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El Salmo 19 se ha mantenido en las listas Top 40 por un par de miles de años. Es entendible; es un clásico. Es breve, pero cargado de ingredientes teológicos, excelentes imágenes y frases ingeniosas (p. ej., Sal 19:1-2; 19:4-6; 19:9b-10, 14). Pero, si eres como yo, todas estas riquezas se te escapan durante un soñoliento devocional matutino. A menudo, en lugar de salir corriendo, necesitamos el ejercicio de sentarnos en las profundidades de un pasaje para que podamos ser nutridos por él. El Salmo 19 es el lugar perfecto para empezar.

El Salmo 19 tiene tres secciones.

  1. Salmo 19:1-6: El salmista «le pone letra» a la creación con imágenes fabulosas, describiendo el ciclo de cada día como un «hombre fuerte» corriendo su carrera (v. 5).
  2. Salmo 19:7-10: El tema cambia a la ley de Dios (Torá), la cual, junto con las características judiciales de Dios, es perfecta, segura, justa, pura y más.
  3. Salmo 19:11-14: El salmista avanza hacia la aplicación, exhortando al lector a guardar la ley, pidiéndole a Dios que elimine la tentación, y orando por misericordia.

Los temas bíblicos están esparcidos por doquier. Lo que hace que sea fácil perderse por completo el mensaje más sorprendente e importante del Salmo 19: la ley da vida.

Un momento: ¿Qué?

Está bien, es solo una pequeña parte del salmo, pero eso es en lo que me voy a enfocar. La sorpresa viene en el versículo 7, demasiado fácil de pasar por alto en nuestra familiaridad. Dice: «Las enseñanzas del Señor son perfectas, reavivan el alma» (NTV).

Espera. Pablo dice que la ley, que tenía la intención de traer vida, en realidad trae muerte (Ro 7:10). Sabemos, como buenos protestantes, que Pablo generalmente tiene razón (y el Antiguo Testamento suele ser confuso). ¿Cierto? Aún más discordante para los oídos teológicamente reformados, la versión Reina Valera dice que la ley «convierte» el alma. ¿Qué es lo que está pasando aquí? La ley ciertamente no revive, no da vida al alma. Solo el evangelio hace esto. ¿Cierto?

No tires a la basura tu copia de La institución de Calvino todavía (o nunca, para los fines). La frase se puede traducir de otras maneras. La palabra traducida como «revivir» (měšîbat) básicamente significa «hacer que regrese». Entonces, la NBLA dice que la ley «restaura» el alma, y ​​la NVI dice que «infunde nuevo aliento». Obviamente estamos lidiando con algo que no encaja perfectamente en una sola palabra en español.

La pregunta, entonces, es: ¿regresar hacia dónde y desde dónde? ¿De la muerte espiritual a la vida? ¿De la desobediencia a la obediencia? ¿O alguna otra cosa? La palabra hebrea para alma aquí (néfeš) también puede significar cosas diferentes dependiendo del contexto: vida, persona, alma, ser interior. Pero en la poesía concisa, el contexto es justo lo que nos hace falta.

Aprovechando nuestra herencia (hebrea)

Afortunadamente, Dios le ha dado a Su Palabra una profunda unidad que siempre explica su diversidad. Entonces, debemos dejar que las Escrituras claras expliquen las Escrituras menos claras. ¿Dónde más encontramos estas dos palabras juntas: «hacer que regrese» y «alma/vida/persona»? Eso ayudará.

Esta frase específica solo aparece en aproximadamente una docena de lugares, según mi cuenta. «Hacer que el alma/la vida regrese» es lo que el hijo de Rut hará por Noemí, ahora que tiene «vida» a través de su descendencia (Rt 4:13). Es lo que Elías pide a Dios en oración por un niño muerto (1 R 17:21, 22). Es lo que Eliú le dice a Job que Dios hace por los hombres para sacarlos de la fosa (Job 33:30), y lo que David dice que su Pastor divino hace por él junto a las aguas de reposo (Sal 23:3). Entonces, tanto la vida espiritual como la física a menudo son consideradas, ya sea metafóricamente o no. En el Salmo 23 es claro que David está hablando de su bienestar espiritual, aunque lo hace usando la imagen de sí mismo como una oveja cansada que necesita una bebida restauradora de vida.

