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El libro de Hechos es la segunda parte de lo que Lucas escribió a Teófilo en su Evangelio, narrando el nacimiento, ministerio, muerte, y resurrección de Jesús (Hch. 1:1-3).

¿Cuánto tiempo abarca este libro? Un periodo de apróximadamente 30 años, y la mayoría del relato tiene que ver con los eventos que van desde la conversión de Pablo (capítulo 9) hasta su llegada a Roma (capítulo 28).

En marzo de este año, gracias a Dios terminé una serie de 58 sermones sobre Hechos en nuestra iglesia. A continuación, quisiera compartir tan solo dos detalles sobre la cronología de Hechos que no había notado antes de predicar este libro, y que tienen implicaciones profundas para nosotros.

1. El tiempo de preparación de Pablo.

A muchos de nosotros puede sorprendernos el tiempo que Pablo pasó en preparación antes de comenzar su ministerio misionero.

Pasarían aproximadamente 12 años desde que Pablo se convirtió a Cristo en el camino a Damasco (9:3) hasta que fuera encomendado junto con Bernabé por la iglesia en Antioquía (13:2). Durante este período, él fue enviado a Tarso por la persecución de los griegos y estuvo allí hasta que Bernabé fue a buscarlo (11:25).

¿Qué hizo Pablo durante todo ese tiempo? Solo podemos asumir que Dios estaba trabajando en él, preparándolo para ser uno de los pioneros del movimiento misionero. Pablo narra la preparación que Dios estableció para su vida en Gálatas 1:11-24: tres años antes de conocer a los apóstoles, y catorce años antes de regresar a Jerusalén con Bernabé.

Hechos nos enseña que debemos ser pacientes en esperar y aceptar el momento que Dios tiene para cada uno de nosotros.

Esto nos muestra que, aunque Dios muchas veces trabaja de forma sobrenatural e instantánea para transformar nuestros corazones, el proceso de santificación y de preparación para tareas específicas que Él tiene para nosotros puede ser lento.

Hechos nos enseña que debemos ser pacientes en esperar y aceptar el momento que Dios tiene para cada uno de nosotros. Mientras tanto, tenemos el reto de seguir preparándonos en oración y en el conocimiento de la Palabra, así como lo hizo Saulo. Seamos pacientes unos con otros en medio de la obra que Dios está haciendo.

2. El final de Hechos se trata del avance del evangelio.

El cierre del libro es una declaración sobre la naturaleza del avance del reino de Dios en el evangelio, no sobre la vida de Pablo.

El último versículo de Hechos nos presenta al apóstol “predicando el reino de Dios y enseñando todo lo concerniente al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbo” (28:31). Cuando leemos esto nos preguntamos: ¿en qué año se escribió esto? ¿No había pasado ya el martirio de Pablo en el año 66? ¿No sería mejor un final que incluyera su muerte en Roma?

Creo que la respuesta a estas preguntas radica en cómo empezó el libro con las palabras de Jesús: “… pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hch. 1:8). Cuando llegamos al final de Hechos, eso es justo lo que tenemos: un recorrido en la historia del avance del evangelio desde Jerusalén, hasta lo último de la tierra (Roma).

Dios se encargará de que su Iglesia sea establecida en cada nación y su evangelio sea proclamado en cada lengua.

Sin embargo, eso es solo el principio de la historia. Pablo murió, pero el evangelio siguió extendiéndose. Nosotros aún vivimos la realidad de Hechos 28:31. El mundo se opondrá al evangelio, pero su avance es imparable.

El Dios que preparó el camino para la expansión del evangelio que vemos en Hechos —con la conquista de los griegos que trajo un idioma universal, y la conquista de los romanos que trajo un sistema de transporte y comunicación entre ciudades— sigue obrando hoy. Él se encargará de que su Iglesia sea establecida en cada nación y su evangelio sea proclamado en cada lengua.

Por ejemplo, en el período de la Reforma, Dios trajo el desarrollo de la imprenta de Gutenberg como una parte estratégica del avance de su reino. Hoy está haciendo algo parecido con nuevas tecnologías, como la Internet, que te permiten leer este artículo. Esto es una pequeña muestra de cómo nos acercamos a la culminación de su plan para esta era con el cumplimiento de la promesa: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de ustedes al cielo, vendrá de la misma manera, tal como lo han visto ir al cielo” (Hch. 1:11).


Imagen: Lightstock.
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