¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

El cristianismo es un sistema de creencias sobrenaturales. Esto está claro. Dios es Espíritu (Jn. 4:24) y su Palabra registrada en la Biblia es evidentemente sobrenatural. Entonces, como nos dice Hebreos 11:6, “sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe”.

Ahora, no solo nuestra creencia en el Dios de la Biblia es sobrenatural: nuestra predicación de la Biblia también tiene un aspecto sobrenatural. Sin embargo, me temo que hay una creciente confusión en cuanto lo sobrenatural de la Biblia y la naturalidad de la predicación. Como evangélicos, debemos entender que aunque predicamos y creemos en aquello que no es naturalmente explicable, no es justificable el presentar una predicación simplista, vacía de las verdades históricas y literarias que la Biblia presenta en sí misma.

En 2 Corintios 3:5 Pablo explica: “No que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios”. Pablo admite que en nuestras propias fuerzas somos incapaces de predicar la Palabra de Dios. No está diciendo que un predicador de la Biblia no tiene capacidad alguna, sino que la capacidad que el predicador tiene no es propia, sino proviene de Dios.

Cuando Pablo dice más adelante en 2 Corintios 4:2, “Más bien hemos renunciado a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios…”, él simplemente está diciendo que su predicación no era “con astucia”. No eran estafadores que presentaban su predicación con un poder de oratoria que provocara una respuesta emocional en su audiencia. Pero eso no da cabida a una predicación vacía de poder.

Permíteme hablar de tres tipos de predicación que, aunque comunes, hacen mucho daño a la iglesia.

Predicación que no explica

Esta predicación es aquella que da muchos mandatos éticos, pero nunca explica las razones bíblicas para hacer o no hacer algo. Richard Dawkins, quien es uno de los ateos más famosos hoy en día, escribe en su libro The God Delusion (El espejismo de Dios) acerca de lo que él denomina la religión de Einstein, cuando escribe: “Para resumir la religión de Einstein, permíteme darte una de sus más famosas citas: ‘Esa sensación de que detrás de todo lo que puede ser experimentado hay algo que nuestras mentes no pueden comprender, y cuya belleza y nobleza nos llegan como indirectos y suaves reflejos, es religiosidad. En este sentido, yo soy religioso’”.¹ Lo que Albert Einstein proponía era una clase de panteísmo mezclado con deísmo, donde la naturaleza en sí es digna de admirar, pero que hay aspectos de la naturaleza misma que no se pueden explicar con la razón, y por lo tanto se deben dejar al aire sin explicación.

Tal y como el escritor Douglas Adams dijo: “¿Qué no es suficiente admirar un jardín por su belleza, sin tener que creer que hay hadas viviendo en las profundidades también?”.² En otras palabras: ¿Por qué preguntarse cómo se originó la vida?, o ¿para qué hemos sido creados?, y ¿hay algo después de la muerte? Esa clase de filosofía humanista, materialista, y atea, está basada precisamente en no querer, más bien no poder, explicar lo “inexplicable”. Y por lo tanto, rehusan aceptar que lo inexplicable es también sobrenatural. Es el mismo Richard Dawkins quien dice: “Todo lo que vemos en nuestro alrededor es explicable por medio de la razón. Y aquello que no pueda ser explicado aún, algún día lo será”.³ ¡Qué clase de fe! ¡Qué clase de confianza! Pero, ¡qué vacío de argumentos válidos! No es más que un rechazo abierto al Dios de la Biblia en plena desobediencia a creer. Como dijo Pablo: “Profesando ser sabios, se volvieron necios” (Ro. 1:22).

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la predicación bíblica? Todo. Y es que hay una insistencia en que la predicación de la Biblia es proclamar las verdades de la Biblia sin tener que responder a todas las cuestiones difíciles de entender. Hemos creado una predicación superficial, tradicional, y que carece de la mente de Dios. Es cierto: no todo lo podemos explicar. No todo tiene respuesta específica (que nosotros podamos saber), pero eso no es excusa. Todo pastor que predica la Biblia debe ser un verdadero teólogo que busca, medita, analiza, y —con escrutinio y delicadeza— presenta las verdades de la Biblia en una manera espiritual e inteligente. Me temo que la filosofía de Albert Einstein, Richard Dawkins, y otros, se ha infiltrado nuestras iglesias, particularmente en el área de la predicación y entendimiento de las Escrituras.

Todo pastor que predica la Biblia debe ser un verdadero teólogo.

Predicación que no profundiza

Esta predicación se caracteriza por no ofrecer respuestas a las preguntas más importantes de la vida. Cabe recalcar fuertemente que no es culpa de la Biblia, sino del expositor. Esta predicación es una presentación de oratoria moral con énfasis ético y aplicación cívica. Empuja a las personas a creer en la Biblia “porque Dios lo dice”. No hay una clara exégesis, no hay estudio de palabras importantes, no hay un proceso de estudio, ni mucho menos una clara explicación del texto. Simplemente es una predicación que presenta verdades globales en cada pasaje de la Biblia. Sus oyentes salen desnutridos y confundidos.

