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Identificar a Cristo como la cabeza de la iglesia denota que tiene señorío soberano y autoridad suprema sobre ella. La Biblia menciona en varios textos que «Cristo es la cabeza de la iglesia», por ejemplo:

Más bien, al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo (Ef 4:15).

Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo (Ef 5:23).

Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía (Col 1:18).

Cuando pensamos en la palabra «jefe», a menudo, pensamos en un director ejecutivo o en el jefe de alguna institución u organización. Pero la frase «cabeza de la iglesia» no se emplea para identificar a Cristo como cabeza de una compañía o cabeza de alguna organización terrenal.

Identificar a Cristo como la cabeza de la iglesia denota que tiene señorío soberano y autoridad suprema sobre ella

Por supuesto, mi mente va a Efesios 5:23, cuando el apóstol Pablo distingue a Cristo como la cabeza de la iglesia para explicar el papel del varón en la familia. Pero lo más interesante en ese versículo es la frase «la cabeza de la iglesia». Su cuerpo, la iglesia, no es el resultado del ingenio humano. La iglesia no es el resultado de la visión de algún empresario. El Cristo viviente es la cabeza de un organismo viviente.

Al pensar en el señorío y la soberanía de Cristo sobre la iglesia, quizás tu mente vaya de inmediato a la Gran Comisión que Jesús delegó a Sus discípulos: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra» (Mt 28:18).

Así, la supremacía de Cristo, que fue establecida de manera firme antes de la creación y exhibida en Su encarnación, reina ahora, ahora mismo, sobre Su iglesia y, por supuesto, será eternamente establecida a Su regreso.

Cristo es la cabeza y nosotros, como iglesia, somos el cuerpo llamado a darle gloria en toda nuestra manera de vivir

Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía.  Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos (Col 1:16-20).

Así que la iglesia recibe toda su vida de Cristo y no tiene vida aparte de Él. Son uno, Cristo es la cabeza y nosotros, como iglesia, somos el cuerpo llamado a darle gloria en toda nuestra manera de vivir.


Esta es una adaptación de un artículo publicado originalmente en Crossway.
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