¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

No es raro escuchar que Martín Lutero es catalogado como el hombre que dividió efectivamente la Iglesia Occidental. Desde esta perspectiva, el obispo Robert Barron comenta en un nuevo documental, “Creo que Lutero era demasiado polémico, y creo que cayó en la oposición [muy] apresuradamente con la Iglesia Católica”.

Barron insinua que si tan solo Lutero hubiera sido más paciente y cooperativo, su reforma podría haberse evitado, y una orden de monjes Luteranos podría haber encontrado un lugar en la Iglesia Católica. Pero, ¿es preciso este retrato histórico?

Erróneo, falso, herético

A finales de 1517, Alberto de Brandeburgo, arzobispo de Maguncia, escribió al Papa León X con respecto a la oposición de Martín Lutero en cuanto a la predicación de las indulgencias. Al recibir la carta, León emplea la experiencia del teólogo de su corte, Sylvester Mazzolini Prierias, quien a su vez examinó las 95 tesis de Lutero como un paso inicial en el proceso canónico en contra de alguien acusado de herejía.

A pesar de ser un teólogo con experiencia, Prierias, de 62 años de edad, respondió sin matices o simpatía. Redactando su famosa “Opinión” de las tesis de Lutero en tres días, Prierias simplemente repudió las preocupaciones de Lutero cada vez que entraban en conflicto con su teología Tomista. Las tesis de Lutero fueron descartadas por ser erróneas, falsas, y heréticas.

Sin embargo, Lutero no tenía ningún deseo de atacar al papado. Declaraciones como la tesis 50 sugieren que Lutero creía que León frenaría los abusos de las indulgencias de la iglesia después de haberlos traído a su atención. Por desgracia, esto no sería así. Desde la perspectiva de Prierias, el carácter infalible de la Iglesia Universal subsistía en la Iglesia Romana, y esta era personificada por el Papa. Prierias afirmó que “la Iglesia Romana es representativamente el colegio de cardenales, y además, es virtualmente el sumo pontífice”, y que “aquel que dice que la Iglesia Romana no puede hacer lo que en efecto hace con respecto a las indulgencias, es un hereje”.

Deseoso de demostrar su visión teológica superior al profesor de Wittenberg sobre quien las masas comenzaban a hablar, Prierias convirtió su “Opinión” en un polémico tratado lleno de amarga acritud, su Dialogus, que fue impreso en Roma ese junio. Luego redactó la citación oficial, que ordenó a Lutero comparacer en Roma dentro de 60 días.

El Papa infalible

Fue inmediatamente obvio para Lutero que el obedecer la citación papal probablemente lo conduciría como mártir a la hoguera. Pero antes de enfrentarse a este dilema, Lutero compareció ante la dieta (asamblea de todas las autoridades del imperio) del Santo Imperio Romano en Augsburgo. Durante tres días, Lutero trató de discutir las indulgencias con otro representante del Papa, el cardenal Cayetano. Con seguridad, las preocupaciones de Lutero recibirían la consideración que estas ameritaban, ¿verdad? Pero no se le otorgó una oportunidad como esa. El mensaje para Lutero era claro: retractarse y rendirse. Los ministros fieles de la iglesia no cuestionan al Papa.

En su respuesta por escrito a Prierias, Lutero afirmó que la iglesia y el consejo son capaces de errar; solamente la Santas Escrituras, como afirmó Agustín, son verdaderamente infalibles. Por lo tanto, Lutero argumentó, es seguramente apropiado, sin duda alguna, emplear la Escritura como base para una discusión teológica sobre un tema como las indulgencias, que aún no se había definido dogmáticamente. Pero antes de que se secara la tinta de estas frases, Roma ya había concluido que Lutero era culpable de herejía.

Es importante reconocer que la doctrina de la infalibilidad papal nunca fue sancionada oficialmente durante la Edad Media, a pesar de que sus campeones, como Prierias, sostuvieron la idea. “El sumo pontífice no puede equivocarse al tomar una decisión como pontífice, es decir, cuando habla oficialmente [ex officio]”, escribió, y también: “Aquel que no descanse sobre la enseñanza de la Iglesia Romana y el Sumo Pontífice como una regla infalible de la fe, de donde incluso la Santa Escritura extrae su vigor y autoridad, es un hereje”.

En su Epítome —un resumen de las declaraciones en contra de Lutero— Prierias había dicho: “A pesar de que el Papa como un individuo puede hacer el mal y mantener una fe equivocada, sin embargo, como Papa, él no puede dar una decisión equivocada”. Estas declaraciones eran suficientemente perturbantes para Lutero, pero Prierias lo llevó al extremo al ir un paso adelante:

“Un papa indudablemente legítimo no puede ser legalmente depuesto o juzgado ya sea por un consejo o por todo el mundo, aunque sea tan escandaloso como para llevar masivamente a la gente con él a la posesión del demonio en el infierno”.

Tal defensa diabólica del papado a toda costa llevó a Lutero a la conclusión de que Roma se había convertido en nada menos que en el anticristo.

Extraordinariamente, Prierias había encontrado esta declaración en las páginas de la ley canónica. Al leerlo, Lutero llegó a la conclusión de que Roma había perdido su mente y su alma. Llamó a la citación de Prierias un “manifiesto infernal”. Desde la perspectiva de Lutero, el villano no era León X, sino la oficina papal, que marginaba la Palabra de Cristo en favor de su propio poder, incluso afirmando la prerrogativa para guiar al pueblo de Dios al mundo inferior.

Línea en la arena

El 15 de junio de 1520, León X publicó la bula papal Exurge Domine, condenando 41 errores de los escritos y sermones de Lutero. Si Lutero no se retractaba en un plazo de 60 días, sería detenido y llevado a los fuegos de la santa recompensa. Lutero tenia que reconocer la autoridad del Papa, o enfrentar las consecuencias. ¿Qué hizo él? Él hizo lo que era natural en él. Escribió:

“¡Adiós, tú ciudad infeliz, perdida, blasfema! Entreguemos este Babel a los servidores de Mammon, los incredulos, apóstatas, pederastas, devotos de Príapo, ladrones, simoníacos, y todos los demás prodigios salvajes con los que este panteón de impiedad está lleno hasta el borde. Que se convierta en morada de dragones, lemures, vampiros y fantasmas, y, de acuerdo con su nombre, se convierta en un caos eterno”.

Despedida dolorosa

A pesar de sus fanfarronerías, esta despedida fue dolorosa para Lutero, tal como lo admitió. Pero la suerte estaba echada. Lutero y Roma tomarían caminos divergentes. A pesar de sus intentos de diálogo con los superiores sobre los abusos de la iglesia entorno a las indulgencias, Lutero había sido rechazado sumariamente e informado de que el Papa, a quien puso en duda, estaba por encima de cualquier cuestionamiento.

Este es el contexto histórico en el cual Lutero tomó su posición en contra de la iglesia Romana. ¿Provocó Lutero alguna vez a sus interlocutores? Indudablemente. Sus indiscreciones están bien documentadas. ¿Pero fue la decisión de Lutero dividir la iglesia, o fue empujado fuera? La evidencia parece apoyar la segunda.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Jenny Midence-Garcia. Imagen: Lightstock
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando