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“Cuando todos tus predicadores favoritos se hayan ido, y todos sus libros sean olvidados, tendrás tu Biblia. Domínala. Domínala”, John Piper.

Me encuentro todo el tiempo con mujeres que tienen curiosidad sobre cómo deben estudiar las Escrituras. Tienen hambre de transformación, pero se les escapa. Aunque muchas han pasado años en la iglesia, incluso participando en estudios organizados, su alcance a los fundamentos sobre cómo acercarse a la Palabra de Dios es débil o inexistente y probablemente no es culpa de ellas. A menos que se nos enseñen buenos hábitos de estudio, pocos son los que se desarrollarán de forma natural.

Con tantas opciones disponibles de estudio de la Palabra, ¿por qué muchas creyentes permanecen sin ser enseñadas y sin cambio en sus vidas? La Escritura enseña claramente que la viva y activa Palabra nos madura, nos transforma, logra lo que se propone, aumenta nuestra sabiduría, y lleva el fruto de las acciones correctas. No hay déficit en el ministerio de la Palabra. Si nuestra exposición a esta sustancia no da lugar a la transformación, sobre todo a lo largo de años, solo hay dos razones posibles: o bien nuestros estudios bíblicos carecen de creyentes verdaderos, o nuestros creyentes carecen de estudio verdadero de la Biblia.

Creo que la segunda razón es más precisa que la primera. Gran parte de lo que tenemos como estudio de la Biblia en las librerías cristianas y bibliotecas de recursos de la iglesia, simplemente no es: si bien nos puede educar en una doctrina o un tema, hace poco para avanzar nuestra alfabetización Bíblica, y nos deja a nuestras propias estrategias. Seguimos entonces una serie de enfoques desagradables (y no-transformadores), construidos por nosotras mismas, para “pasar tiempo en la Palabra”. Aquí hay varios con los que me encuentro con regularidad:

Acercándonos a la Biblia como pastillas para la ansiedad: ¿Te sientes ansiosa? Filipenses 4:6 afirma que por nada debemos estar afanadas. ¿Te sientes fea? Salmo 139 declara que asombrosa y maravillosamente has sido hecha. ¿Te sientes agotada? Mateo 11:28 dice que Jesús dará reposo al cansado. Esta forma de acercarse a la Escritura trata la Biblia como si ella existiera para hacernos sentir mejor. Ya sea con la ayuda de un libro devocional o simplemente el índice en nuestra Biblia, con este acercamiento solo afirmo que mi tiempo en la Palabra fue fructífero si puedo decir: “Vaya. Eso fue realmente reconfortante”.  El problema: El enfoque de las pastillas para la ansiedad hace de la Biblia un libro sobre nosotros. Nos preguntamos cómo la Biblia nos puede servir, en lugar de cómo podemos servir al Dios que ella proclama. En realidad, la Biblia no siempre nos hace sentir mejor. Muy a menudo hace justo lo contrario (¿Te sientes increíble? Jeremías 17:9 afirma que somos personas perversas). Sí, hay consuelo en las páginas de la Escritura, pero es el contexto lo que hace que ese consuelo sea duradero y real. Este enfoque garantiza que grandes secciones de la Biblia permanecerán sin ser leídas, porque no pueden entregar una dosis inmediata de satisfacción emocional.

Acercándonos a la Biblia como un Pinball: A falta de una preferencia o alguna orientación sobre qué leer, leo cualquier pasaje de la Escritura que aparezca de manera casual. Al soltar el resorte de mis buenas intenciones, sale disparada la bolita de mi ignorancia a toda velocidad hacia cualquier pasaje que puede golpear, rebotando en torno a diversos pasajes “según el Espíritu guíe”. El problema: La Biblia no fue escrita para ser leída de esta manera. El enfoque de pinball no piensa en el contexto cultural, histórico o textual, la autoría, o la intención original del pasaje en cuestión. Cuando leemos de esta manera, tratamos la Biblia con menos respeto del que le daríamos a un simple libro de texto. Imagínate tratando de dominar el álgebra leyendo al azar durante diez minutos cada día de cualquier párrafo del libro de texto sobre el cual se posen tus ojos. Al igual que esa bolita de metal, perderías impulso rápido y serías muy malo en álgebra.

