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Nota del editor: 

Para profundizar más en este tema y conocer una perspectiva diferente, lee el artículo ¿Podemos bautizar y tomar la Cena del Señor “en línea”? (por Bobby Jamieson) y mira este vídeo con el pastor Miguel Núñez. También recomendamos leer este artículo escrito en colaboración con nuestro Concilio Pastoral.

Los tiempos turbulentos que enfrentamos, producidos por la pandemia global actual, generan muchas preguntas en la Iglesia. Muchas de ellas no se habían contestado antes. Nadie en nuestra generación ha pastoreado una iglesia en medio de una pandemia de este nivel donde la asamblea se ha prohibido temporalmente en tantos países.

Una de las preguntas principales que se debate es acerca de la Santa Cena y la libertad que podría tener o no una iglesia para practicar esta ordenanza de maneras inusuales durante este tiempo. El argumento principal en contra es que la iglesia solo debe celebrar la Santa Cena en la asamblea. Como está prohibida la asamblea física, entonces no debe haber Santa Cena.

Sin embargo, en nuestra iglesia local hemos concluido, según las Escrituras, que sí somos libres para tomar la Cena del Señor por vías digitales bajo ciertas condiciones. Como estoy plenamente convencido por la Palabra, quisiera explicar nuestra convicción al respecto y cómo insistimos en practicar la Cena del Señor de una forma muy específica.

La Santa Cena no es un acto privado

A manera de afirmación introductoria, es importante enfatizar que la Santa Cena no es un acto de piedad privada. Desde sus inicios, teniendo la pascua como sombra y la enseñanza bíblica al respecto, vemos que la Cena del Señor es una cena familiar. Esto lo afirmamos en nuestra iglesia cada vez que la celebramos.

El argumento principal de Pablo en 1 Corintios 10-11 da por sentado que esta cena será algo compartido por la iglesia, y no un acto individual. En 1 Corintios 10:17, Pablo dice: “Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; porque todos participamos de aquel mismo pan”. Él sigue su argumento señalando la forma de tomar la Santa Cena en el versículo 18: “Pues, en primer lugar, oigo que cuando se reúnen como iglesia…”. Al mismo tiempo, él termina en el versículo 33 diciendo: “Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros…”.

La norma en las Escrituras es que la Cena del Señor debe ser celebrada por la comunidad de creyentes. La razón es que esta cena es una muestra de que somos el pueblo de pacto. El pueblo redimido y rescatado por Cristo, mediante el amor fiel y verdadero de Dios, celebra esta cena como testimonio de su identidad pactual. Por lo tanto, no tiene sentido tomar la Santa Cena de forma privada.

La mayoría de personas que critican a las iglesias que toman la Santa Cena por medios virtuales asumen que (1) lo están haciendo en una transmisión en vivo y cada quien está solo en su casa sin poder “estar juntos” y/o que (2) la iglesia no toma en cuenta a aquellos miembros que no se pueden conectar, y por tanto, no se han esperado los unos a los otros, como advierte Pablo en 1 Corintios 11:33. 

Claramente, debemos evitar tomar la Santa Cena de forma privada. Al mismo tiempo, no podemos excluir a miembros de la iglesia por cuestiones tecnológicas. Entonces, la pregunta central al tomar la Cena del Señor en línea no es: ¿Puedo tomarla de forma privada en mi casa?, sino ¿En qué consiste reunirnos o congregarnos? Una segunda pregunta que surge es: ¿Hay alguna forma en la que podemos obedecer lo que las Escrituras demandan, sin estar todos físicamente en el mismo edificio?

Nosotros nos hemos reunido por videollamada los domingos para celebrar juntos la Santa Cena. Tenemos una cuenta grande en Zoom, la cual nos permite hasta 500 conexiones. Además, hemos hecho todo lo posible por incluir a nuestros miembros que no tienen acceso, para que todos podamos estar conectados. Así nos aseguramos de que esto no sea un acto privado, sino un acto corporativo, el cual no excluye a nadie porque toda la membresía de nuestra iglesia tiene el conocimiento y acceso necesario.

La pregunta principal que esto nos ha generado como pastores es: ¿Los autores del Nuevo Testamento afirmarían que esto es una asamblea en medio de la situación que estamos viviendo? ¿Es esta una reunión de la Iglesia Reforma?

Yo creo que sí y a continuación explico por qué.

