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De seguro que para muchos de nosotros basta decir, “Padre nuestro que estás en los cielos…” para que de repente toda esta oración modelo de Jesús venga a la memoria. Esta oración breve pero poderosa está compuesta por solo 70 palabras, pero es sumamente completa al ser diseñada por nuestro Señor Jesucristo como el modelo de oración didáctica para sus discípulos.

Es posible que en algún momento te hayas preguntado si los cristianos debemos orar el Padrenuestro. La respuesta corta es sí y no. Pero permíteme explicar brevemente por qué.

Esta oración enseñada por Jesús no tenía la intención de perpetuarse como la única oración que debían repetir todos los cristianos a lo largo de la historia. Más bien, Jesús la dejó como un modelo que respondía a la pregunta de los discípulos sobre cómo debían orar. Por lo tanto, el Padrenuestro tiene una naturaleza pedagógica importante que no debemos ignorar.

En primer lugar, la oración está ubicada dentro de la sección del Sermón del Monte del Evangelio de Mateo, en donde el Señor está corrigiendo las prácticas religiosas equivocadas de sus contemporáneos. El Señor, de manera enfática, condena el hacer obras justas solo para ser vistos y recibir aprobación pública (6:1), ofrendar públicamente para ser alabados por los demás (6:2-4) y mostrar el rostro demacrado para que los demás aprecien el ayuno (6:16-18). Como habrás notado, el Señor establece claramente los ejemplos negativos de la religiosidad pública para que sus discípulos eviten esas prácticas equivocadas y no procuren el favor o aplauso popular, sino que se concentren en una relación humilde, íntima y personal con Dios.

En segundo lugar, el Señor dedica el mayor espacio en esta sección correctiva para modificar las prácticas de oración equivocadas. Jesús destaca, al igual que en los casos anteriores, dos abusos en la oración. Condena el orar solo para ser visto y aplaudido (6:5-6), una práctica que el Señor afirma que no proveerá bendiciones espirituales, aunque consiga aplausos públicos. También desaprueba las oraciones llenas de palabrería, como si se esperase que nuestra locuacidad pudiera convencer de alguna manera a Dios (6:7-8). En ambos casos, el Señor les instruye condenando esas prácticas y dándoles a conocer que es preferible la oración privada delante del Padre “que está en lo secreto” (v. 6) y reconocer que nuestro Padre es un proveedor amoroso que “sabe lo que ustedes necesitan antes que ustedes lo pidan” (v. 8).

En tercer lugar, después de las aclaraciones anteriores, Jesús presenta la oración modelo como una descripción o forma fundacional que ellos podrían tomar para modelar la oración personal. Ya el maestro ha condenado la elocuencia falsa (v. 5) y las repeticiones sin sentido (v. 7), por lo que no podríamos concluir que esta oración modelo sea establecida para que simplemente sea repetida como oración única entre los cristianos. Cuando el Señor dice que oren “de esta manera” (v. 9) está usando una palabra griega que los estudiosos entienden que significa “de acuerdo con esta descripción” o “correspondiente a lo que sigue”. Por lo tanto, el Padrenuestro es un modelo de oración instructivo que describe la dirección y las consideraciones que debemos tomar al orar al Señor con nuestras propias palabras.

Al orar, debes considerar el Padrenuestro como una guía que te permite enfocar tu filiación con Dios sin dejar de reconocer su grandeza y soberanía (v. 9); afirmar tu sumisión y anhelo del gobierno de Dios sobre el cielo y la tierra (v. 10); testificar de su provisión desde lo más básico y necesario para tu existencia (v. 11); clamar por su perdón ante tus faltas y mostrar una actitud de perdón ante tus ofensores (v. 12); rogar al Señor que te libre de todo aquello que pueda hacerte caer y suplicar para que seas librados del mal (v. 13); finalmente, la oración termina cuando declaras el señorío, gloria y autoridad de Dios por siempre.

Por supuesto, podemos tomar las palabras de esta oración como nuestras y gozarnos al expresarlas al Señor con un corazón sincero. También podemos tomar cada sección como declaración inicial e inspiración para continuar con nuestras propias palabras. Lo importante es orar teniendo en consideración la guía que el Señor nos proveyó a través del Padrenuestro para que, una vez más, no olvides estos aspectos fundamentales al orar: reconoce quién es Dios y quién eres delante de Él; afirma su soberanía, provisión material y su cuidado espiritual sobre tu vida y todo lo creado. Comprométete en tu responsabilidad de seguir su ejemplo como discípulo y suplica por fortaleza para vivir sin claudicar en tu fe, experimentando su cuidado cada día y reconociendo finalmente que el poder, el reino y la gloria le corresponden solamente a Él.

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