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Esta pregunta viene de Eric en Joliet, Illinois. “¡Hola, pastor John! 1 Timoteo 6:16 dice que nadie puede ver a Dios, sin embargo, Mateo 5:8 nos dice que los puros de corazón verán a Dios. ¿Hay alguna forma en la que vamos a ser capaces de ‘ver’ a Dios en el cielo? ¿O está hablando del Cristo encarnado y glorificado? Es una promesa poderosa, y quiero entenderla”.

Vamos a poner los textos a los que él se refiere, y algunos otros, frente a nosotros, y luego ver si podemos responder a la pregunta.

“El bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes y Señor de señores; el único que tiene inmortalidad y habita en luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A El sea la honra y el dominio eterno” (1 Tim. 6:15-16).

“Al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a El sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Tim. 1:17).

“A Dios nunca Lo ha visto nadie. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros” (1 Jn. 4:12).

“Y [Dios] añadió: ‘No puedes ver Mi rostro; porque nadie Me puede ver, y vivir’” (Ex. 33:20).

“Entonces el Señor les habló de en medio del fuego; oyeron su voz, solo la voz, pero no vieron figura alguna” (Dt. 4:12).

Este es un lado de la discusión. No se le puede ver.

Ahora, aquí está el otro lado:

“Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios” (Mt. 5:8).

“Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: ‘He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida’” (Gn. 32:30).

“Y después de deshecha mi piel, aun en mi carne veré a Dios; al cual yo mismo contemplaré, y a quien mis ojos verán y no los de otro” (Job 19:26-27).

Así que, ahí lo tienen, ambos lados de la cuestión. Y la solución a esta aparente inconsistencia radica en el hecho de que la palabra “ver”, como todos lo sabemos, tiene varios y diferentes usos. Y si nos fijamos en todos los textos, notarás lo siguiente. Verás que hay dos formas en las que su pueblo puede ver a Dios, y dos formas en las que no puede verlo. Por lo tanto, permíteme exponerlas, y veamos si me pueden seguir. Veamos si pueden ver.

En primer lugar, las formas en que no podemos ver a Dios:

1.  No podemos ver a Dios con nuestros ojos físicos, por la sencilla razón de que Él es espíritu, y no tiene cuerpo. Probablemente eso es, al menos en parte, lo que Pablo quiso decir cuando dijo que Cristo es “la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación” (Col. 1:15).

2.  No podemos ver a Dios, incluso espiritualmente, directamente y sin mediador. Esto se debe, en parte, a nuestra pecaminosidad y, en parte, debido a nuestra debilidad como criaturas. Él es demasiado grandioso, demasiado brillante, demasiado glorioso, y no podríamos vivir si lo viéramos directamente sin mediador. Siempre debemos tener a Cristo, nuestro mediador, como intermediario. Y creo que eso es lo que Jesús quiso decir cuando dice: “Escrito está en los profetas: ‘Y todos serán enseñados por Dios.’ Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a Mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquél que viene de Dios, Él ha visto al Padre” (Jn. 6:45-46).

Ahora, cuando Jesús dice “sino aquel que viene de Dios; Él ha visto al Padre”, no quiere decir que le ha visto con ojos físicos. El Hijo de Dios no tenía ojos físicos antes de la encarnación, y eso es lo que está poniendo en contraste con nuestra visión. Solo el Hijo puede ver al Padre con una visión que no es física, de forma directa y sin intermediación. No podemos ver a Dios espiritualmente en la forma directa e inmediata en que el Hijo de Dios puede verlo. Por lo tanto, esas son las dos formas en que no podemos ver a Dios, cuando nos referimos a los diferentes usos de la palabra “ver”.

Aquí están las dos formas en que sí podemos ver a Dios:

1.  Usamos la palabra “ver” para decir que por fin entendemos y distinguimos la belleza y la gloria de Dios, después de haber estado ciegos a ella. Como cuando decimos: Oh, ahora entiendo. Nuestra alma ha sido sintonizada con la gloria, de manera que la gloria de Dios que brilla a través del evangelio se ve gloriosa, y ya no estemos espiritualmente ciegos a ella. Esa es la primer forma en que lo vemos.

2.  Y la segunda manera en que, en el relato de la Biblia, vemos la gloria de Dios, y finalmente le veremos cara a cara, es a través de Cristo. Al ver a Cristo. Por eso Juan dice: “El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre… Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él Lo ha dado a conocer” (Jn. 1:14, 18). Entonces, vemos a Dios al ver a Jesús. Y “sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es” (1 Jn. 3:2).

Por lo tanto, la conclusión es: Persigue la pureza de corazón, la pureza de fe, y la pureza de vida, para que tu corazón sea capaz de ver la belleza de Dios como realmente es en las Escrituras, y para que cuando Él venga, o nos llame en la muerte, le veamos cara a cara y seamos glorificados con Él.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Juan Manuel López Palacios.
Imagen: Lightstock
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