1. Reconocemos que no es lo ideal

En primer lugar, ninguno de nosotros aboga que esto es ideal. De hecho, yo también afirmaría que con la capacidad de reunirnos físicamente, esta sí sería una práctica que restaría importancia a la iglesia local. Hay un ideal y, al mismo tiempo, la iglesia tiene que tomar decisiones con base en la urgencia o peculiaridad de la situación.

Las mismas confesiones de fe protestantes entienden este principio. Tanto la Segunda Confesión Bautista de Londres como la Confesión de Westminster dicen:

“… hay algunas circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la Iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que han de determinarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, según las normas generales de la Palabra, que han de guardarse siempre”.

En ese sentido, consideramos que hemos guardado las normas generales de la Palabra y que hemos tenido que determinar la práctica de esta ordenanza conforme a la luz de la naturaleza de los acontecimientos actuales y de la prudencia cristiana para este tiempo.

Cuando la sociedad humana vuelva a la regularidad, entonces con seguridad volveremos a la práctica ideal de la ordenanza de la Santa Cena. ¿Estamos reunidos en videollamada? ¡Claro que sí! ¿Es ideal reunirnos así? ¡Claro que no!

2. Insistimos en el ejemplo de la iglesia primitiva

Sin embargo, aunque no consideramos que es ideal, tampoco creemos que la descentralización de la iglesia a la hora de tomar la Santa Cena sea algo ajeno a las Escrituras. La cruda realidad es que hay confusión acerca de lo que explica Hechos 2:46. Aquí es, desde mi punto de vista, donde ha faltado consistencia en nuestra exégesis acerca de la Santa Cena.

Hechos 2:46 dice: “Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Muchos han apelado a que la cena mencionada aquí no es la Cena del Señor, sino que simplemente era una comida. Sin embargo, luego argumentan con base en Hechos 20:7 (“El primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan…”) que la cena debería ser cuando la asamblea está reunida, sin darse cuenta de que la frase usada en Hechos 20:7 es la misma usada en Hechos 2:46. ¿Por qué no asumir que Lucas tiene en mente lo mismo al usar la misma frase? Esta sería la lectura más sencilla.

En ese sentido, hay dos opciones: (1) Lo narrado en Hechos 2 sí es un ejemplo de la iglesia tomando la Santa Cena de forma descentralizada (esto es, en expresiones de la iglesia local en hogares, y no necesariamente con toda la asamblea presente en el mismo lugar); o (2) el partimiento del pan de Hechos 20 no es la Cena del Señor y simplemente es una comida normal. No hay suficientes pistas textuales para discernir esto. Por lo tanto, la interpretación de asumir que sí se habla de la Cena del Señor en un pasaje y no en el otro es una exégesis caprichosa.

Por lo tanto, se puede suponer que la iglesia primitiva entendió su identidad comunitaria no de forma presencial, de manera que todos tenían que estar en el mismo lugar para celebrar aquello que los unía, sino que entendieron su identidad comunitaria de manera espiritual. Esto es, el vínculo es el Espíritu, no el lugar ni la presencia de todos.

Además, algunos argumentan que en Hechos 2:46 no se habla de la Cena del Señor, sino de solo una comida normal. Pero esto no es un argumento verdadero porque las dos cosas pueden ser ciertas. Los creyentes pudieron haber comido y también celebrado la Cena del Señor. Este parece ser el caso en 1 Corintios 11. Además, la misma noche en la que Jesús instituyó la Cena del Señor, fue en una cena con “comida regular”.

3. Enfatizamos el estar juntos espiritualmente

No poder estar reunidos físicamente para tomar la Santa Cena genera una serie de preguntas que me hacen dudar si realmente existe una iglesia que logre reflejar por completo el ideal que se promueve.

Si lo ideal es que toda la membresía debe estar congregada para tomar la Santa Cena, entonces ¿qué sucede si alguien falta? ¿No debemos tomar la Santa Cena si no están todos los miembros? ¿Qué hacemos con miembros que no pueden salir de sus casas por asuntos de enfermedad? ¿Ellos simplemente no toman la Santa Cena? Es más, ¿qué hacemos con iglesias que tienen múltiples servicios? ¿No es el tomar la Santa Cena con la mitad de la iglesia menos que ideal?

