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Por qué los cristianos deben ser sabatistas

Nota del editor: 

Este artículo es parte de un foro de tres puntos de vistas sobre el sabbat. Puedes leer el artículo anterior aquí.

Hay una tradicional melodía folclórica escocesa llamada “El gallo en la nasa”, compuesta por Donald MacLeod. Él recuerda a su abuela (quien vivía en la isla de Lewis, mayormente sabatista todavía, en las Hébridas exteriores) los sábados por la noche persiguiendo al gallo por el patio con la nasa (una canasta tejida para pescar cangrejos y langostas). Una vez atrapado, ahí se quedaba el pobre gallo hasta el lunes en la mañana, no sea que encuentre algo que hacer en el día del sabbat.

Esta imagen pintoresca, casi caricaturesca, hace surgir en muchos el espectro de legalismo que viene con la misma idea de guardar el sabbat. Mientras Jesús y sus discípulos recogían espigas de maíz en el sabbat y las comían sin pecado alguno, ¡infortunio acontece al ignorante gallo que hizo lo que es de su naturaleza hacer en el día del Señor! Esto no puede ser correcto, ¿cierto? Y así, apelando al muy común argumento reductio ad absurdum (reducción al absurdo), desestimamos la misma idea de que los cristianos guarden el día de reposo para santificarlo, por compartir más el espíritu del fariseo que el de Cristo.

A la luz de estas caricaturas, me gustaría argumentar que las Escrituras sí enseñan la obligación perdurable de la observancia del sabbat. Pero lejos de ser legalista o severo, el día del Señor debe ser una fuente de gozo y restauración para los cristianos. Ofrece un testimonio poderoso y contracultural al mundo que está atrapado por el ritmo frenético de la vida digital.

Leyendo la misma Biblia de manera diferente

Antes de examinar los argumentos que apoyan nuestra obligación continua de guardar el sabbat, necesitamos retroceder y abordar algunas diferencias básicas y metodológicas que influyen en cómo leemos la Biblia. La primera tiene que ver con si leemos la teología y ética del Antiguo y Nuevo Testamento con una hermenéutica primaria de continuidad o discontinuidad.

Lejos de ser legalista o severo, el día del Señor debe ser una fuente de gozo y restauración para los cristianos. Ofrece un testimonio poderoso y contracultural al mundo que está atrapado por el ritmo frenético de la vida digital

De seguro muchos reconocerían que aquellos que son más influenciados por una teología dispensacional, o por una tradición bautista más amplia, tienden a leer el Antiguo y Nuevo Testamento con un énfasis en la discontinuidad. El nuevo pacto es éticamente, eclesiásticamente, y soteorológicamente nuevo. Por otro lado, aquellos que son más influenciados por una teología de pactos, o por una tradición reformada paidobautista, tienden a encontrar más continuidad entre los pactos. El viejo pacto es viejo externamente y formalmente, pero el corazón espiritual interno es esencialmente el mismo. La diferencia entre el Antiguo y Nuevo es similar al de una semilla y una flor, en vez de un pez y una barra de chocolate.

Aunque está fuera del alcance de este artículo resolver estas complejidades, vale la pena tener en mente cómo diferentes puntos de partida dan color a nuestras diferentes conclusiones. Encuentro que la máxima comúnmente citada de Agustín es de ayuda: “El Nuevo está escondido en el Antiguo, el Antiguo es revelado en el Nuevo”. A mi juicio, hay una continuidad fundamental entre los pactos.

Una cuestión relacionada a esta tiene que ver con el principio interpretativo que la Confesión de Fe de Westminster llama una consecuencia buena y necesaria:

“La totalidad del consejo de Dios concerniente a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la fe, vida y salvación del ser humano está expresamente expuesto en las Escrituras, o por buena y necesaria consecuencia puede deducirse de ellas” (1.6).

En otras palabras, ¿qué tipo de prueba bíblica es suficiente al decidir sobre asuntos de disputa teológica? ¿Textos de prueba solamente? ¿Solo las doctrinas “expresamente expuestas en las Escrituras”? ¿O también debemos reunir los datos bíblicos pertinentes y sacar conclusiones de ellos que sean “buenos y necesarios”? La Confesión de Westminster está argumentando a favor de un enfoque holístico de la Biblia al tratar cuestiones teológicas. Para ser directo, si no crees que los principios articulados en el Antiguo Testamento continúan en el Nuevo (a menos que podamos demostrar en el Nuevo que estos han cesado), y a menos que creas que las convicciones en cuestiones de doctrina y ética son formadas por declaraciones explícitas y deducciones necesarias e inferencias holísticas de la Biblia, entonces no es probable que serías persuadido por los argumento tradicionales de la permanencia de la obligación de guardar el sabbat.

