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Los pastores deberían trabajar duro para llegar a ser escritores claros y competentes.

Esa es la tesis. Aquí va el esquema: hay dos advertencias, tres razones, y cuatro sugerencias.

Dos advertencias

Vamos a quitar del camino, para empezar, las advertencias.

1. No creo que todos los pastores —ni incluso muchos pastores— tengan que ser escritores. Esto no se trata de ser publicado o escribir con el ímpetu de J. I. Packer o C. S. Lewis. Esto es sobre claridad y competencia básica.

2. Un hombre puede ser un pastor excelente sin escribir una sola palabra. ¡No tenemos registro de alguna cosa que Jesús haya escrito! Pero estoy asumiendo que el pastor que está leyendo este artículo trabaja en un contexto de alta alfabetización, donde libros, emails, y otros escritos están siempre a la vista, y la comunicación escrita (de varias formas) es normal. 

Tres razones

¿No es la tarea del pastor predicar sermones, visitar el hospital, y pasar tiempo con la gente? ¿Por qué importa escribir?

1. Escribir toma al pastor mucho de su tiempo. Puede que no te des cuenta, pero los pastores tienen que escribir todos los días. Estoy seguro de que cada pastor tiene una relación de amor y odio (¿mayormente odio?) con el correo electrónico. Hubo un día la semana pasada en que escribí 53 emails. Muchos de ellos eran cortos, pero espero que ninguno mal escrito. Y eso es solo el comienzo de lo que el pastor escribe. Hay boletines, reportes, oraciones, estudios, sermones, cartas, notas, y memorándums. Mucho de lo que hacemos es trabajar con palabras. Entonces trabajemos duro para hacerlo bien. Nuestro ministerio será mucho más efectivo si podemos comunicarnos clara y eficazmente por medio de la palabra escrita.

 2. Escribir bien promueve el pensar mejor. Sí, para escribir bien se necesita habilidad. Se necesita práctica. Algunas personas nacen con una capacidad natural para escribir, y la mayoría de los pastores podrían ser bastante buenos con un correcto entrenamiento y esfuerzo. Hay gajes del oficio que ayudarán nuestro escribir. Y sin embargo, más que menos, si nuestra escritura es confusa, es porque nuestro pensamiento es confuso. C. S. Lewis dijo una vez que la buena escritura es simplemente cuestión de saber exactamente lo que quieres decir, y luego decirlo. El problema para muchos de nosotros es que no sabemos muy bien lo que tratamos de decir. Al escribir, exponemos huecos en nuestro pensamiento, como conexiones defectuosas, argumentos subdesarrollados, y lógica incorrecta. Escribe bien para pensar bien.

3. Escribir es esencial en la defensa de la verdad. Se puede hacer mucho para promover y defender la fe a través de argumentos orales. Pero para muchos de nosotros, vendrá un tiempo en que la verdad será ganada o perdida en la construcción de oraciones y párrafos. Cuando estamos hundidos hasta la cintura en controversia doctrinal en la iglesia, o en medio de riñas teológicas en la denominación, tenemos que depender de las palabras. Palabras escritas. Aquellos que puedan escribir, no profesionalmente ni brillantemente, pero sí claramente, serán escuchados. Los que no puedan, no lo serán.

Cuatro sugerencias

Entonces, ¿qué se puede hacer para ayudar a que los pastores escriban bien?

1. Los seminarios pueden insistir en escribir mejor. La mayoría de los estudiantes no pueden escribir, al menos no al principio. Incluso los estudiantes graduados están a menudo mal preparados para escribir de manera contundente y clara. Eso significa que los seminarios deben hacer entrenamiento remedial. Los profesores deben ayudar a los estudiantes no solo a aprender el material, sino también a aprender cómo articular lo que reciben. Estamos en el ámbito de la comunicación, después de todo. Los estudiantes necesitan entender los puntos básicos de la gramática, cómo estructurar un argumento, y las conjugaciones de verbos regulares e irregulares.

2. Las denominaciones pueden insistir en escribir mejor. Yo he sido parte de exámenes a estudiantes en los que a los seminaristas se les permite pasar aunque no sepan escribir o hablar bien, ya que, “Simplemente no es muy bueno para comunicarse”. ¡Pues eso se supone que hacen los pastores! Permíteme repetirlo: la gente puede aprender. Los estudiantes pueden mejorar. No estamos hablando de un strike y estás fuera. Pero soy lo suficientemente a la antigua como para pensar que los futuros pastores deben demostrar mayor capacidad en un examen de ordenación.

3. Los pastores mismos pueden insistir en escribir mejor. Cuando la gente me pide consejo sobre escribir, usualmente digo dos cosas. Uno, lee más. Dos, trabaja más duro en lo que ya estás escribiendo. No te conformes con publicaciones de Facebook poco pensadas, o emails mal redactados. Si tienes que escribir, ¿por qué no practicar y hacerlo mejor? Entra en el hábito de editarte a ti mismo, sin importar la forma de comunicación en la que escribes. No podrás escribir bien en tu estudio si escribes mal en todo lo demás.

4. Podemos pedir que otros insistan en escribir mejor. Ojo, yo no dije que la iglesia debería fastidiar a su pastor hasta que escriba mejor. A los pastores de por sí ya les llueven suficientes balas del mismo ejército. Pero si un pastor quiere crecer en esta área, debe buscar retroalimentación confiable y honesta. Como escritores, a menudo no vemos nuestras propias ambigüedades y atajos. Hasta los mejores escritores necesitan aportaciones externas. Pocos de nosotros tendremos la retroalimentación que necesitamos si no la pedimos humildemente.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Neftalí Ramírez.
Imagen: Lightstock
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