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Lamento y esperanza: Cómo orar por las mujeres en Afganistán

Esta mañana busqué una cadena sencilla que tiene una piedra azul extraída de la tierra de la antigua Ruta de la Seda. Es una pieza de Afganistán. Coloqué el delicado accesorio alrededor de mi cuello y lo aseguré, mientras la pequeña piedra azul, lapislázuli, se posó sobre mi pecho. 

La imagen en el espejo reflejó el azul profundo y las manchas metálicas de la piedra preciosa, pero no pudo revelar el dolor en mi corazón. Aunque nunca he vivido en Afganistán, me uno al lamento global por los avances de los talibanes y todas las consecuencias que vendrán de lo ocurrido en las semanas anteriores.

Tantas voces alrededor del mundo claman por las mujeres de Afganistán. Las fotos en las redes sociales son impresionantes: mujeres afganas sonrientes con faldas modernas en la década de 1970 comparadas con las mujeres envueltas por completo en burkas bajo el régimen Talibán.

Por supuesto, aún antes de que los talibanes tomaran el control, la vida de las mujeres afganas era dura. Ellas ciertamente no se estaban paseando en ropa moderna como las fotos de la década de los 1970.

Pero las fotos nos indican una realidad sobria: la vida de las mujeres afganas se acaba de poner más difícil. A medida que los talibanes consolidan su poder, esperamos que las mujeres afganas desaparezcan aún más del ojo público. Muchas se volverán aún más invisibles detrás de sus velos, en sus hogares, sin educación y sin voz.

A medida que los talibanes consolidan su poder, esperamos que las mujeres afganas desaparezcan aún más del ojo público

Puede sentirse desesperanzador. Muska Dastageer, profesora de la Universidad Americana en Kabul, tuiteó: “El temor descansa en tu pecho como un ave negra. Abre sus alas y no puedes respirar”.

¿A dónde recurrimos en estos momentos? Me ayudan algunas verdades fundamentales sobre Dios que pueden ser aplicadas a cada mujer perdida en una situación que aparenta no tener esperanza.

Estas son las realidades en las que me refugio mientras oro por las mujeres de Afganistán.

El Señor ve

La historia de Agar es uno de mis pasajes favoritos para compartir con mujeres musulmanas que pasan por periodos de sufrimiento. En sus momentos más bajos, Agar fue abusada, destituida y estaba huyendo cuando el ángel del Señor la encontró (Gn 16). En una escena memorable, Agar le asignó un nombre a Dios: “El Roi”, el Dios que ve, “porque dijo: ‘¿Estoy todavía con vida después de ver a Dios?’” (Gn 16:13).

Compartí esta historia la semana pasada con una mujer de Asia Central que me contó un relato desgarrador de abuso y angustia en su vida. No es afgana, pero creo que podría identificarse con la desesperación de muchas mujeres afganas que se despiertan todos los días con la desesperanza que persiste después de un trauma, abuso, duelo y sueños perdidos.

Dios ve las dificultades de cada mujer afgana. Los relatos de esta semana dicen que las calles de Kabul están silenciosas y que los pocos individuos que han salido son hombres. Las mujeres se han retraído fuera de la vista pública, pero no fuera de la vista de Dios. Él las ve.

Dios habla

Parte de mi lectura diaria de la Biblia incluye un salmo para guiar mis oraciones. El lunes en la mañana leí el Salmo 29, donde el salmista atribuye la gloria a Dios por su voz poderosa. A medida que las alertas en mi teléfono traían una ola tras otras de malas noticias, seguía pensando en la voz de Dios:

“La voz del Señor levanta llamas de fuego.

La voz del Señor hace temblar el desierto;

El Señor hace temblar el desierto de Cades.

La voz del Señor hace parir a las ciervas

Y deja los bosques desnudos,

Y en Su templo todo dice: ‘¡Gloria!’” (Salmo 29:7-9).

Nada nos hace sentir más impotentes que la furia de una tormenta. David compara en este salmo el poder de Dios con una tormenta. Los poderes terrenales más fuertes palidecen en la presencia del Dios Todopoderoso. Su poder se expresa en su voz.

