.
Estas son las buenas noticias para ti y para mí. La obra de nuestro Señor Jesucristo a nuestro favor y en nuestro lugar, en la cruz del Calvario, “justifica” nuestro paso por este mundo. No con base en nuestros logros y éxitos, o en el número de experiencias y sellos en nuestro pasaporte. Es una justificación conferida por otro, quien nos ha dado su récord de perfección. Significa que vivimos ahora bajo la bendición de sabernos “bajo el agrado del Padre”, y experimentando diariamente las implicaciones funcionales y prácticas de esta gloriosa verdad.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.