Pero la frase aparece con mayor frecuencia en Lamentaciones 1, donde la ciudad desierta de Jerusalén reflexiona, en sentido figurado, sobre el asedio babilónico. Fue horripilante. En un asedio, la comida se agota lentamente y la gente muere de hambre o se rinde (Lm 1:11; 4:4; 5:6, 9). En los versículos 11 y 19, los habitantes gimen de hambre, pidiéndole a Dios comida para restaurar sus vidas (lěhāšîb nāfeš) y reavivar su fuerza, usando la misma redacción que Salmo 19:7. El narrador también le pide a Dios misericordia para restaurar su alma (v. 16, mašîb nafšî). Lamentaciones hace la aclaración de que estas circunstancias terribles son las consecuencias del pecado de la gente (cp. 1:8, 14, 18, 22). La muerte física que aún quedaba pendiente del pueblo de Dios es el resultado de su muerte espiritual, una condición acentuada por la expulsión de la tierra prometida.

Comer Torá o morir de hambre

Regresando al Salmo 19:7, parece que la traducción de la NVI de «infunde nuevo aliento» viene bien aquí. Muchos comentaristas coinciden en que el sentido es uno de avivar a una persona casi muerta. Pero quiero ir un poco más allá para sugerir que la frase es metafórica y evoca imágenes de comida. En otras palabras, la ley (tôrāh) es algo para comer. Quizás: «la ley del Señor es perfecta, revitalizando a los hambrientos». Ciertamente para un israelita físicamente hambriento, que enfrenta el hambre espiritual provocada por el exilio de las bendiciones del pacto de Dios en Su tierra, la ley es el «alimento» perfecto que se necesita para rejuvenecer y sobrevivir. Por supuesto, si la ley es comida, entonces la implicación inversa de esta imagen en el versículo 7 es que la desobediencia conduce a la hambruna.

Ese tipo de imagen no está sin precedentes. Después de todo, las palabras de Dios habían sido consideradas alimento espiritual para Israel durante mucho tiempo, especialmente en tiempos de sufrimiento. A medida que la nación camina por el desierto, son llamados a recordar que «el hombre no vive solo de pan», sino «de todo lo que sale de la boca del Señor» (Dt 8:3). La Palabra de Dios, Su ley, alimenta a los espiritualmente hambrientos después de la desobediencia y en medio del sufrimiento. Revive a los anémicos espirituales (Jr 15:16; Sal 119:103; Ez 3:1-3). Come la ley, dice el Salmo 19. Consume las palabras de Dios y vive.

La verdadera Torá da vida renovada a los hambrientos

Alguien más sabía que el hombre no vive solo de pan, incluso en sus peores sufrimientos y momentos físicos más débiles (Mt 4:4; Lc 4:4). De hecho, Él mismo es la verdadera Palabra de Dios (Jn 1:1). Jesucristo no abolió la ley, sino que la cumplió (Mt 5:17). Al hacerlo, Él es la ley perfecta del Dios encarnado. Y Él es aquel cuyo sacrificio y obediencia perfecta han dado vida espiritual al pueblo de Dios en todas las épocas.

Solo Jesucristo puede verdaderamente reavivar al hombre interior. «El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna… Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida» (Jn 6:54-55). ¿Estás espiritualmente desnutrido? ¿Está tu alma fatigada por el desierto? O tal vez has estado comiendo la comida de la muerte: ira, pornografía, pecado. Consúmelo a Él y sé rejuvenecido. Aliméntate de Él por la fe, sé verdaderamente satisfecho y vive.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Casian.
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