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Por qué el lamento es importante en la adoración

En la cultura de hoy obsesionada con las redes sociales, nuestras pantallas son adornadas diariamente por imágenes de atractivas parejas sonrientes, blogueros de estilos de vida, e impresionantes lugares vacacionales. El bombardeo rutinario de estas imágenes transmite implícita y poderosamente lo que debería ser normativo en la vida.

La belleza, la salud, y la felicidad distinguen la cultura de hoy. Lo último de lo cual hablan estas imágenes son las innumerables historias de quebrantamiento, sufrimiento, y en última instancia muerte que todos inevitablemente enfrentamos. ¿Cómo combate la iglesia contemporánea el barniz de optimismo con el que esta cultura nos bombardea incansablemente?

En su libro Worship Seeking Understanding (Adoración buscando entendimiento), John Witvliet concluye apropiadamente su libro sobre adoración con el capítulo: “Cómo la adoración común nos forma para nuestro encuentro con la muerte”.[1] Él dice: “Reunirnos con otros creyentes para la adoración común es una fuente central para cultivar y nutrir la práctica de morir bien”. [2]

En ningún otro lugar el sufrimiento y la muerte son tan palpables e incluso hechos partícipes, sino a través de la adoración corporativa de la iglesia. A través de la anamnesis (es decir, la rememoración activa) de la muerte y resurrección de Cristo en la Cena del Señor, la muerte al “yo” en el bautismo, y el reconocimiento de nuestro quebrantamiento en nuestro tiempo de confesión y reflexión en la seguridad del creyente, la iglesia enfrenta la realidad del pecado, el sufrimiento, y la muerte sabiendo muy bien que la historia no termina ahí.

El lamento es una expresión adecuada e incluso necesaria de adoración corporativa

Lamentablemente, las iglesias evangélicas contemporáneas y su adoración son culpables de imitar y adoptar el mensaje cultural de una fachada optimista, que grita de inautenticidad e irrelevancia en un mundo de personas rotas y heridas. Mientras que la historia del evangelio termina en una esperanza definitiva, no debemos apresurarnos y saltarnos el dolor y el quebrantamiento que la acompañaron. Por lo tanto, el lamento es una expresión adecuada e incluso necesaria de adoración corporativa. Aquí hay tres consideraciones sobre por qué el lamento es importante en la adoración de la iglesia.

El lamento está esparcido a través de los Salmos

Los Salmos se han utilizado como himnario de la iglesia durante siglos. Para ganar un poco de apreciación sobre la alta estima con que la iglesia primitiva veía los Salmos, considera que los Salmos es el libro del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo Testamento. De todos los libros del Antiguo Testamento, Jesús mismo cita los Salmos con mayor frecuencia. El canto y la oración de los Salmos fue uno de los pilares de la adoración litúrgica cristiana, por lo menos, desde principios del tercer siglo d.C. (si no antes).[3] Sin embargo, con excepción de algunas prácticas de adoración de línea tradicional, ha desaparecido completamente entre los evangélicos hoy día. Junto con la desaparición del canto de salmos está el canto de los numerosos lamentos, que son aproximadamente un tercio del salterio. Considera sólo una pequeña muestra de los lamentos líricos tomados de estas canciones inspiradas:

“Cansado estoy de mis gemidos todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama”, Salmos 6:6.

“Mi corazón ha sido herido como la hierba y se ha secado y hasta me olvido de comer mi pan. A causa de la intensidad de mi gemido mis huesos se pegan a la piel”, Salmos 102:4-5.

“Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ‘¿Dónde está tu Dios?’”, Salmos 42:3, 9.

Tal vez el pináculo de lamentos pronunciados por Jesús mismo fue una referencia al Salmo 22 en la cruz del Calvario: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Esparcidos en los Salmos se encuentran temas y referencias de “angustia” o “aflicción”. Sin embargo, ¿cuántas de las canciones de hoy en día se igualan a la angustia ardiente y al tormento que exhiben los salmistas?

Los Salmos no solo nos proveen palabras para expresar nuestro lamento, sino que nos proporcionan palabras de esperanza y seguridad de que Dios es fiel a su pueblo y digno de nuestra alabanza. Nuestros lamentos no son simplemente gritos desesperados sin esperanza; más bien, los Salmos reconocen que la salvación viene del Señor y que Él es fiel a su pueblo aun cuando ellos no lo son. Los lamentos de los Salmos comienzan en angustia, pero la mayoría de las veces terminan en confianza, petición, y alabanza.