Acercándonos a la Biblia como una bola Mágica 8: ¿Conoces este juguete que contenía respuestas al azar? Cuando era una niña, me parecía que podía contestar incluso nuestras preguntas más difíciles. Pero eres un adulto ahora y te preguntas si deberías casarte con el buen Roberto, conseguir un nuevo trabajo, o cambiar tu color de pelo. Al igual que con la bola mágica, le das una fuerte sacudida a tu Biblia y la abres. Colocas tu dedo a ciegas sobre un versículo y entonces lo lees para ver si hay señales que apuntan a un “sí”. El problema: La Biblia no es mágica y no complace nuestros caprichos. El enfoque de la bola mágica 8 interpreta erróneamente el ministerio del Espíritu Santo a través de la Palabra, exigiendo que la Biblia nos diga lo que debo hacer en lugar de qué debo ser. Esto se acerca de manera peligrosa a la adivinación, por la cual las personas solían ser apedreadas. Así que por favor, no uses la Biblia como una bola mágica.

Acercándonos a la Biblia como un asesor de compras: ¿Quieres saber cómo ser una mujer de Dios, o cómo hacer frente a los problemas de autoestima, pero no sabes dónde encontrar versos sobre eso? Deja que (insertar maestro de la Biblia famoso aquí) haga el trabajo de campo por ti.  El problema: Este enfoque no nos ayuda a apropiarnos de las Escrituras. Al igual que el enfoque de pinball, rebotamos de un pasaje a otro y obtenemos un conocimiento fragmentado de muchos libros de la Biblia, pero el dominio de ninguno. Los estudios temáticos tienen un propósito: ayudan a integrar conceptos amplios en nuestra comprensión de la Escritura. Pero si son todo lo que siempre hacemos, nos estamos perdiendo la riqueza del aprendizaje de un libro de la Biblia de principio a fin.

Acercándonos a la Biblia como una dieta selectiva: Tomamos este acercamiento cuando somos muy selectivas con la Palabra de Dios. Leemos el Nuevo Testamento, pero aparte de Salmos y Proverbios evitamos el Antiguo Testamento, o leemos libros con personajes, tramas, o temas con los que podemos identificarnos fácilmente.  El problema: Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil. Toda. Mujeres: es momento de ir más allá de Esther, Ruth, y Proverbios 31, y llegar al resto de la comida. No se puede apreciar plenamente la dulzura del Nuevo Testamento sin lo salado del Antiguo Testamento. Necesitamos una dieta equilibrada para crecer hasta la madurez.

Discipulado definido

¿Por qué persisten estos seis hábitos de estudio de la Biblia, altamente ineficaces, en la iglesia de hoy? ¿Por qué la ignorancia bíblica persigue a la iglesia, a pesar de las buenas intenciones del liderazgo de obedecer la Gran Comisión de hacer discípulos? Creo que la respuesta está en nuestra definición de un discípulo.

Un discípulo es, literalmente, un aprendiz; uno que sigue las enseñanzas de otro. Pero la iglesia moderna ha tendido a definir un discípulo como un “hacedor” en lugar de un “alumno”. Se nos ha pedido hacer proyectos de servicio, unirnos a grupos en casa, encontrar una compañera de rendición de cuentas, obtener asesoramiento, arreglar nuestro matrimonio, cantar en el grupo de alabanza, salir de la deuda, ayudar en la guardería, repartir boletines, ir en viajes misioneros, ofrendar, compartir el evangelio en plazas. Pero hemos sido desafiadas con muy poca frecuencia para perseguir el elemento más fundamental del discipulado: El estudio serio de la Palabra.

Sí, un discípulo hace, pero somos motivadas a actuar por amor al Dios revelado en la Palabra. No esperes más que tu comunidad de creyentes te llame a ser aquello para lo que Cristo ya te ha llamado. Sé una alumna. Sé una buena alumna. Lee de manera repetitiva y en su contexto, línea por línea. Mantén el Dios del evangelio en el centro de tu estudio. Lucha por la comprensión antes de la interpretación. Da a la aplicación tiempo suficiente para salir de un pasaje. Mira a la ignorancia huir y a la transformación florecer. Estudia la Palabra. Domínala, domínala.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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