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Superstición es un término teológico. Aunque esta palabra no se encuentra en la Biblia, su concepto sí. Este mal nace como consecuencia de poseer un escaso conocimiento o baja percepción de la Persona de Dios y su Palabra. Vemos algo así en el primer libro del profeta Samuel:

“Cuando el pueblo volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha derrotado hoy el SEÑOR delante de los filisteos? Tomemos con nosotros, de Silo, el arca del pacto del SEÑOR, para que vaya en medio de nosotros y nos libre del poder de nuestros enemigos” (1 Sam. 4:3). 

Imaginaron que no tener el arca causó la derrota. ¿Castiga Dios por eso? No. Actuaron con superstición. Usaron el arca a su juicio, sin la garantía de la Palabra. 

¿Qué es la superstición?

La superstición es asignar poder a una creencia o práctica sin que las Escrituras revelen que dicha creencia o práctica es aceptable. Esto sucede cuando la guía es el yo. Por eso los israelitas actuaron de acuerdo a su pensamiento, mezclándolo con ideas de lo divino.

Es cierto que nadie puede servir a Dios o hacer su voluntad sin usar el juicio. Pero una cosa es usar nuestro juicio guiado por las Santas Escrituras, y otra muy distinta tomar las cosas de Dios según el juicio personal. Lo primero es adoración, lo segundo superstición. Hay que guiarnos por la revelación de Dios, no por nuestro propio parecer. 

Pero la superstición guió a los israelitas muchas veces: “El pueblo envió a Silo, y trajeron de allí el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos que está sobre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios. Y aconteció que cuando el arca del pacto del SEÑOR entró al campamento, todo Israel gritó con voz tan fuerte que la tierra vibró” (1 Sam. 4:4-5). El pueblo tenía dos sacerdotes impíos, y el arca. Dios nunca había mandado que llevaran el arca a la batalla, y mucho menos había prometido protección de esa manera. 

Dios mismo había escogido el lugar para el arca, ¡y no era el campo de batalla! Sin embargo, pensaron: “Si la llevamos al combate, Dios vendrá tras su arca y nos salvará”. Tomaron el arca como amuleto, de la misma manera que hoy se usa un crucifijo.

¿Cuál era la manera correcta de recibir protección de Dios? El profeta “Samuel habló a toda la casa de Israel: ‘Si es que ustedes se vuelven al SEÑOR con todo su corazón, entonces quiten de entre ustedes los dioses extranjeros y a Astarot, y dirijan su corazón al SEÑOR, y sírvanle sólo a Él; y Él los librará de la mano de los Filisteos’” (1 Sam. 7:3). Las cosas de Dios deben ser usadas como Él lo manda, y no de manera supersticiosa. 

Una Biblia en la sala, asistir a la iglesia, o decir “yo declaro”, no trae el favor de Dios. Este viene para con los que le aman en verdad, quienes dejan el pecado y el mundo para servirle. Lo que nos aparta de Dios es el pecado, y cuando Él se aparta, ni el arca del pacto soluciona el problema. 

El origen de la superstición

La superstición nace cuando las verdades divinas son recibidas y aplicadas por un corazón no regenerado. Es decir, se otorga valor o poder sobrenatural a aquellas cosas que no tienen ese poder. Eso sucede por culpa de una mente carnal. La Biblia lo llama idolatría

Un idólatra imagina que Dios se agrada de lo que le agrada a él mismo: “Tomemos con nosotros, de Silo, el arca del pacto del SEÑOR, para que vaya en medio de nosotros” (v3). Estos hombres hicieron una mala interpretación de la bondad divina. Pensaron: Si nos agrada a nosotros, tiene que agradarle al Señor. 

La superstición nace de una incorrecta interpretación de la Persona de Dios y su mundo creado. Es una idea religiosa sin apoyo bíblico. En el pasaje que hemos estudiado arriba, el arca fue capturada por los filisteos, quienes sufrieron gran mortandad. Decidieron devolverla a Israel, y consultaron sus sabios para eso. “Entonces los Filisteos llamaron a los sacerdotes y a los adivinos y les preguntaron: ‘¿Qué haremos con el arca del SEÑOR? Dígannos cómo la hemos de enviar a su lugar’. ‘Harán, pues, semejanzas de sus tumores, y semejanzas de sus ratones que asolan la tierra, y darán gloria al Dios de Israel. Tal vez Él alivie Su mano de sobre ustedes, de sobre sus dioses y de sobre su tierra’” (1 Sam. 6:2, 5). De nuevo vemos la imaginación dictando cómo obtener el agrado de Dios.

Una imaginación que no se deja moldear por la Biblia traerá consecuencias desastrosas. El cristiano debe entender que aunque Dios se complace en la creatividad, cuando se trata de adorarlo y servirlo, Él ha establecido la manera para hacerlo en su Palabra. La superstición, entonces, es un mal uso de la imaginación. Hagamos guerra a la superstición, y vivamos de acuerdo a la Palabra.


Imagen: Lightstock

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