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«Después de la Biblia», escribió una vez Charles Spurgeon, «el libro que más valoro es El progreso del peregrino de John Bunyan. Creo que lo he leído por lo menos cien veces. Es un volumen del que nunca me canso» (Lecciones del progreso del peregrino).

Esto describe bien mi propia experiencia. Hace años, tomé un ejemplar de El progreso del peregrino y nunca lo he dejado. Cada año lo recorro con un separador. Me lo llevo a la cama, de vacaciones y siempre que encuentro un momento para retirarme y refrescarme espiritualmente. Bunyan ha fortalecido tanto mi peregrinaje que lo considero uno de mis amigos más queridos aún por conocer.

Al igual que Spurgeon, soy peregrino y pastor. Me esfuerzo por llegar a la Ciudad Celestial y ayudo a otros a hacer lo mismo. La brillante historia de Bunyan me ha convertido en un mejor pastor peregrino, y confío en que pueda hacer lo mismo para muchos otros.

Aprende de Evangelista

«Huye de la ira venidera», exclama el Evangelista. Su contundente mensaje advierte a Cristiano de que debe huir de la Ciudad de la Destrucción y buscar la Ciudad Celestial. Cristiano no entiende todo lo que dice Evangelista, pero hace caso de su advertencia. Sus seres queridos le piden que regrese, pero él «se tapó los oídos y echó a correr gritando: ¡Vida, vida, vida eterna…!» (pp. 5-6).[1]

La brillante historia de Bunyan me ha convertido en un mejor pastor peregrino, y confío en que pueda hacer lo mismo para muchos otros

El ministerio de Evangelista me mueve a dar gracias a Dios. Al igual que Cristiano, yo era un pecador destinado a la destrucción. Sin embargo, Dios envió a mí por Su misericordia a más de veinte testigos antes de que yo creyera. Yo no quería a Jesús, pero Él me quería a mí. Mi peregrinación comenzó porque vinieron evangelistas y me advirtieron que huyera de la destrucción.

La valentía de Evangelista también me ha animado a resistir el temor al hombre. Nunca se acobarda en su testimonio a Cristiano, sino que señala continuamente la fuente de la vida eterna. Responde a las preguntas de Cristiano y le reprende cuando cae presa del Sr. Sabio Mundano. Incluso después de que Cristiano cree, Evangelista sigue buscándolo, desafiándolo y animando. La perseverancia de Evangelista me ha recordado que nunca debemos dejar de guiar a los peregrinos hacia su Hogar celestial.

Satura tu alma con las Escrituras

Es difícil encontrar una página de El progreso del peregrino que no contenga al menos una alusión a las Escrituras. La estimación que Spurgeon tenía de Bunyan como «una Biblia viviente» es cierta: «Pínchalo en cualquier parte [y verás que] su sangre es Biblia… No puede hablar sin citar un texto, porque su alma está llena de la Palabra de Dios». Bunyan amaba la Biblia, y me ha ayudado a amarla también.

Cada paso del viaje de Cristiano está guiado por la luz de la Escritura. Cada conversación se inspira en ella. Cada amigo de confianza le remite a ella. La considera preciosa, especialmente en su hora más oscura. En el calabozo del Castillo de las Dudas, el Gigante Desesperación tortura a Cristiano y a su querido amigo Esperanzado, ordenándoles que se quiten la vida. Cristiano casi sucumbe, hasta que de repente exclama:

«¡Qué…  necio soy!… Tengo en mi seno una llave, llamada Promesa, que con toda seguridad podrá abrir todas y cada una de las cerraduras del Castillo de la Duda»… Cristiano sacó su llave, la aplicó a la puerta del calabozo, y a la media vuelta, la cerradura cedió y la puerta quedó abierta de par en par y con la mayor facilidad. Luego Cristiano y Esperanzado salieron (p. 132).

Yo también he caminado por el precipicio del abandono y he caído en el pozo de la desesperación, pero la Palabra de Dios me ha dado fuerzas para no rendirme ni darme por vencido. El poder de El progreso del peregrino reside en que Bunyan infunde la Palabra de Dios en la vida de los personajes y en la trama de forma tan creativa que no puedo evitar deleitarme en la Palabra de Dios cuando la leo. Cristiano y sus fieles amigos se aferran a las preciosas promesas de Dios a través de cada prueba hasta que pasan a la tierra donde la fe se convierte en vista. Las palabras de Bunyan me empujan a la Palabra para que, como a ellos, me ayude a heredar la vida eterna.

Atesora los compañeros peregrinos

La primera parte de mi vida cristiana estuvo aislada de la iglesia local. Desarrollé amistades cristianas, pero con demasiada frecuencia caminaba solo. Pero a medida que he ido madurando, he aprendido que soy demasiado débil para caminar solo hacia el cielo. Necesito compañeros peregrinos que me ayuden a perseverar. El retrato que Bunyan hace de la vida cristiana no ha hecho sino reafirmar esta realidad.