Los poderes terrenales más fuertes palidecen en la presencia del Dios Todopoderoso

A muchas mujeres afganas se les niega el acceso a voces externas. Pero nadie puede detener la voz de Dios. Él es un Dios que habla. Él puede alcanzar a las mujeres afganas más aisladas con una voz poderosa que hace que su pueblo grite “¡Gloria!”.

El Señor escucha

Hoy leí el Salmo 31 y escribí en el margen cerca de los versos 21 y 22: “Los talibanes toman el control”.

“Bendito sea el Señor,

Porque ha hecho maravillosa Su misericordia 

para mí en ciudad asediada.

Y yo alarmado, decía:

‘¡Cortado soy de delante de Tus ojos!’.

Sin embargo, Tú oíste la voz de mis súplicas

Cuando a Ti clamaba” (Salmo 31:21-22).

Las mujeres que claman a Dios por ayuda encontrarán un oído dispuesto a escuchar. Él escucha aún el susurro más débil de un espíritu contrito. No podemos saber cuántas voces han escuchado el evangelio y están verdaderamente buscando a Dios. Pero podemos estar seguras que cuando clamen a Dios, Él las escuchará.

El Señor da honor

Otra de mis historias favoritas es la historia de la mujer con el flujo de sangre (Mt 9, Mr 5, Lc 8). Pero al relacionarla con mujeres musulmanas, mis amigas y yo preferimos llamarla la historia de “la mujer que es liberada de su vergüenza”.

Cada aspecto de la cultura musulmana está permeado con una cosmovisión de honor y vergüenza. Haces aquello que te trae honor y evitas aquello que trae vergüenza sobre ti.

La mujer con el flujo de sangre entendía la vergüenza. Ella vivió en un estado impuro por doce años hasta el día que pudo tocar el borde del manto de Jesús. Cuando Jesús la sanó, Él se llevó su vergüenza. Cuando Él la llamó “hija” (Lc 8:48), Él le dio honor. La mujer que estaba envuelta en vergüenza se convirtió en hija del Rey.

Las mujeres musulmanas se cubren, o son cubiertas, en un esfuerzo de evitar la vergüenza. Pero la verdad es que ningún trozo de tela o la ausencia de esa prenda, puede liberarnos de la deshonra.

Solo el amable Salvador que nos llama “hijas” puede liberar a una mujer atrapada en su vergüenza. Jesús puede traer liberación, sanación y honor al interior del alma de una mujer y nadie puede robar lo que Él da.

Jesús puede traer liberación, sanación y honor al interior del alma de una mujer y nadie puede robar lo que Él da

El Señor muestra misericordia

En el Nuevo Testamento, Santiago exhorta a sus lectores que han sufrido a ser pacientes mientras esperan la venida del Señor. Él apela al carácter de la compasión y misericordia de Dios: “han visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo y misericordioso” (Stg 5:11).

Mientras leemos las noticias mundiales, debemos recordar el carácter de Dios. Esto guía nuestras oraciones en la verdad durante estos días oscuros donde nos lamentamos con aquellos que se lamentan en Afganistán y miramos hacia el futuro incierto de esta tierra.

No olvidemos que las mujeres de Afganistán no están sin esperanza. Permitamos que estas verdades sobre Dios guíen nuestras oraciones.

Dios, Tú eres un Dios que ve.

Oramos que veas a cada mujer en toda situación difícil.

Dios, Tú eres un Dios que habla.

Oramos que Tú hables a cada mujer afgana con la esperanza de tu evangelio.

Dios, Tú eres un Dios que escucha.

Oramos para que escuches el clamor de las mujeres que te buscan.

Dios, Tú eres un Dios que da honor.

Oramos que quites la vergüenza y que le des el honor de ser tus hijas.

Dios, Tú eres un Dios que muestra misericordia.

Oramos que actúes con compasión y misericordia sobre las mujeres en Afganistán.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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