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No desperdicies tu juventud

5 cosas que aprendí leyendo “Joven verdadera”

Más de Susana Cano

Los jóvenes parecen tener todo por delante para cumplir sus sueños y ser “alguien” en esta vida. Ciertamente el vigor de la juventud es un beneficio que debemos aprovechar, pero la verdad es que las mujeres jóvenes solemos estar llenas de temores, inseguridades, luchas con pecados escondidos, dudas, y confusiones… aun siendo cristianas. La cultura se aprovecha cuando busca dar respuesta a todo esto con un banquete de “verdades” que al final son camino de muerte.

Si el evangelio no es la base de mi vida, seguramente correré a cualquier filosofía

Joven verdadera ofrece el antídoto del evangelio para las mentiras que las mujeres cristianas solemos creer. Estas son cinco cosas que aprendí leyendo este recurso:

1) Si el evangelio no es la base de mi vida, algo más lo será

“No sabía discernir entre la verdad y el error. Mi fe en Jesús estaba tan mezclada con el pensamiento del mundo que no sabía distinguir entre la verdad bíblica y los falsos razonamientos humanistas” (p. 32).

Si el evangelio no es la base de mi vida, seguramente correré a cualquier filosofía. A cualquier otra “verdad”. Necesito comenzar por la Verdad que rige mi vida: el mensaje del evangelio. Cualquier otro alimento fallará en nutrirme, y no tendré fuerzas para decir “no” a los placeres de este mundo y a mi corazón engañoso. 

El evangelio es el centro de todo. Es lo único que puede sacarnos de la oscuridad a la luz. Como escribe Betsy Gómez:

“Desde el momento en que el pecado introdujo la muerte en la humanidad, nos convertimos en zombies sin ojos que buscan lugares oscuros donde habitar. Si estamos apartadas de la verdad, por fuera nos vemos muy vivas, pero nuestra realidad espiritual es horrible. Nos arreglamos y tratamos de lucir bien, pero el hedor de las mentiras que nos dominan de alguna manera sale a relucir” (p. 120).

2) La apariencia de mi corazón es más importante que mi apariencia física

“Cuando quitamos nuestra mirada de nosotras mismas y la centramos en vivir para Cristo, algo radical sucede en nuestra perspectiva. Deja de ser una perspectiva ensimismada e insegura, y se convierte en una perspectiva centrada en Cristo y confiada” (p. 155).

Si hay algo que las jóvenes necesitamos entender es que nuestra seguridad no viene de lo externo, sino de la obra que nuestro Padre hace en nuestros corazones.

La lucha es feroz. Las redes sociales son una plataforma de Satanás para esto. En lugar de pasar tanto tiempo preocupándonos por nuestra apariencia externa y tratando de hacerla perfecta, concentrémonos más bien en la condición de nuestros corazones.

3) La comunión con la iglesia no es opcional

“La iglesia no es un track opcional para los que no aguantan caminar solos. La iglesia es el plan perfecto de tu Dios redentor para que tú disfrutes de una relación más profunda con Él y con tu familia en la fe. Dios utiliza el roce constante con otros pecadores redimidos —que progresan hacia la santificación que un día experimentarán por completo en sus cuerpos glorificados— para revelar el pecado que nos estorba. En otras palabras, los miembros de tu iglesia local son instrumentos escogidos por Dios para ayudarte a crecer cada día” (p. 211).

Todos hemos luchado con relaciones difíciles. Pero no tenemos que huir de ellas, sino acercarnos a Cristo para restaurarlas, al menos en lo que dependa de nosotros (Ro. 12:18).

A lo largo de nuestra vida encontraremos dificultad, tanto dentro como fuera de la iglesia, porque nosotros somos parte de la dificultad. Dios nos ha dado hermanos y hermanas para caminar juntos. Para ayudarnos a ser como Cristo. Construir relaciones fuertes y saludables que honren a Cristo empieza con un compromiso de dar siempre a Dios el primer lugar y practicando el amor sacrificial que Cristo nos modeló.

4) La lujuria no es solo un problema “de chicos”

“Según el mundo, nada debería estar prohibido. Sin embargo, por liberador que pueda sonar esta mentalidad, vivir el sexo y el placer según los dictámenes del mundo nunca va a llevarnos a una satisfacción verdadera y duradera” (p. 245).

Hay muchas ideas erróneas que las mujeres jóvenes tenemos sobre la tentación sexual: pensamos que es una lucha “poco común” entre nosotras o que solo es un problema de chicos. No lo es. La lujuria, como todo pecado, es un problema humano.

El mundo está más que dispuesto a ofrecernos un menú ilimitado de material sexualmente explícito por medio de libros, revistas, blogs, y series. Pero la impureza sexual nos esclaviza. La libertad duradera no es el resultado de la práctica del placer sexual fuera del diseño de Dios. La plenitud verdadera no puede hallarse dentro de las paredes de nuestro propio pecado.

5) Dios no va a cambiar de opinión acerca de sus hijas

“Cuando tratamos de buscar en nosotras mismas la fuerza que necesitamos para permanecer firmes, terminamos frustradas porque nos quedamos muy cortas. Somos débiles” (p. 286).

Hebreos 13:8 dice que “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos”. Eso también significa que su amor por ti y por mí no cambia. Es un “amor eterno” (Jer. 31:3). Sin importar lo que te depare el futuro, sin importar qué errores cometas, sin importar en qué pecados caigas, sin importar cuáles sean los éxitos o fracasos que te esperen, Dios no va a cambiar su opinión acerca de ti porque en Cristo nada puede separarte de Su amor.

Tu corazón fue hecho para enfocarse en la eternidad, no para enredarse en el aquí y el ahora

Es muy probable que en tu futuro terrenal haya algunas decepciones; eso es parte de lo que significa vivir en un mundo caído. Pero el futuro supremo de todo creyente es una eternidad con Jesús. Todo lo que nos inquieta hoy y todo lo que nos decepcione mañana, está destinado a desaparecer. Dios va a usar todo lo que suceda en tu vida —sí, todo— para tu bien y para su gloria (Ro. 8:28). Tu corazón fue hecho para enfocarse en la eternidad, no para enredarse en el aquí y el ahora.

Joven verdadera nos recuerda las verdades básicas del evangelio para caminar de acuerdo a lo que ya somos en Jesús. Este recurso nos ayuda a ofrecer respuestas para nuestras amigas y hermanas en sus luchas, así como para tener en mente los principios que nosotras mismas necesitamos todos los días mientras transitamos en este mundo en la espera de Cristo.

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