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Ahora mismo me encuentro en el aeropuerto de Baltimore, esperando abordar mi primer vuelo en camino a San Juan, Puerto Rico. Este es mi tercer viaje desde que el devastador huracán María azotó mi patria el pasado 20 de septiembre.

Donde estoy, con aire acondicionado, abundante agua potable, y energía eléctrica, contrasta fuertemente con el lugar a donde voy. A casi un mes de María, menos del 15% de las personas tienen servicio eléctrico, el acceso al agua potable es complicado, y hay largas filas para adquirir alimentos.

En medio de toda la devastación y escasez, mi corazón está cargado por algo a lo que muchos no han prestado atención: la posibilidad de que las pocas iglesias fieles a la predicación pura del evangelio en esa isla puedan desaparecer. Esto sería la más grande tragedia que podría ocurrir en un país que ha sido azotado por años por la falsedad del “evangelio” de la prosperidad y el “evangelio” terapéutico.

Debido a esto, la iglesia en la que sirvo se ha comprometido —junto a los ministerios Gracia Soberana y un conglomerado de iglesias amigas— a recaudar fondos para poder suplir necesidades específicas de las iglesias locales.  

Nuestro plan está dividido en tres etapas. Primero, estaremos viajando 5 veces durante octubre para llevar generadores a las iglesias, buscando comunicarles a nuestros amigos que estamos con ellos en medio de esta tragedia. Gálatas 6:10 nos dice que no nos cansemos de hacer el bien, en especial a los de la familia de la fe. Queremos que nuestros amigos pastores vean este verso hecho realidad mientras ellos sirven a sus iglesias y esas iglesias sirven a las comunidades afectadas. Repetidamente he recibido comentarios como, “Gracias por recordarme que no estamos solos” y “Tu visita es como un bálsamo”.

En la segunda etapa queremos identificar las necesidades específicas de estas iglesias y cubrirlas. Las estadísticas muestras que muchas personas se irán de la isla y muchos otros quedarán desempleados. Esto puede poner en riesgo la capacidad de una iglesia para cumplir con sus responsabilidades financieras. Queremos que en este tiempo los pastores no tengan que preocuparse por estas cosas y puedan concentrarse en servir.

Por último, deseamos enviar equipos de ayuda para la reconstrucción de hogares e iglesias. Para poder hacer todo esto necesitamos recolectar fondos que nos ayuden a cubrir los gastos relacionados con estas iniciativas. 2 Corintios 8 nos dice que el evangelio nos impulsa a la generosidad. La iglesia estadounidense está respondiendo a está iniciativa, pero invito también a la iglesia hispana a que, en medio de nuestra necesidad, podamos apoyar las necesidades de la iglesia en Puerto Rico. Para la gloria de Dios y la permanencia del verdadero evangelio en isla.

Si te interesa participar puedes enviar tu aportación siguiendo este enlace, o enviar un cheque a:

Iglesia Gracia Soberana de Gaithersburg
630 Hurdle Mill Pl
Gaithersburg, MD 20877.

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