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Ser padres puede ser fuente de las más dulces y las más amargas sensaciones.

La crianza cristiana supone un reto porque tenemos el gran deber de instruir a nuestros hijos en el temor del Señor y mostrarles su necesidad del evangelio (Ef. 6:4). Este reto se acentúa para quien educa a sus hijos sin la ayuda de un cónyuge. Sin embargo, un padre soltero también puede hallar alivio en Cristo y sus promesas. Por eso quiero animarte a recordar y confiar en algunas verdades que Dios puede usar para fortalecerte en esta gran tarea.

Tu identidad y valor como hijo no cambia

Lo que eres en Cristo y lo que tienes en Él no está sujeto a cambios. Confía y descansa en que eres un hijo amado y justificado. Estas verdades permanecerán por la eternidad (Ro. 8:16, 32, 39). Tu posición como creyente no depende de tus circunstancias y tampoco está determinada por tu rendimiento (Ef. 2:8-9). Dios te acepta por lo que Cristo hizo por ti en la cruz. Ni tu soltería, ni tu rol de padre te definen. Ninguna circunstancia altera todo lo que somos y tenemos en el Señor. Y esta es la verdad más importante que debes tener presente en tu paternidad.

Lo que eres en Cristo y lo que tienes en Él no está sujeto a cambios. Confía y descansa en que eres un hijo amado y justificado

Eres amado por Dios más allá de las dificultades y fallas que cometas como padre. Tu condición de hijo no depende de que tan buen o mal padre seas. Ni tu mejor desempeño te hace más acepto delante de Dios, ni tus fallas te hacen menos amado. Esto es un precioso descanso, sobre todo cuando sientes tu incapacidad y fracaso. Aquí está el fundamento no solo para una paternidad fructífera, sino también para la vida piadosa y dichosa. Nada te podrá separar del amor de Dios (Ro. 8:39). 

Dios ha provisto todo lo que necesitas

Debes recordar que Dios conoce tu situación, porque al final es Él es quién ordena cada evento de nuestra vida. Él sabe muy bien lo desafiante, agotador, y frustrante que es ser padre; y más un padre soltero. Él conoce tus limitaciones, carencias, y debilidades, por eso ha provisto para ellas.

Dios ha provisto Su iglesia. El cuidado, la compañía, y el aliento de Dios muchas veces viene por medio de la comunidad de creyentes de la que somos parte. La iglesia es la familia de la fe para aquellos que no tienen una. Las damas maduras y piadosas son como madres que Dios te ha provisto para tus hijos (Tit. 2:3-5; 1 Ti. 5:1-2). Dios provee en la iglesia no solo la familia que no tenemos, sino también los modelos que nuestros hijos necesitan. En el pueblo del Señor tienes una preciosa provisión y un gran aliado para tu caminar cristiano.

En el pueblo del Señor tienes una preciosa provisión y un gran aliado para tu caminar cristiano

Dios ha provisto su Espíritu. La gracia de Dios nos perdona y también nos capacita, sostiene, y fortalece. El Espíritu nos fue dado como un fruto de la cruz. El Cristo crucificado y resucitado ascendió a los cielos y envió a su Espíritu para que esté con nosotros. El Espíritu es ayuda para ti de varias maneras:

Para enseñarte. La capacidad para hacer lo que Dios nos pide viene de su Espíritu. La sensación de incapacidad que experimentamos los creyentes, sobre todo en la crianza, encuentra remedio con la presencia del Espíritu, quien nos adiestra para cumplir nuestro rol como padres. (Heb. 13:20-21).

Para acompañarte. El salmista decía algo esperanzador: “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu” (Sal. 34:18). Por más lejos que sientas la ayuda de los hombres, confía en que el Señor está cerca de ti. No estás solo. Cristo fue al cielo, para así estar con cada creyente en la persona de Su Espíritu (Mt. 28:20). ¡Qué gran esperanza y qué gran Salvador tenemos! No te desanimes.

Para darte paz y gozo. El apóstol Pablo oró por unos creyentes de esta manera: “Y el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Ro. 15:13). La tarea de ser padres solteros no tiene por qué estar llena de amargura y desesperanza, porque el mismo Espíritu que nos dio vida, es quien trae la presencia y la realidad de Cristo a nuestro corazón, llenándonos de gozo y paz.

Esto nos recuerda que podemos acudir al Señor en oración y pedir que su Espíritu obre en nosotros (Ef. 5:21). Jesús dijo que el Padre nunca negará la petición a alguien que le pida su Espíritu, y por eso debemos correr a Él para que nos capacite para dar gloria a Dios (Lc. 11:13).

Dios te permite experimentar su gracia

Cada prueba y desafío nos ofrece la posibilidad de experimentar la gracia de Dios como nunca antes. La Biblia nos enseña que Pablo experimentó por un tiempo una situación que suponía una gran dificultad y molestia. El apóstol lo describió como su aguijón en la carne, por el que oró tres veces a Dios, pero la respuesta del Señor fue sorprendente y esperanzadora:

“Y Él me ha dicho: ‘Te basta Mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad’. Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”, 2 Corintios 12:9-10.

Lo que el Señor le dice a Pablo es que esa situación que lo doblegaba y lo hacía sentir su debilidad intensamente, era la ocasión para experimentar el poder sustentador de Dios. Ese poder era la gracia que Pablo necesitaba. La gracia de Dios, que también es poder, será suficiente para ti. Descansa en el Señor que te sustentará con su gracia.

Dios nos enseña a depender de Él cuando enfrentamos nuestros mayores desafíos

Dios nos enseña a depender de Él cuando enfrentamos nuestros mayores desafíos. La frustración que se experimenta en la crianza de los hijos, puede incrementarse cuando esta tarea la lleva un solo padre. La frustración y decepción son puertas que Dios abre para que entremos y tomemos de esa gracia que está disponible. Por eso te exhorto a estar expectante a experimentar su gracia de maneras nuevas, refrescantes, y transformadoras.

Dios usará tus circunstancias para bien

Recuerda una de las más preciosas verdades bíblicas: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito” (Ro. 8:28). Dios ordena y dirige todas las cosas, y las usa para sus buenos propósitos. Las temporadas buenas y malas están todas en sus manos (Ec. 7:14). Nada sucede por casualidad, sino que cada evento es traído por Dios y usado por Él para nuestro bien. Confía en que tu vida está en sus manos y Él hará las cosas para tu provecho, el de tus hijos, y para Su gloria.

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