Estoy seguro de que todas estas preguntas tienen respuestas. Mi punto no es que no las tengamos, sino que ellas variarán en nuestras iglesias precisamente porque todos intentamos ser fieles a la Palabra de Dios en situaciones particulares, dentro de un cierto tiempo y contexto. Esta crisis, una pandemia a nivel global, no tiene precedentes y queremos honrar lo que la Palabra de Dios demanda de nosotros en medio de esta situación.

Es aquí donde entendemos que lo importante al tomar de la Santa Cena no es primeramente la presencia física de todos los miembros, sino la conciencia espiritual y pactual de lo que significa estar juntos y unidos en un mismo sentir, bajo la cabeza que es Cristo. Estar reunidos como iglesia consiste en más que estar en el mismo lugar para vernos, hablarnos, escucharnos, y abrazarnos. Puede incluir todas estas cosas muy valiosas, pero consiste especialmente en saber que los que estamos juntos hemos sido adoptados y redimidos adoptados por el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto, yo creo, sí se puede lograr a través de una videollamada. Las cosas principales que nos unen siguen vigentes en ese espacio no ideal.

De hecho, Pablo en dos ocasiones hace referencia a esta presencia espiritual (1 Co. 5:3, y Col. 2:5). Él añora estar con la iglesia, pero no desiste diciendo: “Bueno, ni modo, hasta que estemos juntos…”, sino que enfatiza que aunque está ausente en cuerpo, aún así está presente en espíritu. ¿Significa esto que su espíritu está flotando con la iglesia en Colosas o en Corinto? ¡De ninguna manera! Lo que sí implica es que estar presente con la iglesia va más allá de estar en la misma localidad.

¿Un problema mayor?

Sinceramente, el problema en el debate actual parece ser que tenemos dos compromisos en tensión. El primer compromiso es el de guardar todo lo que nos manda hacer las Escrituras en cuanto al orden y la estructura de nuestras iglesias. El segundo compromiso es el de celebrar fielmente la ordenanza establecida por nuestro Señor Jesús. Simplemente decir que no podemos celebrar la Santa Cena y que debemos esperar durante este tiempo, es menospreciar este segundo compromiso.

Irónicamente, muchas iglesias que usan Hechos 20:7 para abogar que la iglesia siempre debe estar reunida físicamente para celebrar la cena, ignoran la implicación de que la iglesia tomaba la Santa Cena “el primer día de la semana, cuando estaban reunidos…”. Es decir, cada semana. Esto nos lleva a la discusión difícil de la regularidad con la que deberíamos tomar la Santa Cena. Por lo menos, dentro de la tradición reformada, hemos entendido que esta cena es más que una simple memoria. Es un medio de gracia. Esta creencia es la que nos ha llevado a practicar la Santa Cena con mayor frecuencia.

Además, ¿qué es menos ideal entre tomar la Santa Cena vía virtual y no tomarla? ¿No será que estamos negándole el pan y la copa a la iglesia cuando hemos sido provistos con tantas otras formas poco ideales para congregarnos en estos tiempos?

Conclusión

Escribo este artículo extenso no con el afán de abogar a favor de que todas las iglesias sigan nuestras prácticas. Al contrario, quiero que cada iglesia obedezca la Palabra de Dios con fidelidad. Sin embargo, es importante entender lo complejo que puede ser pastorear una iglesia y querer ser fiel a la Palabra de Dios en medio de tiempos tan confusos.

Asumir que los pastores que han decidido celebrar la Santa Cena de manera virtual lo han hecho por puro pragmatismo o sentimentalismo, es ignorar la caridad y el amor que deberíamos tener entre hermanos. Aún más, hacerlo con sarcasmo y broma es ofensivo.

Hay cierta ironía en que una discusión sobre la Santa Cena, la cual fue creada para ser celebrada en un entorno de gran unidad, pueda fomentar algo completamente distinto. Tal vez la crítica a quienes toman la Santa Cena por videollamada en tiempos como estos es, en sí misma, un acto de no tomar en cuenta la unidad en Cristo. Esa reflexión nos corresponde a cada uno delante del Señor.

En fin, ¿estamos reunidos por videollamada al tomar la Santa Cena? Dios nos juzgará. No queremos encontrarnos cara a cara con Él para darnos cuenta de que no fuimos fieles a Su Palabra. Y es precisamente ese juicio y la conciencia de ello lo que nos ha llevado en nuestra iglesia a tomar la decisión de participar de la Santa Cena en este tiempo.

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