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Uno de los párrafos más importantes en la Biblia bien pudiera ser Romanos 3:21-26. Este párrafo lleno de información ofrece una discusión profunda y gloriosa de la justificación por la fe. No sorprende que este pasaje juega un rol crucial en la historia de la doctrina. Martín Lutero hizo campamento aquí. Y no sorprende que las raíces de este párrafo se extienden por toda la Biblia. Hay dos lugares que merecen nuestra atención. La primera nos lleva a Éxodo, mientras que la segunda viene cerca del final del Evangelio de Juan.

Primero, consideremos Éxodo 25:22. El contexto aquí es sobre la descripción del tabernáculo, y específicamente la pieza principal en el mobiliario del tabernáculo: el arca del pacto. Encima del arca está el propiciatorio (llamado en inglés: “la silla de la misericordia”), flanqueado en ambos lados por dos querubines (Éx. 25:19). En este lugar, en el propiciatorio, Dios se encuentra con su pueblo. Éxodo 25:22 declara: “Allí me encontraré contigo”.

La conexión a Romanos 3 tiene que ver con la palabra griega usada para la palabra hebrea para “propiciatorio”. La traducción griega del Antiguo Testamento, conocida como la Septuaginta, usa la palabra hilasterion para traducir la palabra hebrea. (La palabra hebrea es kappuret, relacionada a la palabra “expiación”, que es kippur). Esta palabra griega, hilasterion, usualmente se traduce como “propiciación” en el Nuevo Testamento. “Propiciación” ocurre solamente unas cuantas veces en el Nuevo Testamento. Una de ellas es en Romanos 3:25. Refiriéndose a Cristo y a su obra de redención, Pablo dice que Dios puso a Cristo “como propiciación”. Cristo es el sacrificio aceptable por nosotros, el cual satisface la ira.

Luego está Juan 20:12. María Magdalena había venido a la tumba de Cristo solo para encontrarla vacía. Cuando se inclinó a mirar adentro, “vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies”. Regresando a Éxodo 25, dos ángeles tallados estaban puestos a cada lado del propiciatorio.

Ahora, todo lo que debemos hacer es conectar los puntos. Dios desea encontrarse con su pueblo, y la sangre del cordero sin defecto es el único medio por el cual este encuentro es hecho posible. El propiciatorio del Antiguo Testamento, y la sangre salpicada sobre él por el sumo sacerdote, prefiguraba al futuro Cristo. Cristo vino, y Cristo hizo el sacrificio, y Cristo fue resucitado de los muertos. No nos equivoquemos, estas son realidades históricas. El tabernáculo fue el real. El arca del pacto fue real. El propiciatorio fue real. La cruz fue real. La tumba vacía fue real. Y mujeres reales se inclinaron a ver ángeles reales.

Cristo es nuestro propiciatorio. Allí, por y a través de Cristo, Dios se encuentra con nosotros. Los puntos están conectados.


Publicado originalmente en Ligonier. Traducido por Emanuel Elizondo.
Imagen: Lightstock.
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