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#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región.

Antes de contestar esta pregunta directamente debemos estar de acuerdo en que el divorcio es algo horrible, fuera del diseño original de Dios para el matrimonio (Mt. 19:3-8). El divorcio existe porque el pecado existe.

También debemos aceptar que el matrimonio en la Escritura siempre es mencionado como algo sagrado (Efesios 5:25). En cada ocasión en la que Cristo es interrogado sobre el divorcio (Mateo 5:32; 19:1-9; Marcos 10:1-12; Lucas 16:18), Él siempre eleva la santidad del matrimonio. Por tanto, antes de considerar la pregunta del divorcio, es imperativo que sigamos las enseñanzas de nuestro Señor y elevemos la santidad del matrimonio.

Aunado a esto, también entiendo que el divorcio es permitido en las Escrituras bajo dos cláusulas. Aunque Jesús eleva la santidad del matrimonio como la intención original de Dios, cuando se le preguntó sobre el divorcio, también da permiso de divorcio en caso de inmoralidad sexual (Mateo 19:9). Además, el apóstol Pablo enseña que el divorcio es bíblicamente permisible cuando un no creyente abandona a su cónyuge creyente (1 Corintios 7:12-16). No obstante, a pesar de que el divorcio y el volverse a casar son permisibles bajo estas dos premisas, el divorcio nunca es obligado, impuesto, o promovido por la Escritura sobre ningún creyente que caiga en alguna de estas dos categorías.

Entonces, ¿puede un divorciado ser pastor?

Aquellos que se oponen a que ningún hombre divorciado sirva como pastor casi siempre lo hacen con base en 1 Timoteo 3:2 y Tito 1:6. Entre las cualidades que debe tener un anciano, Pablo le menciona a sus discípulos que este debe ser “marido de una sola mujer”. Esta traducción al español proviene de la frase griega μιᾶς γυναικὸς ἄνδρα, que de forma literal se traduce como “hombre de una hembra”. Por siglos la iglesia ha debatido en cuanto al significado de esta frase. Analicemos brevemente las dos interpretaciones más comunes:

  1. La primera interpretación sostiene que la frase “marido de una sola mujer” se refiere al estatus marital de un hombre. Es decir, que un hombre que es divorciado (o se ha vuelto a casar) no puede ser pastor.
  2. La segunda interpretación sostiene que dicha frase tiene una connotación de conducta moral. Es decir, en esta interpretación se hace un énfasis en que incluso los hombres casados (estatus marital legítimo) pueden estar descalificados del pastorado si son hombres que no son caracterizados (conducta moral) por ser fieles a su esposa. En otras palabras, un hombre casado no quiere decir que es un “hombre de una sola mujer”. Un “hombre de una sola mujer” es un hombre entregado con todo su corazón y pureza a la mujer a la cual hoy es su esposa.

El contexto de esta frase nos ayuda a entender que la segunda interpretación es más adecuada, ya que las demás características de un candidato al pastorado mencionadas en Timoteo y Tito son todas de índole moral: “sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad”. Y todo esto debe ser gobernado por un carácter “irreprensible” (1 Tim. 3:2-4).

El punto del pasaje es que los pastores deben ser cristianos ejemplares en todas las facetas de la vida, incluyendo su matrimonio y pureza sexual.

La pregunta clave

Entonces, ¿debe una iglesia contratar a un pastor quien es divorciado? Esa es una pregunta que no puede ser contestada con un simple sí o no. Aunque es difícil que un hombre divorciado sea ejemplo en ser “marido de una sola mujer”, ciertamente no es imposible. Tal vez el divorcio ocurrió antes de la conversión, o el posible pastor estuvo dispuesto a perdonar y la pareja no era creyente y decidió abandonarlo. Un querido amigo mío es divorciado de hace muchos años y ahora es un hombre cuya vida presente es caracterizada por ser “un hombre de una sola mujer”, y recientemente fue ordenado pastor por su iglesia. Debo decir que es uno de los pastores más devotos a la congregación que yo conozco.

Al final de cuentas, entiendo que es la congregación local la que es responsable de elegir a sus pastores. La congregación de mi amigo llegó a la conclusión de que el divorcio estaba tan en el pasado que no afectaba su carácter hoy en día para cumplir con el rol de pastor. Hay otras congregaciones que hacen bien en no nombrar pastores a hombres divorciados por razones prudentes; por ejemplo, tal vez haya pasado muy poco tiempo desde que se dio el divorcio y a los ojos de la congregación esta persona no es caracterizado por ser un “hombre de una sola mujer”. Tal vez haya cometido adulterio con alguien de la congregación y eso haya llevado al divorcio. En un mundo caído, con seres caídos, hay miles de formas en las que el pecado afecta el testimonio de una manera que no se puede decir con tranquilidad que tal persona cumple con los requisitos relacionales del pastorado.

Es bueno tener convicciones en este tema. Lo que debemos entender es que no existen reglas fáciles o atajos; la Escritura nos da principios que debemos seguir. Tanto Timoteo como Tito hacen un énfasis en el carácter, en lugar de en un estatus marital. Mi oración es que cada iglesia local sea dotada de sabiduría para nombrar a aquellos hombres que son cristianos ejemplares y cuya vida es caracterizada por ser “irreprensible”.

Imagen: Lightstock
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