El caso de la continuidad de la observancia del sabbat

¿Cuáles, entonces, son los contornos principales de un caso bíblico para la obligación continua de guardar el sabbat?

Primero, el sabbat no es meramente una institución mosaica, sino parte de los mandatos de creación (Gn. 2:2-3). Como el matrimonio y el llamado mandato cultural, el sabbat no es un distintivo de la sociedad israelita, sino un principio permanente para el bien de todas las personas. Como Jesús dijo: “El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo” (Mr. 2:27). La ubicación del sabbat al final de una semana laboral le señalaba a Adán la promesa del descanso escatológico, al cual la creación habría sido introducida por su obediencia. Pero el pecado trajo lo opuesto: dolor, espinas, y trabajo duro (Gn. 3:16-19).

Sin embargo, el sabbat, y la promesa de descanso que contiene, continúa. Fue consagrada en los diez mandamientos, el núcleo moral de las expectativas de Dios para todos los que viven en pacto con Él (Éx. 20; Dt. 5), al igual que en el calendario de las hazañas del peregrinaje de Israel (por ejemplo, el día de expiación en Lv. 16:23), y el código civil (por ejemplo, el año del jubileo en Lv. 25). Que el sabbat permaneciera al final de la semana nos recuerda la función pedagógica de la ley de Moisés (Gá. 3:24). El descanso viene después del trabajo, como para reforzar el llamado a guardar “Mis estatutos y Mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple” (Lv. 18:5). Pero tal obediencia siempre se nos escapa. Así que la ley de Dios lo deja claro, al enfatizar nuestra inhabilidad pecaminosa de obedecer, que si hemos de obtener un descanso del sabbat Él debe proveerlo. El refrán de Jueces apunta en esa dirección. Cuando el pueblo de Dios clamó en su desesperación, Dios levantó libertadores que los rescataran para que la tierra tuviera descanso (Jue. 3:11, 30; 5:31; 8:28). El descanso no viene a través de la obediencia imperfecta de Israel, sino a través del Libertador.

El descanso no viene a través de la obediencia imperfecta de Israel, sino a través del Libertador

Y así cuando Jesús viene al final, Él declara: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas” (Mt. 11:28-29). Jesús inaugura el descanso simbolizado y prometido en el sabbat. Él es “Señor del día de reposo” (Lc. 6:5), Aquel que nos da descanso. A esto es a lo que se refería el autor de Hebreos cuando dijo: “Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Pues el que ha entrado a Su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las Suyas” (Heb. 4:9-10). Descansamos en la obra de Cristo por nosotros y dejamos toda dependencia de nuestros propios esfuerzos.

Pero si en Cristo recibimos la realidad espiritual significada y prometida en el sabbat, ¿ya no se cumple la observancia semanal de un día completo de adoración y descanso? Algunos, argumentando alrededor de estas líneas, señalan a Colosenses 2:16-17, donde Pablo insiste que la conciencia de un cristiano es libre en cuestiones relacionadas a “comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo”. Cristo es la sustancia a la cual apunta la sombra. ¿No prueba este texto que la observancia del sabbat ya no es requerida de los cristianos?

Estamos de acuerdo, claro, en que las leyes ceremoniales se han cumplido en Cristo. Así que ellas han sido radicalmente transformadas o completamente abrogadas. Sin embargo, dada la importancia del principio del sabbat y su rol simbólico en la creación y redención, ¿es la interpretación de que Pablo está eliminando toda obligación de observar un día para descansar y adorar la mejor?

En el griego de Colosenses 2:16, Pablo realmente habla de sabbats en plural, no el sabbat en singular, con toda probabilidad indicando los sabbats adicionales, tales como los años sabáticos y el sabbat de la tierra (por ejemplo, Lc. 25:2-13). En la mente de Pablo, el cristiano es libre de la complejidad extendida de las regulaciones sabáticas, no de la observancia semanal del día de reposo. Aún si insistimos que él está incluyendo el sabbat semanal, él se está enfocando en la observación continua del séptimo día particular judío. Estaba respondiendo, después de todo, a la tendencia judaizante que preocupaba a la iglesia en Colosas. Independientemente de cómo lo leamos, el texto no dice nada sobre el estado y carácter de la observancia del domingo. Debemos echar un segundo vistazo a nuestro rechazo del sabbat si este es es el único pasaje sobre el cual descansa nuestra desestimación.

