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“¿Qué hago si la mujer que me gusta es cristiana pero no virgen?”. En un mundo caído, esta es una pregunta que cada pastor debe saber responder, y con la que muchos de nuestros jóvenes luchan.

Antes de responder la pregunta, vamos a dar por sentado que viene de una persona que busca agradar a Dios y ve las relaciones “románticas” con madurez y con el propósito final de que, si Dios permite, terminará en matrimonio. En este caso, la pregunta es parte del proceso de una persona que busca, en servicio, oración y sabiduría, una pareja con la cual puede compartir su vida y buscar juntos la gloria de Dios. Los siguientes principios pueden ayudar en esta situación.

  1. La pureza en un mundo de “la vida loca”. Así suene sorprendente, las relaciones sexuales no son un invento de una sociedad liberal, sino el regalo e invento de un Dios amoroso. La Biblia tiene un libro entero dedicado a este tema (Cantar de los Cantares) y varios versículos demuestran el gozo, la libertad y el plan de la sexualidad bíblica en el contexto de un hombre y una mujer que se han comprometido bajo el pacto matrimonial (1 Co. 7:1-5). Este Dios amoroso establece estos parámetros como una manera de proteger a la gente del dolor y de las consecuencias de tener relaciones sexuales fuera del plan divino. Es triste el saber que esta persona (sea el varón o la mujer) llega al matrimonio cuando ha roto este plan (He. 13:4; 1 Co. 6:18).
  2. El evangelio y real redención. Tenemos que recordar que el peor problema que tenemos en el mundo es el pecado. No obstante, Dios, en Su misericordia, envió a Su Hijo para dar una respuesta y solución a este gran problema. ¡Todo pecador puede ser redimido por la sangre de Jesús! Sin minimizar el punto anterior, la sangrienta cruz de Cristo extiende real perdón, redención y esperanza a una persona que ha pecado sexualmente y roto el plan divino de Dios. Esta persona ya no es definida por su pecado sexual, sino que es santificada en el nombre del Señor Jesucristo (1 Cor. 6:9-11, 1 Jn 2:12).
  3. ¿Es este pecado sexual parte de un patrón de comportamiento? Basados en el punto anterior, es fundamental entender el arrepentimiento bíblico y ver frutos de real arrepentimiento. Obviamente, no es sabio ir a los detalles del pecado sexual, pero saber cuándo ocurrió puede ser útil para examinar estos frutos (Mt. 3:8). Por ejemplo, es distinto si alguien perdió su virginidad antes de conocer a Cristo, que saber que el pecado es parte de un patrón de pecado sexual que marca la vida de esta persona (1 Jn. 3:24). Otra posible manera de identificar un patrón es considerar qué tipo de límites físicos ha puesto esta persona en la relación y cómo la otra persona los respeta y ayuda a mantenerlos.
  4. Una conversación incómoda ahora puede salvar mucho dolor después. Un problema importante en muchos matrimonios es que las parejas esconden su pecado, y con este acto van en contra del llamado bíblico de ser una sola carne (Gn. 2:24). Es importante tener esta conversación para que ambas personas sepan con quién se piensan casar, y empezar este posible matrimonio con buenos cimientos.
  5. Sé honesto y dispuesto a trabajar. El pecado de tu pareja traerá consecuencias. Es clave que este tema se lo trate en discipulado prematrimonial, si la pareja decide proseguir con su deseo de casarse, o ver este discipulado como una herramienta para discernir si se debe seguir adelante con la decisión. Esto puede ayudar a ambas personas a tener un plan activo de cómo tratar bíblicamente la culpa, los pensamientos, las ideas y las expectativas que podrían venir como parte del pecado. Ser honesto también puede requerir que una persona necesite más tiempo, o terminar la relación, ya que podría ser algo que no puede superar y traerá más dolor en el futuro.
  6. Ten cuidado con usar tu sexualidad como herramienta para ser el hermano mayor. En la parábola del hijo prodigo (Lc. 15:11-32), vemos dos hermanos. El menor se dedicó a la “vida loca” y el mayor era un ejemplo de vida moral y de mantener las reglas. Al final de la parábola, es sorprendente ver que el hermano moral claramente no amaba al padre, sino que vivía de acuerdo a las reglas para recibir algo de él. Cuando Dios extiende perdón a su hermano, él no celebra, sino demuestra lo que motivaba su vida moral. De la misma manera, muchas personas ven su virginidad, no como una manera de obedecer a un Dios bueno y soberano, sino como una herramienta para manipular a Dios y demostrar su justicia propia. Estos personajes se jactan de ser “puros”, y son perfectos candidatos para actuar como el hermano mayor en no extender perdón a otros o frustrarse con Dios por no recompensar que ellos se hayan mantenido “puros”. En otras palabras, la motivación de ser vírgenes no era el agradecimiento y obediencia a Dios, sino una herramienta para recibir algo de Dios. La pureza es algo que agrada a Dios, pero el corazón pecaminoso puede hacer de la pureza un ídolo.
  7. La justicia basada en algo más grande que nuestra pureza. Cada persona que se casa se está casando con un humano que vive bajo los efectos de Génesis 3, con un pecador. Igual que tú, tu pareja ha pecado. Quizá su pecado es sexual, emocional, mental, etcétera. El punto es que, virgen o no, ambos son pecadores con la necesidad urgente de un Salvador. Gloria a Dios que “Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él” (2 Co. 5:21). Recuerda que tu justicia está en lo que Cristo hizo en la cruz.
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