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¿Pasan los salmos la prueba de la ‘centralidad del evangelio’?

Recientemente vi una lista de recomendaciones que alguien publicó, como una especie de guía sobre cuándo usar o no una canción un domingo en la alabanza. Es posible que hayas visto algo similar –una corrección teológica concisa de algunas de las debilidades que tienden a aparecer en la música cristiana moderna. Estas guías me han sido útiles siendo un líder de alabanza joven. Con la cantidad de canciones que tenemos disponibles (buenas y malas), es esencial una cuidadosa consideración y evaluación. Las canciones que canta una iglesia domingo tras domingo tienen un efecto formativo sobre cómo esa iglesia ve a Dios. Por lo tanto, la selección de una lista de cantos para el domingo no debe ser arbitraria.

¿Está la canción centrada en Cristo y el evangelio? ¿Está enfocada en Dios o enfocada en uno mismo? ¿Celebra y magnifica al Dios Triuno, tal como se revela en las Escrituras? ¿Es vaga, o específica y clara? ¿Es luz sobre el pecado? Estas preguntas, y muchas otras son de suma importancia.

Sin embargo, yo argumentaría que estas preguntas se aplican más acertadamente a un canon de canciones de adoración y su uso en el contexto de un servicio dominical particular, y no necesariamente son las preguntas correctas para hacer a las canciones individualmente. En pocas palabras: si nuestra cuadrícula teológica para seleccionar canciones no nos permite cantar los Salmos, es posible que debamos repensarla.

Si nuestra cuadrícula teológica para seleccionar canciones no nos permite cantar los Salmos, es posible que debamos repensarla.

¿Hemos corregido en exceso?

He intentado escribir algunas canciones para la iglesia, y gravito fuertemente hacia un formato de himno en mi composición. En los intentos que hice, las canciones (¡espero yo!) presentan una visión clara y explícita de la obra redentora de Dios; destacan la expiación de Cristo por el pecado, la reconciliación con Dios, y la gloria futura que espera a los creyentes. Sin embargo, recientemente comencé a tratar de adaptar un salmo para ponerle música. Y después de haber hecho algunos progresos, las alarmas se dispararon en mi cabeza cuando miré lo que había escrito. ¿Es esto demasiado vago? ¿Se centra en mí en lugar de Dios? ¿Es impulsado más por la emoción que por la verdad?

Me pregunto si nuestros correctivos a las tendencias poco saludables en la música que usamos para adorar los domingos han llegado tan lejos que hemos sido más motivados por el miedo que por el evangelio en nuestra selección de canciones.

Echa un vistazo al Salmo 63:1–4:

[1] Oh Dios, Tú eres mi Dios; Te buscaré con afán.
Mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela
Cual tierra seca y árida donde no hay agua.
[2] Así Te contemplaba en el santuario,
Para ver Tu poder y Tu gloria.
[3] Porque Tu misericordia es mejor que la vida,
Mis labios Te alabarán.
[4] Así Te bendeciré mientras viva,
En Tu nombre alzaré mis manos.

Este salmo habla más sobre el salmista que sobre Dios. Utiliza frases que serían descritas por muchos como el lenguaje “Jesús es mi novio”. Hay una ausencia de ciertas cosas específicas que nos gustaría ver. No se menciona a Jesús. Muchos de nosotros tendríamos dificultad para firmar estas palabras sin algún tipo de calificación o explicación. Y si ese es el caso, si nuestras respuestas al lenguaje emotivo de los Salmos son un catalizador de preocupación y miedo en lugar de alabanza, algo ha salido mal.

Si nuestras respuestas al lenguaje emotivo de los Salmos son un catalizador de preocupación y miedo en lugar de alabanza, algo ha salido mal.

Si toda la Escritura es inspirada por Dios, útil para enseñar, reprender, corregir, e instruir en justicia (2 Ti. 3:16), entonces toda la Escritura debe informar las canciones que cantamos en la iglesia. Si los Salmos fueron el cancionero para el pueblo de Israel y la iglesia primitiva, sería una tontería descuidar su sabiduría hoy. Si los Salmos estuvieron en la boca de Jesús más que cualquier otro libro del Antiguo Testamento, entonces también deberían estar en nuestras bocas.

Salmos para la totalidad del ser

No solo necesitamos cantar los Salmos, sino que también estos deben informar e inspirar la forma en que los compositores escriben canciones para la iglesia. Necesitamos canciones que se dirijan a la totalidad del ser: cabeza, corazón, y voluntad. Necesitamos canciones que reflejen la diversidad literaria que se encuentra en la Biblia: canciones que destilan la precisión teológica de las epístolas, canciones que capturan la imaginación y la metáfora de las parábolas de Jesús, y canciones que reflejan la profundidad emocional del salterio.

La centralidad del evangelio es esencial, pero en lo que respecta a la alabanza y adoración, es mejor evaluar nuestra liturgia y nuestro canon desde este estándar. En cualquier domingo, los miembros de nuestra iglesia deben adorar a Dios por su gloria y gracia, ser confrontados con su propio pecado y el quebrantamiento del mundo, encontrar alivio y seguridad de que su pecado ha sido perdonado y que han sido justificados con Dios a través de Cristo, y ser comisionados en el mundo como heraldos de esta buena noticia.

Si tomaras la lista de canciones que canta una iglesia en el transcurso de un año, te encontrarás con la realidad de que caen en categorías similares. Cuando nuestra liturgia y nuestro canon se centran en el evangelio, somos liberados para permitir que cada salmo, himno, y canción espiritual trabajen juntos para glorificar a Dios y llevarnos a Jesús.


PUBLICADO ORIGINALMENTE EN THE GOSPEL COALITION. TRADUCIDO POR FABIO ROSSI.
IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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