En la mente de Pablo, el cristiano es libre de la complejidad extendida de las regulaciones sabáticas, no de la observancia semanal del sabbat

Jesús ciertamente no pareció entender su venida como el fin de la obligación del sabbat. En vez, Él quitó las acumulaciones legalistas del sabbat, enseñando regularmente que los actos de necesidad y misericordia son legítimos en el sabbat (Mt. 12:1-13; Mr. 3:4; Lc. 13:10-17). Al llamarse a sí mismo Señor del día de reposo, Él ciertamente no estaba eliminando la obligación del sabbat de la ley moral, o erradicando de la piedad de su pueblo un día semanal de descanso y adoración que había sido obtenido desde que Adán dejó el Edén. ¿Por qué enseñar tan cuidadosamente y extensamente sobre la verdadera observancia del sabbat si Él no tenía ninguna expectativa de que sus discípulos continuaran observando un sabbat semanal? Honestamente, nunca he entendido por qué algunos están tan atentos a la exposición de nuestro Salvador de todos los otros mandamientos en la ley moral de Dios, pero luego rechazan tan rápidamente su exposición del cuarto mandamiento.

Ciertamente, no parece que los primeros creyentes se hayan sentido de esta manera. La iglesia empezó a reunirse para tener una reunión sagrada el primer día de la semana, no en el séptimo día como lo había hecho el pueblo de Dios hasta antes de la resurrección de Cristo. Si el séptimo día continuó como el sabbat, sería impensable que los primeros creyentes consagraran una asamblea sagrada para la adoración semanal en cualquier otro día, dado que sus reuniones eran modelos cercanos de las asambleas semanales de las sinagogas de las cuales surgieron. Pero, de hecho, leemos que los discípulos se reunieron el primer día de la semana “cuando estábamos reunidos para partir el pan”, ciertamente una alusión a la Cena del Señor (Hch. 20:7).

En 1 Corintios 16:1-2, después de discutir la adoración corporativa en las congregaciones corintas, Pablo les insta a que puedan separar dádivas financieras en el primer día de la semana. Esto, dice él, no era una instrucción nueva. Él previamente había dirigido a los Gálatas, y podemos asumir que a otras iglesias también, a hacer lo mismo. En vez de depositar dádivas en la tesorería del templo o en las sinagogas el sábado, ahora sus dádivas debían ser dadas a la iglesia cuando se reunían en el primer día. Juan también habló de estar “en el Espíritu en el día del Señor” (Ap. 1:10). Este es el día sobre el cual Cristo se declaró ser Señor de manera especial, el sabbat cristiano, ya no el séptimo día sino el primero, el día de la resurrección.

El pueblo del pacto de Dios ahora se reúne en el día que la luz fue creada y cuando Jesús, la luz del mundo, “sacó a la luz la vida y la inmortalidad” (2 Ti. 1:10) a través de su victoria sobre la muerte. El primer día, el amanecer de una nueva creación en la resurrección de Cristo, es ahora nuestro día de reunión sagrada y de un descanso sabático gozoso. Ahora empezamos la semana, descansando en la obediencia del segundo Adán que hizo lo que el primero no pudo hacer y nosotros tampoco. Él obedeció la ley por nosotros y ha entrado Él mismo al sabbat de Dios. Y ahora Él nos da la bienvenida a ese descanso sobre la base de sus obras y no las nuestras.

Día de descanso y día para descansar

Nuestra obligación continua de observar el sabbat conlleva la promesa de un reposo que vendrá en la nueva creación. Al practicar la hospitalidad cristiana, al desvincularnos de otras ocupaciones legítimas, al apagar la televisión para leer, descansar, y reunirnos con el pueblo de Dios, en obras de necesidad y de misericordia, observamos un día de descanso y de alegría, ordenado por Dios para nuestro bien.

Que una observancia alegre y quieta del sabbat despierte en ti el deseo para un descanso más profundo y completo que vendrá cuando haya acabado toda nuestra lucha con el pecado, la obra se haya completado finalmente, y cuando entremos en nuestro sabbat celestial. Hasta que amanezca ese día, ser sabatistas gozosos puede ser un maravilloso testimonio de una vida gobernada por la Palabra de Dios y no por las demandas del mundo.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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