He aprendido que soy demasiado débil para caminar solo hacia el cielo. Necesito compañeros peregrinos que me ayuden a perseverar

Dios providencialmente le da amigos a Cristiano en el momento justo y por las razones correctas. Ayuda le salva del Pantano del Desaliento. Al principio de su camino, Intérprete enseña a Cristiano a ver con ojos espirituales. Fiel sufre con él en el crisol de la Feria de la Vanidad. Esperanzado impide que Cristiano sucumba al suicidio. Los santos del Palacio Hermoso animan a Cristiano en sus progresos y le exhortan a seguir adelante. Incluso en los últimos momentos de Cristiano, Esperanzado le ayuda a seguir aferrándose a las promesas de Dios.

Ver a Dios dar amigos a Cristiano providencialmente me ha ayudado a atesorar los amigos que me ha dado. Una pared de mi oficina está cubierta de fotos de personas que Dios ha usado para pastorearme y de personas a las que me ha dado el honor de pastorear. Cada instantánea en el tiempo da testimonio del amor providencial de Dios por mí a través de esos amigos. Sin embargo, al igual que algunos personajes de El progreso del peregrino, algunos amigos de las fotos se han alejado y ya no buscan un hogar celestial. Su triste partida me hace reflexionar para mantener los ojos en Cristo y no dejarme desviar.

Observar a Cristiano y a sus amigos también me inspira a cultivar amistades centradas en Cristo. Quiero amar como Fiel y animar como Esperanzado. Quiero correr con una compañía de peregrinos cuyos corazones están puestos en el cielo, sabiendo que no importa lo que enfrentemos, pronto llegaremos a esa tierra donde nunca más diremos adiós.

Afronta el sufrimiento con esperanza

Inmediatamente después de partir hacia la Ciudad Celestial, Cristiano y Flexible encuentran problemas. Mientras luchan en el Pantano del Desaliento, Flexible muy enojado dice: «“¿Es esta la dicha que hace un momento me elogiabas tanto? Si tan mal lo pasamos al principio de nuestro viaje, ¿qué no podemos esperar antes de concluirlo?”… Se marchó, y Cristiano no lo volvió a ver más» (p. 11).

Esta prueba no sería la última de Cristiano. Asciende colinas difíciles, soporta dudas debilitantes, supera engaños mundanos, sufre pruebas injustas y escapa por poco de la ejecución. La preocupación por su familia, que no es salva, le atormenta constantemente y soporta una guerra espiritual implacable. Sin embargo, Cristiano sigue adelante. Observar a Cristiano me enseña que el sufrimiento nos empuja hacia Dios o nos aleja de Él. Así, el sufrimiento separa a las ovejas de las cabras. La perseverancia de Cristiano también me asegura que es posible y provechoso seguir avanzando hacia el Hogar.

Observar a Cristiano confiar en el Hijo, que siempre brilla al otro lado de la nube, me anima a seguir adelante

No suelo ser dado al desánimo, pero en los últimos años la nube oscura me ha visitado más a menudo de lo que preferiría. Pero observar a Cristiano confiar en el Hijo, que siempre brilla al otro lado de la nube, me anima a seguir adelante. Al igual que para Cristiano, Dios ha provisto un manantial para acompañar mis dificultades. De esta reserva de gracia, no solo soy ayudado, sino que también puedo ayudar a las ovejas que sufren en su penosa peregrinación (2 Co 1:3-4). Juntos cojeamos hacia la gloria, y el Señor no desprecia los pasos débiles.

Pon tu corazón en la Ciudad Celestial

De todas las ayudas de las que dispone Cristiano, ninguna es más vital que mantener su mirada en las orillas de Sión. Una perspectiva eterna fortalece los pasos de la perseverancia peregrina. Ver a Cristiano y a Esperanzado atravesar el río oscuro y adentrarse en Sión me produce un gozo profundo.

La bienvenida de los ángeles hace soñar a los corazones redimidos:

Allí servirán continuamente con alabanza, con voces de júbilo y con acciones de gracias… Sus ojos se regocijarán con la visión y sus oídos con la dulce voz del Altísimo. Recobrarán la compañía de los amigos que les han precedido… Y cuando Él vuelva a la Ciudad, ustedes volverán con Él al son de trompeta, y estarán con Él para siempre (p. 182).

Dios me llama a mí y a las personas que pastoreo a poner nuestros corazones en este lugar prometido. Una perspectiva eterna mantiene todos los obstáculos y aflicciones en su perspectiva adecuada. Nos muestra que el costo de seguir a Cristo valdrá la pena en abundancia. Ver que Dios sigue siendo fiel a Cristiano me asegura a mí y a los que pastoreo esta verdad: dentro de diez mil años, cuando sepamos lo que Dios sabe, no le acusaremos de nada. Él siempre ha sido fiel.

Así que mantén una perspectiva eterna, compañero peregrino. Ya casi estamos en el Hogar.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.

[1] Nota del traductor: El autor original cita en el artículo la edición de El progreso del peregrino producida en inglés por el ministerio Desiring God.

 

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