El lamento relata un componente crucial de la historia del evangelio

Los Salmos no solo nos proveen palabras para expresar nuestro lamento, sino que nos proporcionan palabras de esperanza y seguridad de que Dios es fiel a su pueblo y digno de nuestra alabanza

Contar la historia del evangelio implica lidiar honestamente con nuestros pecados, lamentos, y nuestras penas. Si bien por un lado reconocemos que Cristo ha conquistado los poderes de las tinieblas a través de su obra en la cruz, reconocemos también que “la creación entera gime” (Ro. 8: 22) desde la caída hasta nuestros días. Este “gemido” es una importante comprensión de que todavía somos una obra en progreso, que estamos llamados a vivir nuestros bautismos muriendo al pecado y resucitando en Cristo diariamente.

Una de las maneras en que la iglesia ha expresado su lamento es a través de un tiempo de confesión corporativa. La confesión no es simplemente un tiempo para dar cuenta de nuestros pecados individuales, sino un tiempo de gemido corporativo que reconoce a los individuos, a la iglesia, y al mundo como quebrantados y en total necesidad de gracia. Antes de que la iglesia pueda apreciar el poder salvífico de la cruz, tenemos que lamentar seriamente la pecaminosidad y el quebrantamiento que nos asolan. Mientras que el tema del pecado, el quebrantamiento, y el lamento puede que no sean exactamente “atractivos al buscador”, si vamos a proclamar el evangelio en nuestra adoración necesitamos encontrar el tiempo para lamentarnos.

El lamento interactúa con la realidad

Agustín dijo una vez: “Es mejor, sin embargo, que el corazón humano sienta dolor y se cure de él, que al no sentir ningún dolor se convierta en inhumano” (Sermón, 173, 2). Agustín observa perceptivamente la ironía de la aflicción: la concesión del dolor conduce a la sanación del dolor. El dolor es parte de lo que nos hace “humanos”. El hecho innegable es que cada domingo hay personas en la congregación que están sufriendo de una manera u otra. Ya sea algo grande como la pérdida reciente de un ser querido, relaciones rotas, diagnóstico de una enfermedad terminal, o algo quizás más trivial como no estar satisfecho con la situación laboral, todos los creyentes tienen sus cargas internas que traen consigo cada semana.

Agustín dijo: ‘Es mejor, sin embargo, que el corazón humano sienta dolor y se cure de él, que al no sentir ningún dolor se convierta en inhumano’

En una cultura donde cada vez es más difícil descifrar qué es la realidad, la iglesia, que afirma conocer la realidad máxima, debe ser el primer lugar donde las personas busquen autenticidad, especialmente en la adoración. Necesitamos estar equipados con cantos y oraciones de lamento saturados en lenguaje bíblico que reconozcan la realidad de la condición humana. Simplemente no es suficiente tener nuestros servicios de adoración como nada más que un mitin para sentirse bien, felices, y positivos, cuando lo que la gente realmente necesita es vocabulario y espacio, arraigados en la historia de Dios, para expresar sus penas y esperanza.

Conclusión

Como los cristianos consideran que el día del Señor implica el triunfo victorioso de Dios sobre el pecado y las tinieblas, los domingos deben ser días de celebración gozosa, recordando lo que Dios ha logrado en Cristo a través del Espíritu. Además, el lamento tiene su lugar esencial en la adoración cuando procuramos contar la historia del evangelio de manera holística y lidiamos honestamente con el quebrantamiento de nuestra gente, mientras todos somos guiados por el patrón bíblico de lamento y alabanza.


[1] John Witvliet, Worship Seeking Understanding (Adoración buscando entendimiento) (Grand Rapids, MI: Baker Academic), 269, Kindle.
[2] Ibid., 274.
[3] Christopher Page, The Christian West and its Singers (El Cristianismo de occidente y sus cantantes) (New Haven: Yale University Press, 2010), pág. 67.

Publicado originalmente en The Gospel Coalition: Canadá. Traducido por Diana Rodriguez.
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