De aquí quedamos con más preguntas que respuestas. ¿Dice la Biblia algo sobre la edad de la tierra? ¿Qué dice Dios sobre la ideología de género? ¿Cuándo aceptamos la revelación natural y cuándo no? ¿Por qué las mujeres no pueden pastorear? ¿Por qué el canon de la Biblia está cerrado? ¿Por qué hay tantas traducciones de la Biblia? ¿Por qué vemos a los homosexuales tan mal, cuando los fornicarios o adúlteros son tratados mejor? ¿De qué se trata el evangelio? ¿Por qué ninguna mujer escribió un libro de la Biblia? ¿Por qué otras mitologías incluyen la figura de un mesías años antes de que Jesús existiera? ¿Por qué ya había tabernáculos como el de Moisés, años antes de que Dios le pidiera a Moisés que lo hiciera?

Esta predicación no explica ninguna de estas preguntas. Toma el texto como un trampolín para tratar con temas de “autoayuda”. Se enfatizan temas sociales, comunitarios, y morales. Se habla constantemente de animar al desanimado, levantar al caído, incluso de curar al enfermo. Y cuando hay un tema difícil de explicar, complejo de entender, simplemente se aplica una filosofía parecida a la de Einstein, pero versión cristiana: “No sabemos cómo explicar esto, pero un día sí lo sabremos. Por ahora, solo crean en Dios”.

Por supuesto, hay ciertas interpretaciones de la Biblia en las que no estamos absolutamente seguros de su significado. Pero si creemos que la verdad es absoluta, entonces, ¿por qué hay tanto relativismo en nuestras iglesias? Hay que hablar con cuidado de las doctrinas “no negociables”. Todas las doctrinas de la Biblia son, en cierto sentido, no negociables. Sin duda, hay interpretaciones de esas doctrinas que podemos negociar, y otras que no. Por lo tanto, es nuestra tarea como pastores y expositores de la Palabra de Dios estar lo más preparados posible para compartir estas doctrinas.

En su libro Todos somos teólogos, R. C. Sproul escribe: “La teología es una ciencia. La palabra ‘ciencia’ proviene de una palabra en latín que significa ‘conocimiento’. Los cristianos creen que mediante la revelación divina de Dios podemos tener el verdadero conocimiento de Dios. La teología no puede llamarse ciencia si el conocimiento de Dios fuera imposible”. En otras palabras, conocemos a Dios por la exposición de la verdad de Dios revelada en las Escrituras. Por lo tanto, ¡que nuestra predicación sea viva, profunda, estudiada, meditada, preparada, y digna del libro que se está exponiendo!

Conocemos a Dios por la exposición de la verdad de Dios revelada en las Escrituras.

John MacArthur constantemente dice: “El único teólogo que la mayoría de las personas de la iglesia conocerá es el pastor”. Que nuestra predicación no se caracterice por falta de respuestas y explicaciones bíblicas, sino por la estudiada y estructurada predicación de las perfectas palabras de Dios.

Predicación que no impacta

Esta predicación se caracteriza por ser meramente dirigida a temas “cristianos”. No tomar, no fumar, no ir a fiestas, no engañar a nuestros cónyuges, etc. Es parecida a la predicación que no profundiza, pero esta predicación ni siquiera se ocupa de temas sociales, humanistas, feministas, o comunitarios. Esta predicación se encarga de prolongar las “virtudes” cristianas.

Estas virtudes se ven como un faro en medio del océano de inmoralidad. En esta clase de predicación se enfatizan las reglas, las normas, los valores, límites, y quehaceres para ser un buen cristiano. Esta clase de predicación es muchas veces homofóbica, machista, y francamente antibíblica. Eleva el orgullo personal, y destruye a aquellos que han caído en pecado. Busca controlar a su audiencia mediante el miedo y autoritarismo. Generalmente se predica a la iglesia que son los únicos que no han abandonado “los caminos antiguos”.

Sin embargo, al igual que la predicación que no explica y la que no profundiza, es una predicación que termina por destruir familias, desalienta a los débiles, y aleja a los interesados. Esta clase de predicación atenta contra la perfección de la Biblia, en que convierte la exposición de la Palabra de Dios en un espectáculo de opiniones, carisma del expositor, y emocionalismo. Ateos como Richard Dawkins usan esta clase de predicación como la base para sus más brutales argumentos en contra del cristianismo.

¿Qué necesitamos?

En un sentido real, necesitamos el poder sobrenatural del Espíritu Santo para poder predicar la palabra con fidelidad. Pero la predicación de la palabra de Dios no es un evento sobrenatural en el sentido de que Dios te inspirará el sábado por la noche para saber qué predicar. Dios ya inspiró a sus “santos hombres”, y tenemos la revelación completa en la Biblia.

Hermano expositor, esfuérzate durante la semana para estudiar como obrero aprobado la palabra de Dios. Estudia, estudia, y estudia más. No te saltes los pasajes “complicados”, y no le des vuelta a las preguntas “complejas” que la gente necesita esclarecer a la luz de la Biblia. Sigue el ejemplo de esa multitud de santos que han sido estudiosos y estudiantes de la Biblia. La gente lo necesita. Tú lo necesitas.


[1] Dawkins, Richard, The God Delusion (New York, NY: Houghton Mifflin Harcourt, 2006), 40.
[2] Íbid., 12.
[3] Íbid., 40.
Imagen: Lightstock.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando