“Dios continuó hablando a Moisés, y le dijo: ‘Yo soy el Señor’”, Éxodo 6:2.
Después de el primer intento de Moisés de liberar a Israel, vemos como éste continúa aprendiendo directamente de Dios. Y es que no solo había sido un fracaso, pero ahora las cosas se habían puesto peores.
Todavía, me imagino, inseguro y confuso por lo que sucedió en su primer encuentro con el Faraón, en el capítulo anterior podemos ver a Moisés venir delante de la presencia de Dios y aún recriminarle diciendo, “desde que vine a Faraón a hablar en Tu nombre, él ha hecho mal a este pueblo, y Tú no has hecho nada por librar a Tu pueblo”, (5:23).
Y es que Moises, así como tú y yo, trataba de entender los propósitos de Dios en la manera como El actúa. Después de todo, somos de Él instrumentos dispuestos para llevar a cabo Su obra.
En base a ese entendimiento, Moisés se había precipitado entonces intentando rescatar al pueblo de Israel por sus propias fuerzas y justicia propia. En el versículo anterior el Señor le dice, “Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón. Realmente, sólo por mi mano poderosa va a dejar que se vayan; sólo por mi mano poderosa va a echarlos de su país”.
Dios responde a la queja de Moisés enfatizando que El mismo lo hará por Su mano poderosa y a Su tiempo. Inclusive pareciera que después simplemente se calla y es hasta “otra ocasión” que Dios continúa la conversación y comienza a hablar con Moisés recordándole que El es Dios.
Y esas son precisamente las Buenas Noticias para ti y para mí, que cuando recordamos que nuestro tiempo y nuestras formas de hacer las cosas tienen que tomar un segundo lugar, vamos a ser útiles en la obra de Dios. Que somos llamados a hacer Su obra a Su manera, anticipando dificultades e imprevistos pero dependiendo de El para escuchar Su voz y dirección. Solo esto asegurará la victoria, Su gloria y nuestro gozo.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.